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Revista Science revela que la desigualdad en Santiago fue clave en la transmisión y mortalidad por COVID-19 CULTURA|CIENCIA Crédito: Aton

Revista Science revela que la desigualdad en Santiago fue clave en la transmisión y mortalidad por COVID-19

Una investigación realizada por científicos de las universidades de Oxford, Harvard y Católica de Chile, recientemente publicada por la prestigiosa revista Science, confirma científicamente un dato que socialmente se reconoce como una marca registrada chilena: que la desigualdad es una de las peores enfermedades del país. El estudio se centró en desarrollar un profundo análisis sobre la relación entre el estatus socioeconómico, los contagios y muertes por COVID-19. Y la conclusión fue categórica. La tasa de letalidad de las comunas vulnerables era tres veces mayor que la de las comunas de mayor nivel socioeconómico. Pero no solo eso, se comprobó que los exámenes PCR estuvieron casi ausentes en las comunas de bajos ingresos al comienzo de la pandemia, que la positividad era mayor y que la entrega de resultados fue más lenta. En síntesis, la transmisión de la enfermedad resultó más rápida y silenciosa precisamente en aquellos sectores en que la ayuda era más indispensable para frenar la propagación del virus.


Un reciente estudio publicado en la revista Science, desarrolló un profundo análisis sobre la relación entre el estatus socioeconómico, los contagios y muertes por COVID-19.

La investigación fue realizada por científicos de las universidades de Oxford, Harvard y Católica de Chile.

“La idea era, justamente, poder analizar cómo se expresa la complejidad de esta infección y la pandemia en los territorios y, particularmente, en Santiago, una ciudad muy segregada», señala uno de los participantes en el estudio, Pablo Marquet, ecólogo del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y de la PUC, e integrante de la Mesa de Datos que asesora al Ministerio de Ciencia en temas referentes al COVID-19.

«Los principales resultados de este estudio mostraron que, más allá de las características intrínsecas del virus, la forma de expresarse de esta pandemia depende de manera fundamental de las características socioeconómicas de las poblaciones”, advirtió.

Triple riesgo

El trabajo indagó en la realidad de 34 municipios, a través de datos públicos y anónimos sobre movilidad humana, obtenidos de teléfonos celulares y Facebook.

En síntesis, mostró que aquellas personas que viven en comunas con menor nivel socioeconómico, como San Ramón, La Pintana o Cerro Navia, tienen una probabilidad de fallecer tres veces mayor que la de aquellos habitantes de comunas de menor riesgo social, como Vitacura o Las Condes.

“Si comparamos municipalidades que están en los extremos de este espectro socioeconómico, como por ejemplo La Pintana y Vitacura, vemos que, en el invierno de 2020, el número de muertos semanales por cada 10 mil habitantes llegaba a unos 76 en la Pintana, mientras que en Vitacura, a 22. Así, encontramos que la tasa de letalidad llegaba a ser tres veces mayor en las comunas de menor nivel socioeconómico”, detalla el investigador del IEB y la PUC.

Principales factores y disparidades

El documento mostró también con precisión la incidencia del virus, la positividad de las pruebas PCR al comienzo de la pandemia, la movilidad de los habitantes, y las disparidades en la atención médica. Respecto a esto último, se estableció que uno de los factores más relevantes es que en la mayoría de las comunas más vulnerables, las pruebas de PCR estuvieron casi ausentes al comienzo de la pandemia.

Asimismo, se detalló que la positividad de las pruebas PCR, y los retrasos en los resultados de las pruebas, fueron mucho mayores en las comunas vulnerables, lo que indica una capacidad deteriorada del sistema de salud para contener la propagación de la pandemia en esas zonas de gran necesidad. Se demostró, asimismo, que las tasas de mortalidad en personas menores de 40 años eran más altas en los municipios de bajos ingresos.

“Entre los factores principales que marcaron la diferencia, está la menor capacidad de testeo y la menor capacidad de infraestructura hospitalaria en las comunas de menores ingresos. De hecho, la mayor cantidad de gente en estas comunas muere en su casa y no en las instituciones hospitalarias, las que han mostrado estar saturadas. En estas comunas también hay un menor número de camas por habitantes”, asegura Marquet.

Transmisión silenciosa

El ecólogo del IEB agrega que en estos territorios, efectivamente la transmisión de la enfermedad fue más rápida y silenciosa de lo que se había registrado. “Se testeaba menos y se pensaba que había menos casos, pero en los análisis estadísticos se vio que había muchos más casos que no se habían reportado”, complementa.

Otro punto que cuestionó este documento, fue respecto a si la movilidad afectaba realmente el número de contagios. De esta manera, se constató que las personas que habitan en comunas de menores ingresos no redujeron su movilidad durante los períodos de confinamiento tanto como sucedió con la población de comunas más prósperas, elemento que también habría incidido en el aumento de los contagios. “Un gran porcentaje de personas de comunas más pobres tienen que moverse más, ya que no pueden trabajar desde sus casas. La mayoría de esta es gente que se gana el sustento día a día para poder comer y, por tanto, tiene que salir”, explica el ecólogo del IEB.

En conclusión, el documento advierte que los resultados obtenidos ponen de relieve las consecuencias críticas de las desigualdades socioeconómicas en los efectos sanitarios, y que, por tanto, este panorama complejo debe ser considerado a la hora de generar políticas públicas que realmente puedan hacer la diferencia.

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