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Sobre el Día del Patrimonio: menos celebraciones y más acciones CULTURA|OPINIÓN

Sobre el Día del Patrimonio: menos celebraciones y más acciones

Elisa Massardo
Por : Elisa Massardo Licenciada en Historia y Estética y diplomada en Periodismo Cultural, Crítica y Edición
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Constituyentes, tienen un gran trabajo por delante para poner a las artes y las culturas en esta nueva Carta Magna; agregarlas en un lugar central, que dé vida al sector, que más allá de las demandas de garantía o acceso, permita poner en valor, reactivar y dar vida al rubro. Que sea un orgullo, un sueño cumplido y, realmente, una forma de vida para los trabajos y las profesiones vinculadas a las artes y culturas. Es difícil la tarea, se debe modificar el sistema educacional para incluir no solo a las artes como una asignatura más, sino para aprender a vivir las experiencias estéticas y sublimes que la misma vida nos presenta; superar la competencia, el pensamiento científico-matemático, valorizar las artes y humanidades.


Este fin de semana se celebra el Día del Patrimonio. Tres días para la “fiesta cultural más importante del país”, según consigna el sitio web del gobierno, con actividades presenciales y online. ¿Para qué? Para “continuar con una tradición relevante para las comunidades y construir entre todos una instancia para compartir, reflexionar y encontrarnos desde nuestro patrimonio y diversidad”, señalan.

Qué burla más grande, ¿de qué intenciones, pretensiones u ostentaciones estamos hablando?, ¿de qué compartir o reflexión? Si el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y su ministra ni siquiera figuran en las conversaciones; no escuchan, no dialogan y, claramente, no reflexionan. Y evidentemente ya no lo hará.

Más allá del Día del Patrimonio, que sí es importante y necesario, podríamos hacer instancias reflexivas respecto a la sobrevivencia del sector completo. Las artes y culturas en este país agonizan, se secan, ¿se mueren?

Hace un par de semanas actores y actrices en el Día del Teatro presentaron esta pregunta cuando llevaron fundas negras para vestuario, que parecían ser fundas mortuorias, y las colgaron en las rejas del perímetro del edificio donde vive la ministra, para reflexionar sobre la situación del sector. Y la acción no alcanzó a ser una gran noticia: tan solo dos o tres medios digitales, y uno de televisión cubrieron la activación, pero no se logró mayores comentarios, reflexiones o respuestas. Las artes y culturas agonizan y además los reclamos y protestas se invisibilizan. Si no fuera por las redes sociales la verdad sería casi imposible enterarse de la realidad del sector.

Como editora de un medio dedicado a las artes y culturas, he sido testigo de cómo los auspiciadores disminuyeron de manera radical desde el estallido social; el financiamiento para cubrir los costos de producción y recursos humanos no existe más que por la voluntad de los dueños que aún desean mantener y dar vida a este espacio; y al equipo en el que trabajamos ya casi por caridad. No alcanza para cubrir los pocos eventos que hay, las obras, las exposiciones, lo que sea que se esté haciendo, no da. Menos aún si estamos en tiempos de cierre de la próxima revista impresa, que por la misma pandemia ha sido todo un desafío lograr.

Por otro lado, los Fondos de Cultura están estancados porque no se han abiertos los espacios de exposición ni los teatros, se han presentado obras de teatro ante cinco espectadores solo para cumplir con las “obligaciones” impuestas y poder cerrar la adjudicación del fondo. Además, nadie que se haya adjudicado un fondo podría negar la saturación interna de la burocracia administrativa de esta institución, si mal que mal están con dos años completos de adjudicaciones.

Las artes y culturas siguen relegadas al último escalafón del mundo político. Llega a ser agotador escribir al respecto, debatir, discutir o pedir. ¡Estamos cansados! Tratar de que alguien le otorgue la prioridad que merecen tanto las manifestaciones artísticas como las culturas en general pareciera ser una pelea perdida. Probablemente hay una esperanza en el cambio de gobierno, en la nueva Constitución.

Constituyentes, tienen un gran trabajo por delante para poner a las artes y las culturas en esta nueva Carta Magna; agregarlas en un lugar central, que dé vida al sector, que más allá de las demandas de garantía o acceso, permita poner en valor, reactivar y dar vida al rubro. Que sea un orgullo, un sueño cumplido y, realmente, una forma de vida para los trabajos y las profesiones vinculadas a las artes y culturas. Es difícil la tarea, se debe modificar el sistema educacional para incluir no solo a las artes como una asignatura más, sino para aprender a vivir las experiencias estéticas y sublimes que la misma vida nos presenta; superar la competencia, el pensamiento científico-matemático, valorizar las artes y humanidades.

Chile puede cambiar profundamente. No dejemos de expresarnos, de pedir, de gritar, aunque sea agotador, aunque estemos cansados, frustrados, degradados. Toda manifestación artística, en todo momento, debe seguir existiendo, en todas partes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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