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Filósofa Olga Grau y la conexión entre el estallido social y la pandemia: “Pensar lo impensable es un desafío imprescindible” CULTURA

Filósofa Olga Grau y la conexión entre el estallido social y la pandemia: “Pensar lo impensable es un desafío imprescindible”

En el contexto de la crisis sanitaria mundial provocada por el COVID-19, el manejo político y económico por el que opta cada Estado está bajo la lupa y, junto con ello, la urgencia de pensar en términos biopolíticos el confinamiento y los efectos que traerá este a nivel social. En tal escenario, la filósofa feminista y profesora de la Universidad de Chile, reflexionó sobre algunos aspectos de esta pandemia, estableciendo vínculos con el estallido social chileno desde su posicionamiento feminista y, por ende, político.


Durante estas semanas una batahola de información en torno al coronavirus y sus nefastos efectos en la salud y en la vida de las personas ha marcado la pauta, en tanto que los gobiernos de todo el mundo han tenido que reaccionar ante esta pandemia. Es una crisis sanitaria pero también política y económica, en la que se pone en cuestión el rol del Estado y sus medidas en pos de detener el rápido contagio del virus.

En un mundo globalizado estas informaciones en redes sociales se viralizan, generando un “pánico colectivo”, lo que se traduce, en cierta medida, en preguntarnos como sociedad chilena, una vez más, por los derechos sociales y si el Estado debiese o no ser garante de tales.

Por otra parte, existe un trasfondo que en concomitancia con la salud pública nos exhorta a pensar en  términos biopolíticos, en el confinamiento y reclusión de nuestros cuerpos y la administración del poder para regular el tránsito de estos. En la toma de decisiones por parte del Estado, cuya raíz es filosófica. Ante este escenario, los filósofos y las filósofas han disputado con argumentos distintas posiciones en torno a este estado de emergencia mundial. Giorgio Agamben, Jean-Luc Nancy, Slavoj Žižek, Byung-Chul Han, Judith Butler, entre otros.

En esta entrevista, la filósofa feminista y profesora de la Universidad de Chile se refiere a algunos aspectos de esta pandemia, estableciendo vínculos con el estallido social chileno desde su posicionamiento feminista y, por ende, político.

Un cambio estructural profundo en la economía

-En una época globalizada y de capitalismo financiero, lo que ocurre a nivel de salud pública nos plantea desafíos y/o cambio de visiones. ¿Cómo podría aportar la filosofía política?
-Previamente a contestar directamente la pregunta, quisiera decir que la filosofía política no es neutra, no aporta de suyo, y necesariamente, a un cambio de visión. Implica ideas y posicionamientos frente a lo que acontece en la vida social y política, siempre cruzada por la dimensión económica, manifestándose un campo en disputa en que se expresan diversos análisis que apuntan en distintas direcciones. Quienes piensan, hablan, escriben y actúan en la vida social, y que pertenecen al quehacer filosófico con fuerte interés en lo político, lo hacen desde un lugar particularizado. Y esto podemos comprobarlo en algo tan cercano en nuestros días como es la abundante producción de textos y columnas de parte de filósofos y filósofas nacionales.

Un aporte desde este tipo de reflexiones es posible a partir de la asunción crítica radical respecto de un sistema que nos envuelve densamente de maneras muy perversas y dañinas, con sus respectivas complejidades. Hemos estado estos últimos meses ante dos acontecimientos que eran impensables en su dimensión expansiva y global, y que de algún modo se articulan: el estallido social y la pandemia. Pensar lo impensable es un desafío imprescindible desde la experiencia que estamos teniendo y que nos pone de manera palmaria ante la imbricación estrechísima de lo político y lo biológico. Pensar sin prisa neoliberal y con el aparato crítico filosófico de la sospecha es algo que hace sentido a quienes nos ocupamos de alguna manera de los asuntos políticos, independientemente incluso del ejercicio de la disciplina filosófica.

Desde mi posicionamiento feminista y con una concepción de la igualdad que piensa en la importancia de la distribución igualitaria de los bienes sociales y del reconocimiento y justicia respecto de las diferencias y diversidades, me parece de una gran violencia, también como generador de violencia, un sistema económico que se sostiene en lógicas de mercado y de capital financiero y que ha producido de manera muy racional las condiciones para su globalización, afectando políticamente todas las dimensiones sociales.

Un sistema que produjo una estructura cerrada, aparentemente sin posible modificación, que se implantó dañando profundamente a gran parte de la población y que no ha tenido en cuenta la cobertura igualitaria de la salud. Hemos vivido en políticas de estado subsidiario, las que en nuestro país desatendieron gravemente el sistema de salud pública, así como también otras áreas sustantivas, las que cubiertas todas desde otra lógica permitirían el bienestar social. Hemos habitado bajo el techo de un sistema que generó problemas muy severos de salud pública, donde la salud mental de la población se ha visto afectada por problemas de depresión significativos y, en forma especial, expresados de mayor manera en la salud mental de los y las jóvenes y de las mujeres. El proyecto Milenio de estudios de la depresión, radicado en la Universidad de Chile, ha mostrado que este problema de salud es muy profundo en nuestro país.

Un cambio del Estado subsidiario implica un cambio estructural profundo en la economía. Ese es el desafío que tenemos por delante, una transformación del sistema económico que devenga en uno que ponga el principio de los derechos sociales como criterio regulador fundamental. Se requiere una completa inversión de los valores con relación a lo público y lo privado, en que los intereses privados tengan el necesario límite a su propia ferocidad.

-¿Cuál es su valoración general de lo que enfrentamos ante esta pandemia? Y en el caso de Latinoamérica, ¿cómo cree que se ha reaccionado y se está reaccionando?
-Lo que se evidencia con esta pandemia es la agudización de una situación de crisis de un orden económico, político, social y cultural, que en absoluto es un problema local, sino que también se expresa en Latinoamérica y en el mundo. Estamos siendo afectados como humanidad por un sistema construido por los sectores de dominación y agenciamiento de ese orden que han realizado una versión del capitalismo llevado a un extremo no conocido hasta ahora, donde la naturaleza ha sido arrasada y dañada de tal manera que la hemos vuelto como amenaza para nuestra propia vida como especie. Y aparece este virus que empezamos a hospedar contra nosotros mismos, así como nos ocurrió con el capitalismo neoliberal, que lleva a encerrarnos, a ser menos ciudadanos, normativizados al extremo, con paliativos y sucedáneos. En este momento, los de la comunicación electrónica, televisiva, telemercadista, teletrabajo, educación virtual generalizada, y suma…

Estamos atrapados, pero con salida, la que los pueblos latinoamericanos y de otras partes del mundo se den, atendiendo a sus realidades propias. No podemos sino especular al respecto por el momento y estamos emplazados a crear una forma política que nos sea benigna en muchos sentidos.

En las maneras de responder a la pandemia se han expresado particularidades que dan cuenta de los distintos escenarios políticos que estamos viviendo en Latinoamérica. Sería interesante analizarlas con mayor profundidad. En el caso de nuestro país, creo que existe un manejo un tanto errático de la situación de la pandemia, donde no son claras las orientaciones que conducen la información y la toma de decisiones. Las decisiones se tomaron inicialmente a puertas cerradas por parte del Gobierno y muchas de ellas siguen siendo sin la preparación anticipada de la población y sin la necesaria adecuación previa para enfrentar un conjunto de problemas relacionados con y derivados de la pandemia. Parecemos hormigas desorientadas cuando se sienten amenazadas.

-En la escena chilena, ¿cómo cree que afecta todo esto al sistema patriarcal y neoliberal?
-Veníamos haciendo un proceso muy interesante que ponía cada vez más en entredicho el sistema patriarcal y el capitalismo financiero neoliberal. Asistíamos a un progresivo escenario de movilizaciones de actoras y actores heterogéneos de la sociedad civil reclamando derechos, donde el feminismo se extendió significativamente, haciendo ver la violencia del sistema, las formas de abuso y acoso de los cuerpos de las mujeres y las niñas y los niños, y de las personas de la diversidad y disidencia sexual, evidenciando también el peso nocivo de una educación sexista, androcéntrica, heteronormada e inigualitaria.

Había una complicidad tácita entre estas distintas actorías que se explicita con fuerza durante el estallido social que amenaza las bases del sistema, evidenciando sus efectos para la vida de las personas y de la naturaleza. Asistimos a una revuelta de significados, a una certeza colectiva de que era posible romper los límites de lo posible. Y que era posible hacerlo colectivamente, modificando nuestra Constitución como primera acción política con sentido colectivo real y simbólico, fundamento de las leyes que nos rigen, ajustado a principios competitivos e individualistas.

Y en ese proceso seguimos estando, ahora ocultado, ralentizado, modificado por la pandemia. El proceso encontrará nuevamente un cauce y la pandemia algo nos habrá enseñado en este vivir en contradicciones. Mientras más unidos socialmente nos encontramos durante más de tres meses ,viene el golpe del virus que nos obliga a distanciarnos físicamente. La marcha feminista del 8 de marzo se rebeló anticipadamente contra la amenaza del virus que se veía todavía un tanto lejano y que una semana después declaraba su presencia como pandemia, aplacando progresivamente la fuerza de la rebelión, pero también mostrando la crisis de un Estado debilitado, la fragilidad del capitalismo financiero globalizado, como también de los privilegios, los efectos de un mercado desregulado, y la imposibilidad de lo sostenido como posible. Las heridas de los meses anteriores de revuelta están presentes, no han cicatrizado, no se ha hecho justicia a las violaciones de Derechos Humanos en que incurrieron fuerzas del orden. El silencio respecto de ellas azota los oídos todavía.

«Vivimos en una nebulosa onírica»

-¿Qué posiciones puede adoptar el Estado ante esta emergencia y crisis sanitaria? ¿Cuál es su valoración de las medidas que se han tomado en Chile y se siguen tomando?
-El Estado requiere de manera urgente dirigir recursos para fortalecer el sistema de salud pública e invertir en la salud general de la población. Llama la atención que no se ha hecho referencia a la necesaria atención que hay que prestar a vigorizar el sistema inmunitario de la población. Se ha aplicado una lógica vacunatoria que puede servir para estar mejor defendido contra el virus al no tener la afección de la influenza. Pero no se ha canalizado una política que incremente el sistema inmunológico mismo a través de la entrega gratuita de medicina preventiva, como vitamina C, por ejemplo, recomendaciones de alimentación, asegurar una canasta básica alimentaria para sectores populares con dificultades para su acceso, modificar el sistema de pensiones que tiene debilitada a la población añosa, cuidar activamente a su población joven e infantil, atender a las necesidades específicas de la salud de las mujeres y la población de disidencia sexual. ¿Posible o imposible? ¿Desde dónde definimos aquello? La voluntad política puede hacer mucho ante esta crisis sanitaria, pero reconfigurando el sistema que tiene a un sector importante de la población en el descampado de salud.

En este momento estamos inmersos en una sobreproducción de mensajes amenazantes para nuestra vida, una cuenta pública diaria de los contaminados que se ha puesto en duda por la falta de credibilidad del Gobierno y de todo el aparataje estatal actual, por las decisiones que se toman sin previa preparación de la población para comportamientos que no contradigan los mismos supuestos de evitación del contagio. En fin… vivimos en una nebulosa onírica, rara… La reflexión política se hace necesaria para despejarla en parte o entrar en discusiones que aumenten la percepción de rareza. O en nuevas contradicciones.

-Si tuviera que recomendar un libro para estos días, ¿cuál sería?
-Si pensamos en lo que ya ha sido publicado en Chile, en relación con el estallido social eso sí, pero donde se da a pensar nuestra configuración como sociedad y se especula sobre el futuro, recomendaría el libro Evadir. La filosofía piensa la revuelta de octubre 2019, donde muchos filósofos y algunas filósofas refieren al estallido en una comprensión de este desde una pluralidad de voces con insistencias comunes: la fractura social que organiza nuestra vida social, el hueso del esqueleto dañado.

Y para unos días más, recomendaría un libro que está por publicar la editorial LOM, Escrituras feministas en la revuelta. Es un libro que ofrece textos reflexivos de mujeres feministas jóvenes, vinculados muy fuertemente a experiencias propias de lo que vivimos como mujeres después del 18 de octubre, junto a otros textos de carácter ensayístico en que se intenta pensar el fenómeno del estallido social desde una perspectiva feminista. Fueron escritos durante enero y parte de febrero. Deseábamos como editoras, con Luna Follegati y Silvia Aguilera, lanzarlo antes de que terminara el mes de marzo, pero el virus hizo lo suyo en detenerlo. La pausa no opacará su fuerza.

En un cierto sentido pudieran parecer documentos del pasado ante la emergencia de la crisis sanitaria, pero más bien son registros de potencia futura, que se dibujarán de manera más clara. Todavía.

 

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