Publicidad
Experto advierte que sobregiro chileno de los recursos ecológicos amenaza el equilibrio de los ecosistemas CULTURA

Experto advierte que sobregiro chileno de los recursos ecológicos amenaza el equilibrio de los ecosistemas

Iván Franchi es académico de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad de la U. Andrés Bello. «La huella ecológica considera la demanda por superficie para el cultivo, pastizales, bosques y áreas de pesca necesarias para la producción de alimentos y extracción de recursos, incluyendo la superficie requerida para absorción de los residuos generados y el suelo que requiere la expansión de las ciudades y la infraestructura», destaca el especialista.


Este 29 de julio el planeta agotó los recursos que tenía disponibles para todo 2019, entrando en sobregiro ecológico, según los datos que entregó la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network, GFN) a fines del mes pasado.

Además, según los datos de GFN, Chile ya viene “sobregirado” desde el 19 de mayo, lo que hace urgente implementar más medidas de reducción de huella ecológica y de protección de la biodiversidad.

«Ningún país que posea sobregiro es ejemplar», comenta Iván Franchi, académico de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad de la U. Andrés Bello. «No puede serlo ningún sistema o sociedad que para satisfacer sus necesidades o aspiraciones humanas, supere sus propios límites biofísicos».

Origen del concepto

Franchi es experto en el tema y explica que el sobregiro ecológico es un hito particular, que ocurre cuando la huella ecológica supera la biocapacidad de un ecosistema.

«Mientras la huella ecológica cuantifica los recursos naturales y servicios ecológicos que han sido empleados en un ecosistema dado, incluyendo la demanda por absorción de residuos, la biocapacidad considera los recursos disponibles y la capacidad de ese ecosistema de regenerarse», señala.

Hay respaldo en la literatura que los creadores de la huella ecológica son Mathis Wackernagel y William Rees a principios de los 90, añade. Sin embargo, si bien se ha reconstruido la huella ecológica y la biocapacidad global desde los años 60, no es sino hasta el 2006 cuando Global Footprint Network comienza una campaña para identificar el día del sobregiro ecológico.

Causas del sobregiro

«La huella ecológica considera la demanda por superficie para el cultivo, pastizales, bosques y áreas de pesca necesarias para la producción alimentos y extracción de recursos, incluyendo la superficie requerida para absorción de los residuos generados y el suelo que requiere la expansión de las ciudades y la infraestructura», afirma el especialista.

Las causas del sobregiro es que la demanda por recursos y servicios ecológicos, es mayor a la oferta (recursos disponibles), en un espacio temporal y territorio determinado, añade.

Ahora bien, las causas sistémicas del sobregiro están dadas por un modelo económico y social, de carácter lineal, basado en el desconocimiento que el planeta y los territorios subnacionales (regiones o cuencas, por ejemplo) poseen límites biofísicos que determinan su equilibrio ecosistémico, puntualiza Franchi.

Consecuencias

En cuanto a las consecuencias del fenómeno, para Franchi son evidentes.

Una «mayor demanda por recursos naturales y servicios ecológicos que la capacidad del ecosistema de generarlos, determina un camino hacia el colapso ecosistémico», advierte. «Esto sucede en todas las escalas de análisis», agrega.

«Por ejemplo, si la demanda per cápita de recursos naturales de una ciudad aumenta año a año, en un estado de sobregiro ecológico, la capacidad del ecosistema de donde provienen tales recursos, disminuye su capacidad de regeneración, ya que, año a año, los recursos generados por este ecosistema son consumidos en su totalidad, en un periodo menor que el año anterior, hasta un punto que el sistema colapse», dice.

La situación en Chile

Para Franchi, ningún país que posea sobregiro es ejemplar.

«No puede serlo ningún sistema o sociedad que, para satisfacer sus necesidades o aspiraciones humanas, supere sus propios límites biofísicos», señala.

«Ejemplos de países cuya huella ecológica, para el año 2019, sea menor que la biocapacidad, hay bastante cerca. En Sudamérica, salvo Chile y Venezuela, todos los demás países se encuentran en un escenario en que aún no han llegado al sobregiro ecológico», apunta.

No obstante, la tendencia indica que tarde temprano llegarán a demandar más recursos que la capacidad de sus territorios para generarlos, acota.

Eso sí, existen algunos casos, como Finlandia, o incluso Rusia, en que la diferencia entre la huella y la biocapacidad se ha mantenido relativamente estable, «y valdría la pena analizar el por qué de aquello».

Por otro lado, hablar de ranking para este tipo de tema, a Franchi le parece peligroso y tendencioso.

«Nuestros países, nuestros recursos, nuestros territorios y nuestras sociedades son diferentes unas de otras y, por lo tanto, establecer quién tiene más o menos huella, no creo que aporte a resolver el escenario de crisis ambiental y ecosistémica. Tampoco lo hará reconocer qué país agota sus recursos anuales antes que otro», subraya.

Necesidad de planificación

Para enfrentar el problema, Iván Franchi es claro: pide «planificación, planificación y planificación».

«Nuestra huella ecológica y el cada vez más temprano sobregiro ecológico anual, revelan lo nocivo de un sistema económico extractivista y depredador de ecosistemas, pero fundamentalmente sin planificación, que es la base de un modelo neoliberal como el chileno», enfatiza.

«¿Cuáles son las consecuencias ambientales de desear un crecimiento del PIB permanente sobre 3%? ¿Por qué, existiendo la herramienta de evaluación ambiental estratégica en nuestra legislación, las políticas agroalimentaria, minera, forestal o pesquera no son evaluadas? ¿Por qué nuestras ciudades no incorporan en sus procesos de planificación, cuando existen, indicadores asociados al metabolismo urbano? ¿Por qué las políticas del Ministerio del Medio Ambiente sobre economía circular se vinculan solo a residuos sólidos, dejando a un lado agua, energía o recursos naturales?», se pregunta.

Estas interrogantes, a modo de provocación, son para Franchi en sí mismas también propuestas de acción.

COP25

En este escenario, para Iván Franchi la COP25, como evento de 10 días, no tiene mucho impacto. «Lo que ahí se resolverá está lejos de tener una implicancia directa, por escala y magnitud, en las realidad nacional», asegura.

Sin embargo, «el haber asumido el rol protagónico en la organización del evento, pone al Gobierno y a todo el país en una posición donde hay que hacer todo lo que en otro escenario no se hubiese realizado».

«Más allá de la débil propuesta de Ley de Cambio Climático, que ya exista el proceso, es un avance. Más allá de los cuestionamiento a las metas de descarbonización de la matriz energética, en otro escenario sin COP25, probablemente no se hubiese acelerado», sostiene.

«El aporte de la COP25, en definitiva, es lo que sucederá después de ella», señala. «Y con particular atención de no climatizar la discusión ambiental. El cambio climático a nivel global es un síntoma de un modelo económico hegemónico, y Chile no está ajeno a ello», concluye.

Publicidad

Tendencias