El viernes pasado, en un evento denominado “Tremün: Celebrating Indigenous Roots”, organizado por la fundación chileno-norteamericana Notes for Growth, la destacada soprano Verónica Villarroel realizó una actuación inédita interpretando canciones del pueblo aymara. La fundación que conecta acciones sociales entre Chile y Estados Unidos realizó un gran concierto que marcó una historia. Además la documentalista y cineasta Nicole Costa («El viaje de Monalisa») realizó un documental sobre el making of del acontecimiento.
Cuentos pintados idiomas que desaparecen
Pueblos de sangre que se van en sangre por el río
Con todo su linaje con los vuelos de una danza
Que se llama fuego
Extracto de poema de Roxana Miranda Rupailaf recitado en el Carnegie Hall
El hecho que lleguen pianos a lugares recónditos de Chile, a través de un barco desde Estados Unidos y en oposición, que música y poemas en mapudungun se introduzca en la escena operática en las calles de Manhattan, son cruces culturales y acciones de impacto social que son posibles por la fundación Notes for Growth.
La fundación es liderada por el pianista y compositor Patricio Molina, Gabriela Sandoval y creada por Felipe Lecaros.
“Todo empezó cuando empecé a buscar un piano para mi hijo. Yo vivía a las afuera de Nueva York y me di cuenta que la gente regalaba pianos o encontraba pianos en la calle, por todos lados, y me dije, cómo no armar algo para llevarlos a Chile a lugares que más lo necesiten”, dice este último.
Viernes. Un salón con lámparas de lágrimas y un estilo barroco vestía un momento inolvidable en Carnegie Hall, uno de los teatros de ópera más connotados en Nueva York.
La fusión de un teatro de opera clásica, en pleno Manhattan, y cantos provenientes de un pueblo indígena desde la otra esfera del continente, dotaba de una emoción especial la instancia, un acto único y probablemente irrepetible de la manera que se consolidó la obra «Tremün», gestionada y creada por la fundación Notes for Growth.
Molina y Sandoval, presidente y directora ejecutiva de la fundación, respectivamente, fueron los presentadores y realizaron la apertura llena de emoción y enfatizaron en su narración el momento único que se estaba viviendo ese viernes 15 de octubre. La maestra de ceremonia, la actriz Marina Catalán, le dio apertura a la narración con la presentación de los artistas.
Al momento de presentar la colaboración con las poetas mapuches Roxana Miranda Rupailaf y María Lara Millapan, se sintió el orgullo del público que presenciaba la pieza.
“Iba caminando para llegar al ensayo por Broadway y no podía creer que trajimos la cultura mapuche a Nueva York, una ciudad llena de cultura, de diversidad y música y nunca había presenciado ópera con cantos mapuches y aimaras. Por lo mismo me siento orgulloso de eso”, dice Molina.
La obra generó un gran impacto entre la audiencia neoyorquina. Incluso fue mencionada en el programa de televisión NYC-ARTS como uno de los top 5 en conciertos y además recibió una muy buena crítica en el New York Concert Review.
Hablemos de la verdad, porque sin duda la simbolización de este espectáculo, da paso a la pregunta, ¿teníamos que estar en Nueva York para escuchar música mapuche y aymara en un teatro importante? ¿Qué significó mover el signo de una cosmología mapuche y raíces indígenas a las calles de Manhattan y a particularmente a un teatro como Carnegie Hall?
Estas iniciativas tan poderosas de reconocimiento en el extranjero son las que les va dando la retroalimentación a nuestra cultura y generando un sentimiento de orgullo y reivindicación con “lo nuestro”, y en este sentido es de gran importancia que la fundación haya trabajado la opera desde ese lugar.
Por eso esta razón la pieza, además de ser un acto social y artístico, se convierte en un gesto político, que genera un precedente en la historia de la música y un momento histórico cultural, sin lugar a duda. De todos modos, se puede decir que lucía muy bien esos cantos aymaras y poemas mapuches musicalizados en el Carnegie Hall.
“Lo más importante es que como chilenos nos sintamos orgullosos de donde venimos, de los pueblos indígenas. Por mucho tiempo hemos suprimido esa parte de nuestro pasado y presente en favor a otras cosas. La cultura indígena es preciosa, tiene tanta espiritualidad y sabiduría que nosotros los chilenos nos deberíamos sentir orgullosos de donde venimos”, dice Molina.
«Tremün» significa crecimiento en mapudungun y esta pieza artística estuvo dotada de crecimiento, crecimiento en cuanto al significado principal de la fundación, Notes for Growth, que cree fuertemente que la música como desarrollo en la educación e impacto social.
“La música es un elemento poderoso de cambio social, el impacto que puede crear la llegada de un piano a un espacio, la actividad artística y desarrollo de un entorno en función a el aprendizaje, todo lo que esta acción genera nos hace sentir motivados para seguir construyendo…Para nosotros la consolidación de este concierto además demuestra el crecimiento y orgullo por nuestras raíces”, dice Sandoval.
Fue una noche de una magnitud de piezas musicales en estreno, acción no característica en la ópera. Cada canción fue compuesta para ese momento, característica meritoria y emocionante a la vez. Se pudo apreciar, sin duda, los talentos de los compositores y compositoras -Patricio Molina, Ramón Catalán, Aina Sandoval, Carlos Zamora y Sebastián Vergara- que deleitaron a la audiencia con piezas de una belleza sutil y evocadora de imágenes.
Para empezar, podemos hablar que la música tenía su identidad propia y había mucho talento musical y escénico para poder desarrollarlo. El carácter de los poemas mapuches y cantos aymaras evocaba imágenes que llenaban la audiencia de memorias y raíces. El orden de la narrativa era fluido y contaba una historia que iba in crescendo y que ayudaba al espectador a deleitar del viaje sin darse cuenta que estaba viajando por distintas culturas y territorios, pero finalmente la musicalidad era capaz de dotar al espacio de imágenes por sí misma.
Al principio la melodía mexicana “Fantasía mexicana” facultó la escena de personalidad inmediata, que dio a relucir la figura de flautas que destacaban de manera muy característica el carácter identitario de la pieza musical.
Luego vale la pena acentuar algunos pasadizos importantes de la obra, como la composición de Ramón Catalán, que encantó el espacio escénico con la pieza musical espíritu del bosque “Spirits of the forest” y “Nocturne Elegie”, la segunda acompañada de un clarinete que gozaba de una melodía que, incluso al terminar el concierto, no dejaba de sonar en los oídos y repetirse por las imágenes nostálgicas que esta pieza revelaba.
“Te gusta mi bosque”, poema musicalizado de Roxana Carolina Miranda Rupailaf, interpretada por la voz de Mallory Molina, soprano, con una poderosa voz, no dejaba de ser imponente. Verla interpretar cantos de una poesía indígena, el contraste de la voz operática y sus movimientos suaves con la poesía, le daba una belleza que intrigaba por su carácter diverso.
«Kecha Tregülfe», poema mapuche, era una joya de composición realizada por Patricio Molina, musicalidad qué logró que la composición en sí misma evocara las palabras a través del piano.
La voz de la soprano Sonya Headlam, con el acompañamiento del violín de Alejandro Mendoza, que entregaba dramatismo y carácter, fueron elementos que dotaban la pieza como una de las más destacadas de «Tremün».
«Cóndor pasa» es una de la pieza no se puede dejar de mencionar como una pieza energética y que exponía la virtuosidad del violinista Alejandro Mendoza y el pianista Patricio Molina. Sus melodías invitaban a ingresar en el escenario.
Finalmente, todo culminó en un momento único. La audiencia esperaba Verónica Villarroel. Su voz y toda su performance escénica, no dejaron de deleitar al público una vez más. Su desplante escénico le permitía llenar el escenario y dejar que su voz vibrara por toda la sala de Carnegie Hall.
Como mencionó Patricio Molina en medio de los cuadros musicales, es una de las voces más importantes de del siglo mencionada por New York Times, y ella con su humor repitió: “Mr. Molina is so nice, it was one century ago («el señor Molina es tan simpático, fue hace un siglo”). El público rio a carcajadas, porque la verdad es que esa noche, lo seguía siendo. Su humor, su desplante y talento entrego un gran cierre al evento y público finalmente se levantó a aplaudir.
La documentalista y cineasta Nicole Costa («El viaje de Monalisa») realizó un recorrido por la historia de la fundación e incorporó todos los elementos que estaban alrededor de esta gran historia, como ensayos por zoom, entrevistas y música, para crear parte de la historia de este evento único.
Costa compuso el making of incluyendo el trabajo creativo y colaborativo que ha tenido este proceso. Lo dotó de testimonios y experiencias que denotan el significado humano que ha tenido todo este proyecto.
Minutos antes a los últimos ensayos, Sandoval, Molina y Mendoza hablaron en una de las salas del Opera Center en Nueva York.
Sandoval, al ser consultada sobre cómo se gestó el concierto, comentó que el evento había sido «algo único, que nunca se había hecho antes por parte de la fundación y en Carnigie Hall, por varias razones».
«La primera es que será la primera vez que se escucha el mapudungun y aymara en evento de Carnegie Hall, y vamos a tener nueve estrenos de piezas nuevas que fueron compuestas por cinco compositores chilenos. Cuatro de ellas fueron compuestas por Patricio Molina y dos en colaboración con poetas mapuches».
«Aparte de eso estamos saliendo de la pandemia y uno de los primeros conciertos que se está realizando en este teatro Carnegie Hall. Es un concierto que estamos tratando de hacerlo con una producción a muy bajo costo, a precios muy alcanzables».
Molina destaca que el impulso que llevó a construir esta obra «es una historia especial».
«Hace tres años como familia para la navidad tuvimos un regalo especial que era la prueba de ADN, para saber tus orígenes. Y nuestra gran pregunta era, ¿de donde venimos? Y la verdad es que tuvimos la grata sorpresa que como familia teníamos porcentaje de indígena y nos sentíamos orgullosos. Por mi parte tenía un 15% y mi padre un 25%, y eso que nuestra familia provenía mayormente de Siria que predominaba por la sangre indígena», dice.
«Y no teníamos idea cual era nuestra relación con la cultura indígena y me llamaba la atención que siempre como familia decíamos con orgullo que teníamos sangre española o de otros lugares, pero nunca ni nosotros ni nadie menciona con orgullo su sangre indígena, con el reconocimiento que se merece. Y eso me llevó a tener la motivación de resaltar la cultura indígena y sentirnos orgullosos de eso».
Respecto a la creación de «Tremün», resalta que, «desde la formación de este proyecto, de inmediato sabíamos que queríamos buscar diferentes voces, queríamos que este concierto tuviera dotes diversos».
«Y buscamos a las tremendas poetas mapuches y estábamos muy agradecidos de colaborar con ellas y además estuvimos buscando compositores, muchos compositores de otros lugares internacionales querían ser parte de este evento, pero nosotros decidimos dejar este privilegio a compositores chilenos: Aina Sandoval, Carlos Zamora, Sebastián Vergara, Ramón Catalán. Y además tenemos la suerte de estar con uno de los mejores violinistas, Alejandro Mendoza».
Mendoza recordó que vino “muy pequeño a Estados Unidos, me vine con mi violín y una maleta, e hice prácticamente mi carrera acá. Pero siempre vuelvo y he dado concierto en los lugares más remotos de Chile».
«Seguí mi sueño de convertirme en un violinista. Dejé mi familia e incluso no terminé la enseñanza media en Chile y me gradué finalmente de la Julliard School en Nueva York. Me he dedicado mucho a la pedagogía y he realizado muchas clases aquí y en el extranjero”.
Sandoval relata que «Notes for Growth» empezó como idea de Felipe Lecaros, porque su hijo empezó a tomar clases de piano y Lecaros tuvo que ir a comprar un piano y en ese tránsito se dio cuenta que en Nueva York y en New Jersey, en general, la gente regala pianos y «muchas veces tu los puedes encontrar en la calle».
«Entonces de ahí nace una idea, qué bonito sería que existiera una organización que realizase esto de mandar estos pianos a instituciones que lo necesitan. Empezamos con el proyecto de recolección de pianos en el 2019, fue ahí cuando mandamos el contenedor con 12 pianos a los distintos lugares de Chile, tenemos un mapa con todos los trayectos y se puede ver donde están localizados todos los pianos donados.
Hay varios en Santiago, a la fundación Nocedal en La Pintana, Puente Alto y la Fundación Música para la Integración también tiene varios pianos».
Mayor información de la fundación aquí.