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Joe Sacco, reconocido novelista gráfico: «Chile puede estar viviendo un cambio cultural» CULTURA

Joe Sacco, reconocido novelista gráfico: «Chile puede estar viviendo un cambio cultural»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El ilustrador y periodista es un veterano curtido en mil batallas y ha venido por primera vez a Chile, invitado por el VII Encuentro de Ilustración y Cómic de La Reina, que se realizó el pasado fin de semana, tras ser aplazado varios días por la crisis social. «El hecho de que la gente comience a hablarse, a comprometerse, puede ser el comienzo de algo. Tal vez es el momento en que la oscuridad, heredada del régimen de Pinochet, comience a iluminarse. Sin importar lo que haga el Gobierno, creo que la gente tiene eso. Ojalá inspire más arte, más teatro, más poesía, porque ayuda a la gente a hacer un relato, a reflexionar sobre lo que están haciendo, y todo eso siempre ayuda a solidificar algo».


El ilustrador y periodista Joe Sacco (Malta, 1960) es un veterano curtido en mil batallas y ha venido por primera vez a Chile, invitado por el VII Encuentro de Ilustración y Cómic de La Reina, que se realizó el pasado fin de semana, tras ser aplazado varios días por la crisis social.

«Pensé que iban a cancelar el festival, pero yo quería venir», explica el autor de las novelas gráficas Notas al pie de Gaza y Gorazde: Zona Protegida. «De hecho, con las protestas tuve más ganas. Creo que uno se puede inspirar por lo que está pasando en Chile. Hay un aire que nunca respiré antes», y de hecho espera poder crear algo con ello en un futuro próximo.

Nacido en Malta, cuando era bebé sus padres se mudaron primero a Australia y luego a Estados Unidos, adonde llegó a los 12 años, aunque también ha vivido en Berlín. Cultor de la novela gráfica, entre los escenarios de sus obras figuran lugares tan conflictivos como Palestina y los Balcanes, donde reporteó in situ, «entrenamiento» que le ayudó a la hora de llegar a Chile el miércoles 23 de octubre, en pleno toque de queda, y alojarse en un hostal cercano a Plaza Italia.

La contingencia lo obligó a mudarse el día siguiente a una casa de los organizadores, luego que un hotel cercano al suyo fuera saqueado, sin que esto le impidiera asistir a marchas y asambleas para tomarle el pulso a la «revuelta de octubre» que sacude a Chile desde el mes pasado.

«Llegué en pleno toque de queda. No había nadie en las calles, solo soldados y puntos de control, y restos de barricadas», recuerda. «Era raro viniendo a un festival de cómics», dice, aunque por otro lado no estaba lejano con el tiempo de las figuras que conocía antes de venir: Salvador Allende y Augusto Pinochet.

«Me interesaba el tema de lo que Allende hizo bien, lo que hizo mal, sus problemas económicos, y la reacción increíblemente dura, brutal» posterior.

Días extras para Chile

Sacco ya había estado en América Latina (México, Brasil, Argentina, Perú y El Salvador), aunque dice que empezó a conocerla tarde, en los últimos siete años.

«Cada país es distinto, pero he desarrollado una preferencia por venir aquí», comenta. «Con frecuencia vengo a dar charlas o voy a festivales, y siento que la gente aquí responde muy bien a mi trabajo», con una cálida acogida que no suele haber en otros lugares y que le recuerda a su isla mediterránea natal.

«Recibo muchas invitaciones y siempre me pregunto por qué iría a un lugar u otro. (En el caso de Chile) pedí unos días extras para entrevistar a algunos economistas sobre neoliberalismo, porque este es el lugar donde comenzó todo. En el sentido periodístico, es una buena coincidencia estar aquí ahora», comenta.

Esos días de toque de queda los vivió con extrañeza, sobre todo porque el Presidente Sebastián Piñera «había dicho que estábamos en guerra. Pero este no era un país en guerra en el sentido en que él lo dijo. Con seguridad había un conflicto en desarrollo, pero sube de nivel si pones soldados en la calle y tienes estado de emergencia».

¿Qué es normal?

Con los militares en la calle «obviamente tratas de hacer que la gente se sienta de determinada manera. Uno no lo esperaba en una ciudad que unos días estaba normal, entre comillas, porque, ¿qué es normal? ¿Es normal tener este nivel de desigualdad? Es algo que puedes decir de Chile, pero también de Estados Unidos y de muchos países del mundo. En Portland (donde vive) hay 50 mil personas viviendo en la calle. Hay carpas en todos lados y la mitad del presupuesto policial es para lidiar con eso».

Una desigualdad que él vincula con los Chicago Boys, el grupo ideológico que entronizó el neoliberalismo en Chile en los años 80.

Por otro lado, Sacco también sabía del «buen nombre» que tenía nuestro país en el exterior, vinculado a un modelo económico sobre el cual ha leído bastante en los últimos años para intentar comprenderlo.

«Chile siempre es nombrado como uno de los ejemplos» de este modelo, asociado con Margaret Thatcher, donde «el milagro chileno parece una montaña rusa, con inflación alta y luego baja, igual que con el empleo, con el subempleo o el empleo precario y mal pagado. Puedes tener un empleo, pero vivir a crédito, que es en la trampa en la cual estamos en Estados Unidos. La mayoría no gana lo suficiente para vivir y la tarjeta de crédito no solo se usa para bienes de consumo, sino también para pagar una cuenta. Todo el mundo vive en una especie de mentira».

Violencia estatal y particular

Sacco además interpreta la violencia existente en los disturbios –ya sea contra la policía como contra la propiedad pública y privada– como fruto de una frustración, pero se pregunta quién la comete, «porque eso no está tan claro».

«A veces son agentes, provocadores, a veces simplemente es gente con exceso de testosterona, que tiene una chance de dejarla salir. Y cuando esa violencia choca con una represión extrema, empieza a tener su propia lógica, pero también puede alejar a personas que pueden estar a tu lado».

«Yo prefiero la acción no violenta, pero por otro lado, la gente se ha manifestado muchas veces, por muchos años, ¿y cuáles han sido los resultados?».

Sin embargo, además apunta a la violencia estatal.

«Extrañamente, esa nosotros todos la aceptamos de alguna manera. Hay teoría política que dice que la violencia solo debe estar en manos del Estado, así que de alguna forma aceptamos eso. Pero también debemos ver una violencia totalmente desproporcionada en relación con lo que está pasando. Hemos visto eso en Chile y otros países occidentales. Es parte de lo que hace la policía, es lo que entrenan».

En el caso de Chile, Sacco ve además una posible herencia de prácticas de la dictadura, no solo de la Constitución, «sino la manera de hacer las cosas».

«Mucha gente que se formó bajo el régimen de Pinochet, como me han dicho algunos, y suena razonable, probablemente hoy ocupa posiciones de liderazgo. ¿Qué formación tienen? Una formación represiva y dictatorial», plantea.

«Veo solidaridad»

Por otro lado, antes de venir el artista ya sospechaba que los acontecimientos eran mucho más que la violencia y los destrozos en que suelen enfocarse los medios de comunicación, especialmente la televisión.

«Si tuviera que resumir lo que estoy viendo en una palabra, diría ‘solidaridad’. Al menos hasta ahora, hay vecinos que hablan con otros vecinos con los que nunca habían trabado una palabra antes, veo que la gente se reúne, conversa, intenta entender cosas y decidir cosas. Estuve caminando por el centro con mi amiga Consuelo y unos jóvenes habían puesto una mesa en la calle y nos invitaron a almorzar, invitaban a cualquiera a almorzar y conversar», cuenta.

«Eso es algo muy inusual. Obviamente uno nunca sabe cómo terminan las cosas, o qué clase de oscuridad podría repetirse, pero definitivamente es un momento hermoso. Creo que uno puede estar seguro… obviamente en una manifestación puede pasar cualquier cosa, pero creo que en general los manifestantes intentan ser pacíficos. Hay una especie de alegría revolucionaria, según yo lo veo».

«Pon a mucha gente en las calles, especialmente a aquellos que son temidos por el gobierno –como madres con sus hijos– y mostrarás que no son solo unos chicos tirando piedras, sino que somos todos. Es el pueblo».

El propio Sacco ha ido a algunas marchas y asambleas en diversos vecindarios, y está conversando con muchas personas para hacerse una idea de lo que está pasando, entre otros, especialistas como Gabriel Valdés, Carlos Tromben, Manuel Riesco y Manuel Antonio Garretón.

«La gente intenta hallar su voz, y se sienten contentos porque otros los escuchan. Vi algo de eso en el movimiento Occupy en Estados Unidos hace unos años, pero no tuvo la misma magnitud ni la mezcla de clases sociales que aquí. Aquí hay gente pobre, con muchas razones para protestar, pero también clase media. Muchos tienen deudas estudiantiles, pero además saben que sus pensiones, incluso profesores universitarios con los que hablé, no alcanzarán de ninguna manera, porque nadie puede vivir con 200 dólares mensuales. Todos tienen razones para protestar. Es una especie de educación».

«La élite se había alienado. Es un logro, aunque no bueno», remata.

Papel del artista

¿Cuál es el papel del artista en estas circunstancias?

«Es una gran oportunidad para los artistas», responde. «Muchos nunca viven algo así. Es una especie de momento revolucionario, al menos en la conciencia de la gente. Si yo fuera chileno, si fuera un ilustrador, por ejemplo, estaría en la calle, hablando con la gente, documentando cosas, grabando, captando el momento y produciendo una narrativa que no sea la gubernamental. Creo que la gente puede producir su propia narrativa, y creo que en ello reside el poder del artista en este momento, su papel, que es muy importante».

Para Sacco hay que reflejar los sentimientos y pensamientos de las personas, una labor que realizan a diario los poetas, «que inspiran a la gente y les recuerdan estos momentos».

El artista admite que Chile puede estar viviendo un cambio cultural.

«El hecho de que la gente comience a hablarse, a comprometerse, puede ser el comienzo de algo. Tal vez es el momento en que la oscuridad, heredada del régimen de Pinochet, comience a iluminarse. Sin importar lo que haga el Gobierno, creo que la gente tiene eso. Ojalá inspire más arte, más teatro, más poesía, porque ayuda a la gente a hacer un relato, a reflexionar sobre lo que están haciendo, y todo eso siempre ayuda a solidificar algo», subraya.

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