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Michel Franco director de «Nuevo Orden», la polémica película que retrata la atmósfera del descontento social: «El statu quo es insostenible» CULTURA

Michel Franco director de «Nuevo Orden», la polémica película que retrata la atmósfera del descontento social: «El statu quo es insostenible»

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Tatiana Oliveros
Por : Tatiana Oliveros Artista, colaboradora de El Mostrador Cultura
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Apenas «Nuevo orden», la más reciente película de Michel Franco, ganó el León de Plata Gran Premio del Jurado en Venecia, la polémica se encendió en México. Hubo quienes trataron mal al filme porque victimiza a la elite, otros porque mancilla el honor militar y no interpreta de manera vehemente el clamor popular. Para Franco, sin embargo, el escenario de la capital mexicana es solo eso, una locación, porque lo que allí se vive, lo que se respira, tiene mucho que ver con los movimientos sociales latinoamericanos y las explosiones sociales en Chile o las protestas en Francia y Hong Kong. Un punto central juega también el valor corruptible del dinero. «La búsqueda del dinero es legítima si es a partir del trabajo, pero acá no es así, es siempre a partir de la corrupción del privilegio y además siempre apoyando esta idea de que el pobre es pobre porque no se esfuerza, ¡odio esa idea!, me parece que es la idea más falsa que tenemos que terminar de erradicar, pero por supuesto que el statu quo involucra eso, ‘si te esfuerzas te va a ir mejor’, y no es cierto, yo creo que todo está diseñado para que las cosas sigan igual, y un día van a explotar, es una bomba de tiempo».


Ni en Venecia, ni en Ciudad de México, ni en el resto de las grandes ciudades latinoamericanas, la película de Michel Franco, Nuevo Orden, ha pasado inadvertida. La brutalidad distópica que exhibe el filme podría haber tenido como escenario cualquier ciudad donde la desigualdad económica, la discriminación de clases y el abuso uniformado campean a sus anchas, transformando la realidad en un hervidero, en una bomba de tiempo al borde del estallido social.

En esta entrevista con El Mostrador, Franco repara precisamente en eso. «La verdad es que no está basada en México, está situada en México porque yo soy mexicano y al escribir una distopía tenía que aterrizarla en algún lugar. Me parecía débil decir que era un país imaginario, es México porque es de lo que me toca hablar, pero tiene que ver con la situación global. Refleja una situación presente en Latinoamérica, pero también recuerda a los chalecos amarillos en Francia, la Primavera Árabe o las manifestaciones en Hong Kong, es decir, cada país con sus razones particulares y sus determinadas condiciones sociopolíticas, ha mostrado que hay un descontento brutal y que la disparidad social es algo insostenible».

El ganador del León de Plata Gran Premio del Jurado, en la última versión del Festival de Venecia, explica que una vez que ya había rodado la película, comenzaron las manifestaciones en Chile que derivaron en el estallido social, lo que llamó mucho su atención.

«Me pareció sumamente interesante, porque fue una especie de comprobación de que la película es urgente y que tiene que existir, lo mismo que los chalecos amarillos en Francia. Pero en el caso de Chile me pareció muy significativo, porque desde la visión mexicana Chile es el país que tiene una mejor situación, todos imaginan que ‘los chilenos deben estar muy contentos, porque su situación es mejor que la nuestra’ y me dio gusto porque, finalmente, la gente exige mejores condiciones de vida y exige mucho más de los políticos y, en este caso, llegó incluso a cambios constitucionales, porque no se trata  agradecer al Gobierno que me está dando esto o no estoy peor que otros países. No, aquí se trata de que el statu quo es insostenible, se trata de que el sistema en el que estamos viviendo tiene que cambiar porque no funciona y Chile comprobó eso de la realidad latinoamericana».

-¿Crees que la película tendrá más sentido en Chile por su historia reciente?
-Yo creo sí, que de algún modo, mi película cabe más ahora en Chile. Yo imaginaba mucho, la situación de mi película en Brasil, que por el tamaño de la economía y por los millones y millones de pobres que hay, pareciera que es el país que está más cerca de una explosión social, pero me dio gusto ver que la gente en Chile exige y eso lo tenemos que hacer en todos lados para no llegar a un escenario violento como el que plantea mi película. Invito al público chileno a ver la película, porque se van a ver reflejados por la realidad que se proyecta en la pantalla y también los invito porque es muy entretenida, es muy ágil y, a pesar de que ganamos en Venecia, no imaginen una película artística de un ritmo tranquilo. Es una película que te agarra desde el primer minuto y no te suelta hasta el final, muy dinámica. Para mí la exploración cinematográfica es igual de importante que el contenido social y creo que va a ser una experiencia interesante para los chilenos.

-¿Qué rol juega la corrupción en su película y en la realidad global?
-Es imposible hablar de desigualdad social y tratar de entender por qué tanta gente vive con tantas carencias, sin entender la corrupción. El gran mal de México y de muchos países de la región es la corrupción y, mientras esta impere, es imposible que las cosas mejoren. El dinero es lo que mueve todo. En mi película, esta clase privilegiada está determinada a usar una boda para sus negocios corruptos y a no suspender la boda a pesar de que el país está a punto de un estallido. Son elementos que yo no invento, solamente hay que ver cómo ahora, con la pandemia, siguen celebrando sus eventos sociales y bodas, les da igual que el personal se pudiera contagiar. La gente es muy egoísta y ese egoísmo incluye el dinero como motor, como eje central que mueve a nuestras sociedades y la corrupción.

-El dinero como el malo de la película…
-La búsqueda del dinero es legítima si es a partir del trabajo, pero acá no es así, es siempre a partir de la corrupción del privilegio y además siempre apoyando esta idea de que el pobre es pobre porque no se esfuerza, ¡odio esa idea!, me parece que es la idea más falsa que tenemos que terminar de erradicar, pero por supuesto que el statu quo involucra eso, «si te esfuerzas te va a ir mejor», y no es cierto, yo creo que todo está diseñado para que las cosas sigan igual, y un día van a explotar, es una bomba de tiempo.

-Ante esta evidencia tan latente y brutal a la vez, ¿qué rol juega el cine, qué rol juega tu película?
-Tiene que ser brutal la película, porque el desenlace al que nos estamos acercando con los ojos cerrados o queriendo ignorar, un día nos va a golpear de la manera que la película golpea. Creo que el cine es un excelente vehículo para entendernos como individuos, como sociedad, como país, como región y si no cambiamos vamos directo para los que muestra Nuevo Orden: no es algo que se pueda hablar a medias tintas, había que hacer una película que sacuda, que sea un golpe al espectador, para mí la esperanza no está en el final de la película, que es bastante fuerte, la esperanza está en la reflexión que cada espectador hace. Yo agradezco mucho la polémica que hay en México, eso comprueba que era urgente una película que pusiera estos temas sobre la mesa, hay gente que se ofende, porque preferiría fingir que esto no sucede, que vamos bien, y creo que es mejor quitarnos la venda de los ojos.

-¿Cómo es que concluyes que ese descontento que se describe en tu película es también una realidad global?
-Cuando concluí el rodaje de Nuevo Orden en mayo del 2019, dos semanas después comienza el Festival de Cannes y Parasite se lleva la Palma de Oro, cuatro meses después Joker gana el León en Venecia. Son películas muy diferentes, una desde la realidad coreana, otra desde el género norteamericano y la mía mexicana y ¿por qué coinciden en temática?, porque es un tema global, que es urgente tratar y ojalá salgan más películas que lo atiendan con la misma urgencia y que hablen de frente de estos problemas. Mi película es muy colorida, porque no quise usar el recurso obvio de que lo triste y complejo es gris o sombrío, me parece que es más impactante que la revolución llega llena de colores. La protagonista está vestida de rojo y el color de la revuelta es verde, ahí se completa la bandera mexicana, el verde tiene que ver con el dinero, lo militar, también con movimientos sociales a los que se hacen guiños durante la película, pero la razón central tiene que ver con la bandera mexicana.

 

 

 

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