
Una historia asombrosa: el cartero Cheval y su palacio en Rhône-Alpes
El palacio es una obra monumental, realizada por Ferdinand Cheval, sin ayuda y con sus propias manos, con una estética que combina y ensambla imágenes de palacios y castillos de postales y revistas que estaban a su alcance y coleccionaba.
En la región francesa de Auvergne-Rhône-Alpes, en la pequeña localidad de Hauterives, Ferdinand Cheval, de profesión cartero, dedicó treinta y tres años de su vida a la construcción en su terreno, en homenaje a su fallecida hija Alice, de un palacio de piedra y cemento, al que llamó su “Palacio Ideal”. Es una obra monumental, hecha sin ayuda y con sus propias manos, con una estética que combina y ensambla imágenes de palacios y castillos de postales y revistas que estaban a su alcance y coleccionaba. Cheval nunca se formó ni tuvo acceso a orientaciones técnicas, debió luchar con adversidades personales como la muerte de su esposa y dos hijos, y sufrir el desprecio de su entorno, que no comprendía tal empeño. Hoy el palacio está reconocido y protegido por el gobierno francés como un ejemplo de arquitectura naif y de art brut o arte marginal en el mundo, ha sido elogiado por decenas de personalidades del arte y la cultura mundial, y es ya un lugar de culto, visitado por miles de personas. En 1969 André Malraux, a la sazón ministro de cultura, lo declaró patrimonio cultural y aseguró su conservación, aunque no le fue fácil, porque tuvo la oposición y hasta la burla del establishment cultural de la época.
[cita tipo=»destaque»]El Palacio Ideal del cartero Cheval, se enmarca dentro de lo que se ha denominado “art brut” y “arte marginal”, que corresponde a un tipo de arte que no se ciñe y ni siquiera conecta con los cánones y técnicas tradicionales pictóricas, escultóricas y arquitectónicas generalmente aceptadas. Su característica principal es la espontaneidad, y que es ejecutado por artistas autodidactas, que no han estudiado ni han tenido experiencias relacionadas con lo aceptado por el establishment cultural.[/cita]
Ferdinand Cheval fue un autodidacta, de origen rural, y con claros signos de autismo. Nacido en 1836, vivió siempre en el pueblo de Hauterives, y murió en 1924 a la edad de 88 años. Habiendo ya conseguido la plaza de cartero, un día quedó impresionado por una postal que mostraba un palacio oriental. A partir de entonces, fue recopilando imágenes de castillos y palacios que encontraba en revistas de la época, y postales que llegaban a sus manos con templos indios, chinos, japoneses, y construcciones más modernas. Todo comenzó, según cuenta en sus relatos, cuando haciendo su recorrido habitual, encontró una piedra de forma peculiar, para él muy atractiva, que guardó en su bolsa, y decidió entonces que sería la primera piedra de un palacio que iba a construir con sus propias manos. Durante un buen tiempo, fue recolectando piedras de diferentes tamaños y formas, y apilándolas en su terreno. Más adelante, comenzó a hacer incursiones por otros senderos y quebradas, con una carretilla de madera en la que iba echando las piedras que escogía. Cuando tenía acumulada una gran cantidad de variadas formas y tamaños, comenzó a darle forma al palacio, trabajando por las noches durante los siguientes treinta y tres años, después de cumplir con su jornada de cartero, en la que en promedio, según reconoció el servicio postal francés, recorría veintidós kilómetros diarios.
El Palacio Ideal del cartero Cheval, se enmarca dentro de lo que se ha denominado “art brut” y “arte marginal”, que corresponde a un tipo de arte que no se ciñe y ni siquiera conecta con los cánones y técnicas tradicionales pictóricas, escultóricas y arquitectónicas generalmente aceptadas. Su característica principal es la espontaneidad, y que es ejecutado por artistas autodidactas, que no han estudiado ni han tenido experiencias relacionadas con lo aceptado por el establishment cultural. Incluye creaciones de personas que sufren algún tipo de trastorno de la conducta, desadaptación, internos de hospitales psiquiátricos, autismo y hasta esquizofrenia. Andre Bretón fue uno de los fundadores de la Compagnie d’Art Brut, para recoger estas expresiones. Pero no sólo eso, algunas creaciones de Picasso o Kandisky caben dentro de este concepto. Por primera vez, en 1967 unas cinco mil obras de este arte quedaron a la vista del público en el Museo de Artes Decorativas de París y una muestra se expone actualmente en un castillo en Lausanne, Suiza. El Palacio Ideal es un magnífico ejemplo de cómo la voluntad de una persona, unida a una inteligencia innata, puede, aún en circunstancias extremas y nada favorables, y pese a limitaciones conductuales e intelectuales, llegar a imaginar, crear y llevar a cabo una obra de arte de gran envergadura. La historia ha sido recogida hace poco por una película francesa, con el título de L’incroyable histoire du facteur Cheval.
Héctor Casanueva es académico y ex embajador. Profesor de la Universidad Miguel de Cervantes (Chile), de la Universidad Nacional de Estudios Políticos y Administración de Rumanía y del Instituto Universitario de Investigaciones en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá, España.
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