Un ejemplo de la calidad de nuestra ciencia fue el premio que nos otorgó The Institute for Operations Research and the Management Sciences (INFORMS), por las decisiones y logros en la respuesta del país frente a la pandemia. Los cálculos que se han hecho sobre el impacto de esta gestión indican que Chile ahorró sobre los 200 millones de dólares y evitó al menos 2.800 muertes.
En mi calidad de presidenta de la Academia Chilena de Ciencias me ha correspondido ser parte de comisiones de evaluación de los proyectos asociativos que postulan a los concursos donde se asignan fondos para su realización.
En estas instancias también participan científicos extranjeros, de la mayor jerarquía, quienes han quedado asombrados por la forma cómo se dejan de lado iniciativas de alta calidad para cuadrar con los escuálidos presupuestos disponibles.
Esta es una de las consecuencias de la baja inversión en ciencia que realiza Chile y que lo ubica en el antepenúltimo lugar entre los países de la OCDE.
Paradojalmente, la calidad de la ciencia que se produce en nuestro país y que se mide por la cantidad de citas que genera en las publicaciones reconocidas internacionalmente, la ubica en primer lugar de Latinoamérica y bastante cerca del promedio de los países de la OCDE.
Si se realiza el ejercicio de dividir este dato por la inversión que Chile hace en ciencia resulta una cifra mucho mayor que la de todos los países que conforman la OCDE. Esto demuestra que la comunidad científica nacional posee un muy buen nivel, pese al escaso aporte estatal y privado con que cuenta.
Un ejemplo de la calidad de nuestra ciencia fue el premio que nos otorgó The Institute for Operations Research and the Management Sciences (INFORMS), por las decisiones y logros en la respuesta del país frente a la pandemia.
Los cálculos que se han hecho sobre el impacto de esta gestión indican que Chile ahorró sobre los 200 millones de dólares y evitó al menos 2.800 muertes.
Los desafíos que tiene Chile por delante no permiten que se ignore más el papel que le cabe a la ciencia para enfrentarlos, pues se está llegando a una situación límite, que pone en peligro la inserción de las personas jóvenes que el país requiere.
Uno de los mayores contrastes que uno puede encontrar en nuestro país con la mezquindad de los recursos que se destinan a la ciencia, lo constituye el Congreso del Futuro, evento de resonancia mundial que pone a la ciencia en el lugar que se merece.
Esta es una contribución de la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, que acaba de renovar su composición quedando en la presidencia el senador Francisco Chahuán y a la que se incorporan como nuevos integrantes las senadoras Ximena Órdenes y Ximena Rincón y los senadores Kenneth Pugh y Luciano Cruz-Coke.
Les damos la más cordial bienvenida y esperamos continuar con ellos el productivo trabajo conjunto que hemos desarrollado hasta ahora.