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Cultura y derechos constitucionales CULTURA|OPINIÓN

Cultura y derechos constitucionales

Somos un pueblo que no da a la cultura el lugar primordial que requiere para el desarrollo de nuestra existencia como nación. No se dan los espacios, ni los recursos, ni el conocimiento universal de que la cultura no es solamente las actividades artísticas. Cultura es la mujer, el hombre, los seres humanos de esta tierra y sus acciones.


Qué es cultura. La cultura no es solo la música, la pintura, la danza, el teatro, el cine, las artes visuales, la arquitectura, el circo, la literatura. No. La cultura engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, las tradiciones y las creencias. La cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el ser humano se expresa, toma conciencia de mismo. Según la Unesco, “la cultura es el conjunto de los rasgos distintivos: espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o a un grupo social”.

Mientras en nuestro país no se entienda lo que realmente es cultura y se la mire como el pariente pobre del fisco, un hobby, una mera entretención del momento; mientras el Estado y los políticos no lo entiendan y actúen en consecuencia, jamás podremos superarnos como nación, seguiremos siendo una sociedad a medias, con plata pero ignorante, clasista, rastrera, soportando la mentira y el robo institucionalizados, el pisoteo y el maltrato gratuito que anula la dignidad, aceptando que se dicten leyes y nadie las cumpla, una nefasta distribución de la riqueza, que unas pocas familias sean dueñas del país, que tengamos que soportar programas de televisión en que se premia y ensalza la tontera, el arribismo; que sigamos aguantando que públicamente se emitan declaraciones en que se acepta la tortura y el poder de asesinos que aplastan, niegan, y aún se pasean por las calles de la ciudad… sin que nadie haga nada.

[cita tipo=»destaque»]Estamos en un proceso de desintegración social que garantiza no solo que el problema delictual continuará en aumento, sino que nuestra sociedad manifiesta diferentes patologías que a la larga nos llevarán a crisis y convulsiones de impredecible naturaleza y no solamente de seguridad pública. La violenta disputa territorial entre traficantes de drogas en poblaciones tiene en la cúspide de la pirámide a narcos mayoristas: sofisticadas organizaciones criminales que, apoyadas en el tráfico internacional de armas y en la corrupción de funcionarios, expanden un negocio fuera de control.[/cita]

Somos un pueblo que no da a la cultura el lugar primordial que requiere para el desarrollo de nuestra existencia como nación. No se dan los espacios, ni los recursos, ni el conocimiento universal de que la cultura no es solamente las actividades artísticas. Cultura es la mujer, el hombre, los seres humanos de esta tierra y sus acciones.

De acuerdo al modo en que la Unesco ha definido la cultura, donde se precisa que “es el conjunto de los rasgos distintivos: espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o a un grupo social”, y que engloba “los derechos fundamentales del ser humano”, al pensar en una nueva Constitución verdaderamente democrática, en que los valores culturales deben estar presentes en todos los ámbitos de la vida de las personas, se deben abolir y/o transformar las siguientes aberraciones que existen en Chile:

1.- Gran desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza. El 1% más rico es el dueño del 30% de la riqueza del país. Son grandes conglomerados familiares que dominan la economía con presencia en tres o cuatro sectores básicos: Matte (forestal, minería, energía, banca), Angelini (forestal, minería, pesca, combustibles), Luksic (minería, energía, bebidas, banca, TV). Junto a Horst Paulmann y Sebastián Piñera, suman más de 40 mil millones de dólares, o sea, cerca del 20 por ciento del PIB en cinco familias de un país de casi 19 millones de habitantes.

2.- Chile, único país del mundo en que el agua es privada.

3.- Los parlamentarios son reelegidos indefinidamente, percibiendo sueldos millonarios mientras el salario mínimo no alcanza para sobrevivir a miles de familias que viven en absoluta precariedad.

4.- El reconocimiento constitucional de nuestros pueblos originarios es una deuda histórica que Chile carga por siglos, su desconocimiento se ha traducido en la negación de nuestro pasado, lo que en el presente se ha convertido en un profundo quiebre social.

5.- El sistema de pensiones chileno enriquece a las grandes empresas a costa de los jubilados. Es uno de los grandes pendientes de Chile para garantizar los derechos básicos de la ciudadanía. Los principales beneficiarios del negocio de las AFP son los grandes grupos económicos del país, como la banca y las transnacionales de sectores como la minería. El 40% de los fondos de previsión se invierte en el extranjero y alrededor del 15% en grandes empresas nacionales, ya sea en bonos o acciones. Así, las pensiones de los adultos mayores y los jubilados son miserables. Es un sistema obsoleto, humillante y profundamente injusto.

6.- La gente que no posee suficientes recursos para su salud muere en las salas de espera de los hospitales. Chile es uno de los países más privatizados del mundo en relación con el gasto en salud. La mayor parte de lo disponible para este gasto proviene directamente del presupuesto de las familias. El gasto privado en salud no es solidario con los más pobres, porque no hay un fondo universal. El derecho a la salud en Chile está en función de la capacidad económica de las personas.

7.- La educación es desigual porque Chile es desigual, brutalmente desigual, segregado, no hay igualdad de oportunidades y las castas sociales solo reproducen, por décadas y décadas, dichas diferencias. El 1% del país que mencionábamos unas líneas más arriba, posee un ingreso 40 veces superior al 80% de la ciudadanía. Nuestra educación no avanza ni mejora, el país no está avanzando ni mejorando, al menos no para el 80% de la ciudadanía, aunque sí para el 1%.

8.- El problema del transporte público tiene una fuerte influencia en la vida cotidiana de las personas, sobre todo si se trata de los sectores de bajos recursos, condicionando en gran medida los procesos de exclusión o integración con el resto de la ciudad. Esto último tiene efectos significativos en la población, pues se ven menos favorecidos para acceder a posibilidades laborales, educativas y de consumo que se encuentran la mayoría de las veces fuera de la comuna.

9.- ¿A alguien le puede extrañar que en Chile estemos con un alto nivel de delincuencia cuando más del 30% de la riqueza del país está concentrada en el 1% más rico de la población? Estamos en un proceso de desintegración social que garantiza no solo que el problema delictual continuará en aumento, sino que nuestra sociedad manifiesta diferentes patologías que a la larga nos llevarán a crisis y convulsiones de impredecible naturaleza y no solamente de seguridad pública. La violenta disputa territorial entre traficantes de drogas en poblaciones tiene en la cúspide de la pirámide a narcos mayoristas: sofisticadas organizaciones criminales que, apoyadas en el tráfico internacional de armas y en la corrupción de funcionarios, expanden un negocio fuera de control. Armamento de guerra, teléfonos satelitales, laboratorios y lavado de dinero vía empresas de transporte y constructoras, todo le sirve al narco. Crece el consumo al tiempo que los narcos mayoristas asientan su poder.

10.- No se respeta la mayoría de los Derechos Humanos. Según las Naciones Unidas, los Derechos Humanos son “derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción de sexo, nacionalidad, lugar de residencia, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, edad, partido político o condición social, cultural o económica. Todos nosotros tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna”. De acuerdo a la ONU, podemos distinguir 30 derechos humanos. En Chile no se respeta la mayoría de ellos:

Todos hemos nacido libres e iguales; Nadie tiene derecho a discriminar; Nadie tiene derecho a dañarnos o torturarnos; Todos somos iguales ante la ley; El derecho a un juicio; Hombres y mujeres tienen los mismos derechos, tanto cuando están casados como cuando se separan; El Derecho a la democracia; Seguridad social: todos tenemos el derecho a una vivienda decente, a cuidados médicos, educación, guardería infantil, suficiente dinero para vivir y atención médica si estamos enfermos o somos mayores; La educación es un derecho, al menos la escuela primaria debería ser gratuita; Todos tenemos el derecho a disfrutar de las cosas buenas que el arte, la ciencia y la enseñanza nos brindan; Nadie puede arrebatarnos nuestros Derechos Humanos.

11.- Estado subsidiario. El Estado benefactor surgió en casi todo el mundo tras la II Guerra Mundial. Fue una suerte de pacto social para distribuir la riqueza nacional de forma más equitativa y evitar el malestar social. El Estado subsidiario comenzó en la década del 70 con la dictadura de Pinochet; se consolidó con la aprobación de la Constitución de 1980. Se consagra la subsidiaridad del Estado como eje articulador del nuevo modelo de desarrollo chileno, en el que los derechos sociales se transforman en bienes de consumo y el Estado se desentiende de sus responsabilidades históricas.

  • El Estado benefactor procura el pleno empleo junto con las bolsas de trabajo en las épocas de aumento del desempleo. En cambio, el subsidiario deja en manos de las fuerzas del mercado las del empleo y los precios.
  • El Estado subsidiario no garantiza la protección social para la satisfacción de las necesidades básicas de empleo, alimentación y servicios públicos. Tampoco se enfoca en leyes laborales de protección al trabajador en cuanto a remuneración, jornadas laborales, derecho a huelga, jubilación, etc.
  • El Estado tampoco asume el rol de responsable del bienestar de sus ciudadanos ni garantiza la seguridad social. Sus funciones se limitan a garantizar la seguridad nacional y personal.
  • A diferencia del Estado benefactor, en el Estado subsidiario la educación es responsabilidad de las familias, no del Estado.

12.- El medioambiente. El modelo que impera en nuestro país, las políticas de desarrollo que son impulsadas, tienen una base que implica la destrucción de la naturaleza y el sometimiento de los pueblos originarios, de las personas que viven en los territorios, bajo una lógica extractivista que pone por encima del bienestar de las personas el retorno económico en beneficio de un grupo restringido. Hay proyectos que son apoyados por el Gobierno, de inversión económica, que afectan la conservación de la biodiversidad. No hay ni un atisbo de disminuir la tasa de incremento en las emisiones, se siguen incrementando y las decisiones no van en la dirección que la comunidad científica indica, que es que tenemos realmente que detener el incremento primero.

Concluyendo, un pueblo que intenta desarrollarse democráticamente, mientras el 1% más rico es dueño del 30% de la riqueza, donde unas cuantas familias son poseedoras de recursos básicos del territorio, que entrega un alto porcentaje de su principal producción, el cobre, a las Fuerzas Armadas, que permite que el agua sea privada, que acepta que los parlamentarios sean reelegidos indefinidamente, percibiendo sueldos millonarios mientras el salario mínimo no le alcanza para sobrevivir a miles de familias que viven en absoluta precariedad, que no sean reconocidos los pueblos originarios, que las pensiones de los adultos mayores y los jubilados sean miserables y que la gente que no posee suficientes recursos para su salud muera en las salas de espera de los hospitales, que para tener una buena educación haya que pagar cantidades desmesuradas de dinero, que deba pasar 3 a 4 horas en el transporte público que los lleva desde su casa al trabajo, en fin, que deba aceptar el abuso de los más ricos, el clasismo, el racismo, la homofobia, es un pueblo que estará estancado en el subdesarrollo.

Un pueblo así será presa fácil del neoliberalismo/neocolonialismo, pues es un pueblo que perdió la conciencia de sí mismo, el alma nacional, su lugar en el mundo, un pueblo que perdió valores vitales, como el compromiso, la solidaridad, la fraternidad, la igualdad… que no entendió que su relación con la sociedad depende de un estado individual permanente de pertenencia a una nación con tradiciones y valores que debe otorgarle dignidad, libertad, imaginación creadora, respeto y fraternidad con la comunidad, paz y felicidad. Dicha conciencia, y práctica, es esencial para considerarnos un país en que la cultura esté presente cada día de nuestras vidas.

Por lo tanto, necesitamos una transformación profunda en nuestro país. Y ello lo lograremos, entre otros cambios, con una nueva Constitución redactada por una Asamblea Constituyente, un nuevo modelo económico, recuperación de las riquezas básicas, protección del medio ambiente, salud y educación públicas, salarios decentes, fin de las AFP, renovar nuestro Parlamento para que esté compuesto por ciudadanos de diverso origen socioeconómico y étnico, de distintos oficios, hombres y mujeres capaces, pero “común y corrientes”, que reemplacen a este grupo que tenemos hoy, desconectado de las necesidades de todos y todas, contar con una clase política compuesta por individuos conscientes de la necesidad de rescatar el alma nacional a través de políticas que den a la cultura el lugar primordial que corresponde a una nación democrática y moderna, como debe ser Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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