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Bióloga colombiana Brigitte Baptiste analiza la conversación entre los saberes ancestrales de los pueblos indígenas y el conocimiento científico occidental

Tatiana Oliveros
Por : Tatiana Oliveros Artista, colaboradora de El Mostrador Cultura
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Para la rectora de la Universidad AEN de Colombia y miembro de la IPBES -la plataforma global de la biodiversidad- donde hizo parte de la fuerza de trabajo de conocimientos tradicionales, indígenas y locales, resulta incomprensible que en pleno XXI, con todos los avances en perspectivas de ética y de derecho, aún no se haya resuelto el tema de la asimetría política con los pueblos originarios en América. «Me imagino que es lo que está pasando en Chile con el pueblo mapuche. Están todas las razones para sentirse indignados», sostiene. La bióloga, que trabajó por años en la selva amazónica, reflexiona que muchos los problemas que estamos enfrentando en el mundo de hoy «fueron creados por nosotros mismos con esa ruptura entre naturaleza y sociedad». En cuanto a la perspectiva sobre el conocimiento ancestral y el conocimiento científico occidental, Baptiste sostiene que la principal crítica del saber indígena al saber científico es que este último toma a la naturaleza como un objeto de estudio de donde se extraen datos que se analizan estadísticamente para dar cuenta de la realidad, en cambio, para los saberes ancestrales, la realidad es la acumulación de observaciones interpretadas y que son acordadas con su grupo cultural, de tal modo que la verdad no depende de los hechos, sino de los contextos epistemológicos distintos. «Es momento que las academias comiencen a abrir la cabeza para estar en disposición de escuchar los otros saberes», afirma.


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