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El relato autobiográfico de Elisa Loncon en un libro de mujeres indígenas CULTURA

El relato autobiográfico de Elisa Loncon en un libro de mujeres indígenas

«Acá en Chile, lo que más me impresionó de Santiago fue el racismo. Mi llegada a Santiago fue muy compleja. No conocía a la gente y fui haciendo redes y juntándome con la gente de las poblaciones, pero me costó mucho encajar en equipos de profesionales. Intenté formar un equipo de trabajo profesional con no indígenas para presentar proyectos y tuve experiencias bien feas. Hasta una vez se llegó a cuestionar si yo había falsificado mi currículum. Creo que es una cuestión de racismo absoluto; me decían que tenía un «currículum abultado»: no podían creer que ese fuera mi currículum. El racismo invalida tus capacidades humanas», relata en «Zomo Newen» (Editorial Lom). El texto incluye ocho relatos sobre la experiencia de la «triple discriminación», por ser mujer, pobre e indígena, y del enfrentamiento contra ella.


Un retrato autobiográfico de la presidenta de la Convención Constituyente, Elisa Loncon, se puede encontrar en el libro «Zomo newen» (Editorial Lom), publicado en 2017 y coordinado por Elisa García Mingo.

El texto incluye ocho relatos sobre la experiencia de la «triple discriminación», por ser mujer, pobre e indígena, y del enfrentamiento contra ella.

«Acá en Chile, lo que más me impresionó de Santiago fue el racismo. Mi llegada a Santiago fue muy compleja. No conocía a la gente y fui haciendo redes y juntándome con la gente de las poblaciones, pero me costó mucho encajar en equipos de profesionales. Intenté formar un equipo de trabajo profesional con no indígenas para presentar proyectos y tuve experiencias bien feas. Hasta una vez se llegó a cuestionar si yo había falsificado mi currículum. Creo que es una cuestión de racismo absoluto; me decían que tenía un «currículum abultado»: no podían creer que ese fuera mi currículum. El racismo invalida tus capacidades humanas», relata allí.

Además de Loncon figuran Anita Epulef, Petronila Catrileo, María Isabel Lara Milapan, la machi Adriana Paredes Pindatray, Mireya Manquepillán, Millaray Garrido Pailalef, e Isabel Cañet.

Orgullo de identidad

«Desde generaciones y perspectivas muy variadas, estas mujeres nos cuentan cómo han logrado sentir orgullo de su identidad mapuche dentro de un país con una historia larga de discriminación racial, de manera similar a sentirlo por ser mujer dentro de una sociedad machista. Dan la lucha desde mundos diversos, como una universidad en Santiago o una cocina en la cordillera, entre otros», señala la reseña.

«Aunque sus métodos y contextos sean diferentes, todas estas mujeres reivindican al pueblo mapuche a través de su newen, de sus conexiones con las fuerzas de la tierra, de la lengua y de la gente. Esta energía que lleva la sabiduría del pueblo es fundamental para la mantención del equilibrio, y es por la restitución de este equilibrio -en las relaciones entre las mujeres y los hombres, entre las personas y la tierra, y entre el pueblo y el Estado- que luchan estas mujeres. En este libro poderoso, los relatos de las mujeres nos inspiran y nos animan, exponiendo la lucha mapuche femenina en toda su profunda intensidad».

Infancia y universidad

En el texto, Loncon se presenta como académica y cuenta desde su primera infancia, su paso por el colegio y su llegada a la universidad.

«Soy Elisa Loncon, trabajo en la Universidad de Santiago y soy académica del Departamento de Educación. Además, soy coordinadora de la Red por los Derechos Educativos y Lingüísticos de los pueblos indígenas de Chile. Soy nacida en una comunidad mapuche que se llama Lefweluan («donde corren los guanacos»), ubicada en la provincia de Malleco. Soy hablante bilingüe de cuna porque nací en un hogar bilingüe, donde ya se hablaba español y mapudungun», se puede leer al comienzo.

«Después, con el paso del tiempo, me fui a estudiar inglés y soy profesora de inglés también, pero no ejerzo haciendo clases de inglés, sino que trabajo en educación aquí en la universidad y también en la educación intercultural bilingüe, promoviendo la enseñanza del mapudungun».

Sobre su época universitaria, escribe lo siguiente:

«Mi paso por la universidad en Temuco fue interesante porque me tocó estudiar en plena dictadura. Estudié en una época en que había que pagar hasta el último centavo. Yo pagué todo, sin ninguna beca y sin ninguna ayuda. Sin embargo, siempre he estudiado lo que deseaba, a pesar de que me decían que no había ninguna posibilidad de hacerlo. Yo he aprendido la resiliencia en mi familia y ya la tengo en el cuerpo. Aprendí a alcanzar lo imposible», cuenta.

Quinto Centenario y bandera mapuche

El cumplimiento de los 500 años de la llegada de los españoles a América hizo que Loncon fuera parte de la creación del Consejo de Todas las Tierras -que fuera perseguida como «asociación ilícita» por el gobierno de Patricio Aylwin- y también participara en la creación de la bandera mapuche.

«El Consejo de Todas las Tierras era una organización tradicionalista mapuche que reivindicaba las tierras, la organización tradicional y el idioma. En esa época estaba vigente el acuerdo de Nueva Imperial, que se había pactado con la llegada de la democracia con el presidente Aylwin. Se reunieron los partidos políticos para tomar una postura respecto a los pueblos indígenas y elaborar una propuesta de Ley Indígena. Nosotros fuimos críticos de la Ley Indígena porque no reconocía los derechos como pueblo ni preveía la ratificación del Convenio 169. Nosotros no queríamos ser subordinados de los partidos políticos, y por eso formamos el Consejo de Todas las Tierras», relata al respecto.

En 1991, se abrió el debate de la necesidad de escoger la bandera mapuche.

«Empezaron paralelamente dos procesos: uno de creación de la bandera y el otro de recolección de datos de la memoria oral sobre la propiedad de la tierra y cómo avanzó su usurpación. Hicimos un trabajo documental de recuperación de títulos de merced, que daba cuenta de la cantidad de tierras otorgadas a los mapuche, y con la memoria oral reconstruíamos cuántas usurpaciones se habían dado».

Además cuenta que en esa época empezaron «las recuperaciones simbólicas de las tierras».

«En el año 1992, creamos la bandera mapuche, que se llamó la Wenufoye. En el año 93 fue procesada la organización por asociación ilícita, por considerar ilícita la bandera y la organización tradicional. En 1994, yo me salí de la organización y me puse a trabajar más en proyectos educativos que tenían que ver con la promoción de la lengua».

Promoción del mapudungun

Desde 1994, Loncon empezó a trabajar en proyectos de educación, trabajando para las comunidades, enseñando la lengua y haciendo textos para niños.

«La lengua se estaba perdiendo por  desplazamiento, porque el castellano le fue ganando terreno debido al tema de discriminación. Se instaló en las comunidades que el idioma mapuche no era válido, que era un idioma del pasado y que el idioma no servía», relata.

«Por otro lado, el genocidio que se aplicó con la guerra, es decir, esta manera de matar no sólo quemando las casas de la gente, sino también matándolos de hambre y con el alcohol, generó un desprestigio del pueblo mapuche. Desde entonces ha habido un desprestigio de todo lo que significaba ser indígena; no tenía valor ser indígena».

«La escuela siempre fue en castellano, la escuela siempre no consideró y no respetó ningún derecho lingüístico. Se instaló el castellano y los chicos que tenían que ir a la escuela tenían que sufrir ahí lo que significaba no saber hablar la lengua en la que estudiaban y ser castigados por hablar su propia lengua».

En los años 90, Loncon tuvo una estancia en Holanda, trabajó con la cooperación italiana y el Ministerio de Educación, y publicó sus primeros libros.

«También inicié mi vida familiar, me embaracé. Un día me despidieron del trabajo, aun embarazada: los derechos humanos no contaron para mí. Me fui, con mi pareja de entonces, a la casa y allá formamos una pequeña consultora y empezamos a trabajar proyectos de educación bilingüe juntos», relata.

Años 2000

En 2001 se fue a México y, gracias a su experiencia, formó a docentes en educación bilingüe. También se inscribió en un programa de postgrado para estudiar lingüística en la Universidad Autónoma Metropolitana de México.

«A finales de 2006 pude acabar mis estudios. La experiencia mexicana fue enriquecedora; yo allá nunca fui discriminada, más bien siempre fui muy valorada en términos académicos y en mi trabajo. Mi equipo de México estaba formado por gente sensible que ya venía de vuelta con todo el proceso de reivindicación de derechos de los pueblos indígenas».

En 2007, de vuelta en Chile, impulsó la Red de Derechos Educativos y Lingüísticos de los Pueblos Indígenas de Chile.

«Paralelamente, cuando estaba organizando la red, una organización mapuche de La Pintana me ubicó y me dice, ¿sabes?, tenemos una organización donde hay varios educadores que quieren enseñar lengua, pero no saben la estrategia de cómo enseñar la lengua. Así que me fui a trabajar con ellos en La Pintana», recuerda.

«También  trabajé en la elaboración de unos micro, programas radiales, invitada por una amiga que tenía un programa de radio, en Radio La Vanguardia, en Cañete, así que estuve trabajando en generar aquellos programas radiofónicos para la promoción del mapudungun».

En 2008 fue convocada por el Ministerio de Educación para el programa de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) y el año siguiente comenzó a trabajar en la Universidad de Santiago de Chile (USACH), para apoyar el programa del doctorado de Ciencias de la Educación con Mención Intercultural, que se estaba levantando en la universidad. Hasta hoy, Loncon es parte del Departamento de Educación de esa casa de estudios.

Rol de la mujer mapuche

Finalmente, en el texto Loncon reivindica el rol de la mujer en la cultura mapuche.

«Nosotros tenemos que luchar contra los estigmas que nos impone la sociedad, pero por otro lado la cultura mapuche es muy generosa en cuanto al rol de la mujer. Yo me he encontrado con cuentos hermosos donde las protagonistas son mujeres, en los que las mujeres tienen el poder del agua, de los ríos, de la montaña o del mar. Siempre cuando trabajo con mujeres las hago reflexionar sobre este punto: ¿Cómo hemos llegado a un aminoramiento social donde el único rol que tenemos es de empleadas, frente a ese rol tradicional donde las mujeres tienen belleza, tienen creatividad, tienen generosidad y tienen fuerza?», escribe.

«En ese sentido una mujer indígena tiene la misión de fortalecer su propia búsqueda identitaria y reivindicarse en su rol fuerte que tiene en la cultura, e ir más allá de los roles que te ha dado la sociedad chilena».

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