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«La ciudad eterna»: Una historia de detectives y política  ambientada en la Roma de Nerón CULTURA

«La ciudad eterna»: Una historia de detectives y política ambientada en la Roma de Nerón

La novela traslada a los lectores al 62 d.C. y los adentra en la investigación de un brutal crimen que llevará a los protagonistas a desentrañar una conspiración vinculada con las altas esferas de poder del Imperio. «Yo quería escribir una novela histórica y busqué no solo una época -el 62 d.C, con Nerón como emperador-, sino también un espacio geográfico y Roma fue una ciudad y un imperio apasionante, de hecho, quiénes lean el libro, verán que la ciudad de Roma es un personaje –y un personaje central diría yo- de la novela», dice su autor, Guillermo Pilgrim, quien se inspiró en el Chile de hoy.


Un policial histórico ambientado en la antigua Roma acaba de publicar Guillermo Pilgrim con «La ciudad eterna» (Editorial Planeta)

La novela traslada a los lectores al 62 d.C. y los adentra en la investigación de un brutal crimen que llevará a los protagonistas a desentrañar una conspiración vinculada con las altas esferas de poder del Imperio.

Con elementos de la novela histórica y el relato policial, Pilgrim publica esta historia intrigante que describe a Nerón como nunca ha sido retratado.

«Siempre que me preguntan en qué me inspiré para escribir ‘La ciudad eterna’ contesto que fue en el Chile de hoy», señala su autor. «Los romanos tenías los mismos problemas nuestros, los mismos: se quejaban de la corrupción estatal y policial, de los precios excesivos de la vivienda, del tráfico, había discusión sobre los inmigrantes, los políticos en lucha permanente por ser populares y queridos, a veces a costa de darse vueltas de carnero insólitas».

«La cultura romana era muy parecida a las culturas modernas en general… no estoy refiriéndome solo a los lugares comunes -el Estado, la Constitución de leyes, el ejército-, sino que me refiero a sus costumbres, a sus modos de relacionarse, a sus creencias y valores. La sociedad romana de ese momento no tiene muchas diferencias con el Chile contemporáneo, se trata de un tiempo agitado políticamente, lleno de cambios y situaciones sorpresivas que obligaron a ese pueblo a re-formularse, a cuestionar las bases de su sociedad, a re-pensar todo lo que tenían por inamovible, para renacer».

Joven mutilada

Todo comienza cuando el cuerpo mutilado y violado de una joven patricia es encontrado lejos de su hogar, en la Subura, el barrio más popular de la ciudad.

Al lugar del crimen llegarán Lucius Geminius Celsus, exlegionario, romano ejemplar e integrante de la Cohorte Urbana —la policía del Imperio—, y Cornelia Merga Ocella, una enigmática y sensual mujer con una inteligencia privilegiada y un pasado misterioso.

Juntos, se embarcarán en una vertiginosa investigación para esclarecer el brutal asesinato y poco a poco se verán envueltos en una conspiración que los llevará hasta las altas esferas de poder del Imperio y que incluso pondrá en peligro sus vidas.

Esta ficción histórica además adentra a los lectores en los inicios del cristianismo y retrata a un Nerón desconocido hasta ahora.

«Tengo la impresión que fue tratado injustamente en la mayoría de las ficciones que conocemos en torno a él. Casi nadie lo sabe, pero Nerón era una persona muy sensible, muy buen poeta, gran actor, extraordinario músico y buen cantante, ciertamente mucho más humilde que la mayoría de los otros emperadores e incluso que otros patricios de su tiempo», opina el autor.

«Creo que se trata de una novela que, por su distancia histórica, permitirá a los lectores y lectoras tener una mirada extrañada y reflexiva sobre nuestro propio tiempo. De algún modo, rememorar el pasado es mirarnos en un espejo oblicuo que nos devuelve la imagen de lo que somos hoy», afirma Pilgrim.

Un escenario perfecto

El autor explica que decidió ambientar esta historia en la Roma del siglo I después de Cristo porque, a su juicio, es un período temporal que, como telón de fondo, es perfecto para el desarrollo de cualquier historia.

«Por otro lado, yo quería escribir una novela histórica y busqué no solo una época -el 62 d.C, con Nerón como emperador-, sino también un espacio geográfico y Roma fue una ciudad y un imperio apasionante, de hecho, quiénes lean el libro, verán que la ciudad de Roma es un personaje –y un personaje central diría yo- de la novela», dice.

Pilgrim destaca que en los doscientos años que van entre el siglo I a. C. y el I d. C. sucedieron algunas de las cosas más notables en la historia de occidente, particularmente en Roma.

Entre ellos, el levantamiento de esclavos de Espartaco, la dictadura de Sila, la guerra civil de César con Pompeyo, el ascenso de César, su asesinato, la caída de la república y el nacimiento del imperio, la existencia de Jesús en Judea, emperadores como Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y, por supuesto, el incendio en Roma durante el reinado de Nerón.

Una época al detalle

Este libro se hace cargo a cabalidad de un periodo histórico y de una ciudad, y Pilgrim describe en detalle el ambiente de una época.

«Una de las cosas que me encanta de las novelas históricas -y creo que nos pasa a todos los que somos fans de ellas- es precisamente eso, que las peripecias o las acciones se instalan en un marco escénico que es un tiempo histórico, de manera que la novela no solo narra una ficción, sino que también compone un cuadro epocal, explica detalles de la vida cotidiana, articula la representación de un mundo que, además, ya se ha ido, que ya no es ni será, por tanto, si bien es una novela policial, tuve mucha conciencia que está ambientada en el siglo I d. C», comenta.

«Yo seguí ese canon de la novela histórica, quería que la gente al leer el libro viviera en esa ciudad, en esa época, pero sin ser aburrido ni enciclopédico, todo lo ‘histórico’ se desliza dentro de la narración», afirma.

De esta manera, el libro es muy entretenido y también –por qué no- pedagógico -en el buen sentido del término- y, de alguna manera, a Pilgrim le gusta creer que es también un rescate a una mundo, una época que ya no existe.

«Hace poco tuve la suerte de poder estar en Pompeya, en las ruinas, y es… fascinante… es lo menos que se puede decir. Hay una ciudad completa allí, una ciudad grande, con edificios públicos enormes, con santuarios y prostíbulos, teatro -un teatro hermoso-, circo, con baños públicos y acueductos… ¡tenían acueductos!».

«Y uno piensa: hay una lección de belleza, de civilización, de cultura en estas ruinas y, también, una lección de humildad: es una ciudad espectral, es la fantasmagoría de algo que fue, que desapareció en el océano del tiempo y que ya nunca será más, que, a pesar de su belleza, se ha ido para siempre. Toda la gente, todas las historias, todas las vidas que se gastaron ahí, desde el gobernador a la puta, todo se fue, como sucederá con nosotros también».

Una religión de esclavos

Otro factor clave del libro es el cristianismo, que estaba recién comenzando en el periodo en que está ambientada la novela.

Para Pilgrim, hasta cierto punto, no deja de ser un misterio cómo una religión de esclavos, de clases bajas, sin ninguna importancia en su origen, llegó a convertirse en la visión hegemónica de la fe durante siglos.

«Si uno lo reflexiona, no deja de ser impresionante, se trata de una pequeña secta, en su origen perseguida y nada bien vista por las clases altas y de la elite cultural y de poder, que termina articulándose como el discurso imperante en términos de fe; en épocas donde religión y política no estaban separadas, por tanto, actúa también como un poder político, económico y social», analiza.

«Nuestra cultura está muy, pero muy permeada por el cristianismo. Cuando uno recorre la historia de la civilización occidental y de su imperialismo -del que somos parte, pues, la conquista de América impuso a fuego esa cultura en nuestro continente- resulta evidente que más de la mitad de esa construcción, está completamente modelada por el cristianismo, después de todo, es una de las religiones con más adeptos en el mundo».

El rescate de Nerón

En «La ciudad eterna» además hay un rescate de Nerón, a quien Pilgrim califica de «personaje sorprendente».

«Tanto su vida pública, como su vida privada están llenas de eventos terribles y maravillosos», subraya.

Pilgrim advierte que la imagen que ha entregado Hollywood es, por supuesto, construida por la política cultural de Estados Unidos, es decir, puritana y extremadamente cristiana.

Sin embargo, «lo cierto es que Nerón fue un emperador preocupado por el pueblo romano, diría que ese fue uno de sus principales intereses; intentó regenerar el Estado para convertirlo en un agente benefactor de las familias más pobres y produjo leyes muy concretas a ese respecto, fue precisamente por eso que el senado y las elites económicas se volvieron en su contra. Por supuesto, no incendió Roma, de eso no tengo dudas».

Por otra parte, tuvo una vida personal muy complicada: una madre que pasó de sobreprotectora a controladora y finalmente a «no tengo otro modo de decirlo, malvada».

«Nerón tuvo también una vida sentimental agitada: amores tortuosos con mujeres y hombres, a veces sufridos y otras en la más pura felicidad… bueno, es lo que proyecta su biografía, por lo menos», dice.

Finalmente, se trata de una persona que tuvo la posición de ser “dueño del mundo” y, sin embargo, su principal interés no estaba allí, más bien, parece ser que lo que realmente lo apasionaba no era el poder, sino, resalta Pilgrim, el arte.

«Era un eximio músico, un notable cantante, también actor y poeta, adoraba la pintura y la arquitectura, poseía una visión muy modernista sobre la ciudad y su entorno. Creo que su amor por el arte fue una de sus principales tragedias: por un lado, fue altamente criticado por la elite por ser un emperador más enamorado de estas disciplinas que del gobierno, aunque no fuera cierto y, por otro, me imagino que, realmente, no quería ser emperador, quería ser un artista, porque eso le llenaba la vida».

En ese sentido, la razón por la que Pilgrim trabajó al personaje de Nerón es que quería sorprender un poco al público.

«Qué aburrido entrar en lugares comunes y repetir los mismos formatos de personajes tan escritos y reescritos en cientos de textos, no, lo que me interesa es atrapar a la gente, seducir la lectura del público con formas nuevas, personajes diferentes, salir de lo predecible», concluye.

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