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Maestras Artesanas Indígenas: María Solís, del pueblo kawésqar CULTURA Crédito: Rosario Góngora

Maestras Artesanas Indígenas: María Solís, del pueblo kawésqar

En el punto más austral del continente, vive la milenaria etnia kawésqar, un grupo indígena de la zona austral de Chile, compuesto por nómadas que recorrían en canoa los canales de la Patagonia occidental, entre el golfo de Penas y el estrecho de Magallanes; también se desplazaban por los canales que forman las islas ubicadas al oeste de la isla Grande de Tierra del Fuego. Esta es una colaboración entre El Mostrador y Chile Crafts, para informar sobre la vida, obra, vivencias y el alma de los artesanos y artesanas más importantes de nuestro país.


Los kawésqar eran un pueblo de mar. Vivieron en él y de él, atravesándolo. Su importancia en la historia de la humanidad es muy grande: mantuvieron la soberanía del humano en las regiones más australes, más apartadas y desoladas de nuestro planeta desde épocas remotas de nuestra historia, cuando todavía ni siquiera se sospechaba la existencia del continente americano por el hombre. Hasta 1850, ellos prosperaron. Los hombres cazaron desnudos y libres. Gracias a una adaptación extraordinaria al frío, las mujeres se sumergían en estas aguas glaciales pero ricas para encontrar comida, y los niños, desde su nacimiento, eran hechos rodar por la nieve para hacerse fuertes.

Canasto de 25.0cm x 26.0cm. María demoró un mes y medio en confeccionar esta pieza. Antiguamente, estos canastos servían para recolectar y guardar frutos silvestres, así como también almacenar los mariscos. Crédito: Matías Obando

Trabajaban mucho la piedra, la madera, los huesos y nervios de ballena, las conchas de los mariscos y las pieles de lobos marinos. Con estos elementos confeccionaban flechas, arcos, hondas, arpones y cuchillos para trabajar los troncos con los que fabricaban sus canoas. Con fibras vegetales fabricaban canastos. Ellos estuvieron en la región durante al menos 6.500 años, según los hallazgos realizados por la investigación arqueológica.

María recolectando junquillo en Punta Arenas. Crédito: Rosario Góngora.

María Solís nació en 1960, en Isla Guarello. Pronto su familia se mudó a Puerto Edén, donde vivían sus abuelos, que eran la penúltima generación de hijos de madre y padre kawésqar. Fue allí que su abuelo José López le obsequió su herencia cultural: le enseñó a tejer canastos. Desde sacar el junquillo, prepararlo y hacer los canastos con las manos, la pequeña niña adquirió una gran destreza manual que no olvidaría nunca. Luego, María se fue a vivir a Punta Arenas para estudiar en la escuela. A los 12 años, vuelve a Puerto Edén para visitar a su familia, justo cuando el célebre oceanógrafo francés Jacques Cousteau y su equipo, se encontraban en su casa, haciendo videos y fotografías de su familia. Ella también fue fotografiada. Para María, este fue un viaje muy especial, porque sintió que su abuelo era como un verdadero padre para ella, pues volvieron a tejer canastos.

1972 – Esta foto muestra a José López, abuelo de María, en su canoa. El es parte de los últimos nómadas del mar. Si quieres ver a José cantando folklore Kawésqar en el documental «El mundo submarino de Jacques Cousteau», haz click aquí. Crédito: Christos Clairis.

 

1972 – María Solís, de 12 años de edad, en Puerto Edén. Crédito: Christos Clairis.

Después de este hermoso viaje, María regresó a Punta Arenas y, durante toda su adolescencia vivió con la familia que le dio un hogar para poder estudiar en la ciudad: la familia Torres Galíndo. En esa bella ciudad, María vivió una vida normal, sin tener oportunidad para tejer, sin considerarse una artesana. Obviamente, el tejido se le quedó en el alma y en las venas, pero nunca imaginó siquiera dedicarse a la artesanía, hasta que, ocurrió otro momento mágico, en septiembre de 2017, su hermana Margarita Vargas, que hoy, representando al pueblo kawésqar, es una de las 155 personas que están construyendo una nueva constitución para Chile, le cuenta sobre la oportunidad de ir a la Quinta Feria de Maestras Artesanas Indígenas de Chile, celebrada en Santiago, justo en la parte posterior del palacio de gobierno. Cuenta María que su hermana le preguntó: «¿Te acuerdas cómo hacer canastos?» «Claro que sí», había contestado ella, y ahí mismo le demostró cómo los hacía. Las hermanas habían vivido juntas casi toda la vida, pero, hasta ese momento, Margarita nunca había visto un canasto hecho por María. Impresionada por la destreza exhibida por la tejedora, Margarita la postuló para la feria, y fue así cómo, en septiembre de 2017, el Estado chileno le pagó un pasaje en avión para que exhiba sus canastos en su primera feria de Maestras Artesanas Indígenas de Chile.

Detalles de un canasto de María Solís. Crédito: Matías Obando.

Volvió a Punta Arenas, inspirada y, el año 2018, María postuló al premio Sello de Excelencia, que es un premio anual, con el que, el Ministerio de Cultura de Chile, premia las creaciones artesanales más bellas del año. Aunque no ganó el premio, María consiguió una mención de honor, que le permitió ganar otro pasaje a Santiago, para asistir a la ceremonia de premiación y conectarse con otros maestros artesanos chilenos.

1972 – Esta foto muestra a los últimos navegantes kawésqar nómadas del mar. Créditos: Christos Clairis.

En los años 2018 y 2019, antes de la pandemia que paralizó al país, fue nuevamente invitada a la Feria de Maestras Artesanas Indígenas de Chile. Su presencia, su talento y su destreza deben ser reconocidos y difundidos por todos, como patrimonio cultural que Chile aporta al mundo. Hoy, sus producciones reflejan elementos originales de su cultura, en los cuales también ha sabido incorporar su propia creatividad. Destaca en su trabajo la elaboración de hermosos collares de junquillo, a través de los cuales quiere mostrarle al mundo cómo es la artesanía contemporánea de su pueblo kawésqar.

Collares de María. Crédito: Rosario Góngora

 

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