Publicidad
La exitosa participación chilena en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina CULTURA

La exitosa participación chilena en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
Ver Más

Once artistas chilenos participaron en el esperado evento, que se desarrolló en el renovado Centro Cultural Borges, que acaba de ser reintegrado al Ministerio de Cultura de la nación trasandina. Cinco chilenos obtuvieron premios: en fotografía, Rodrigo Opazo, primer lugar; Marilú Ortiz de Rozas, segundo lugar; y Patricia Vallejo, mención honrosa. En la categoría de instalación, Gonzalo Sánchez obtuvo el primer lugar, y Margarita Garcés, el tercero.


El Centro Cultural Borges de Buenos Aires acogió del 6 al 10 de abril pasado la quinta versión de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina en su tradicional espacio de las Galerías Pacífico.

Participó un variado contingente de artistas llegados de 29 países, los que esperaron pacientemente que la pandemia permitiera la realización de este evento, pues inicialmente estaba previsto para 2020.

En total fueron once los artistas chilenos participantes: Daphne Anastassiou, Gonzalo Romero, Sofía Eckholt, Marilú Ortiz de Rozas, Rodrigo Opazo, Margarita Garcés, Tomás Santelices, Patricia Vallejo, Marcela Yaconi, Guadalupe Zaldívar y Gonzalo Sánchez.

Este último, destacado artista lumínico nacional, ya había obtenido una importante distinción, el segundo lugar en la categoría nuevos medios, en la IV edición de esta Bienal de Arte Contemporáneo de Argentina, efectuada en 2018.

En esta ocasión, cinco chilenos resultaron favorecidos: en fotografía, Rodrigo Opazo, primer lugar; Marilú Ortiz de Rozas, segundo lugar; y Patricia Vallejo, mención honrosa. En instalación, Gonzalo Sánchez logró el primer lugar, y Margarita Garcés, el tercero.

La directora de la Bienal, la crítica de arte y gestora cultural María Elena Beneito, celebró la gran recepción que tuvo el evento.

“Tras casi dos años de postergación, a raíz de la pandemia, contamos con participantes de casi treinta países, aunque algunos no pudieron mandar a sus artistas, como Rusia, y algunas naciones africanas. Sí contamos con importantes delegaciones de artistas latinoamericanos, en especial chilenos, mexicanos y uruguayos. Nos complació además presentarlos en un nuevo y maravilloso entorno, ya que hoy el Centro Cultural Borges se encuentra bajo el alero del Ministerio de Cultura de la Nación. Como siempre, tuvimos un importante jurado, que entregó reconocimientos a las obras destacadas”, expresó.

Instalación de Gonzalo Sánchez.

Premios en categoría de instalación

“Los chilenos tuvieron un gran papel en la bienal, lo cual nos enorgullece a todos”, señaló Sánchez, quien ganó con una instalación que rescata el oficio de los salineros de Cahuil, una localidad de la Región de O’Higgins donde se extrae sal de mar.

“En el caso del primer premio que recibí en la categoría de obras lumínicas e instalaciones, el jurado valoró no solo la estética de la obra y la originalidad en el uso de nuevas tecnologías sino también el hecho de que al interior de la obra lumínica hubiera utilizado sal de Cahuil, como una forma de relevar un oficio patrimonial chileno que está en extinción. La sal de Cahuil, al ser transparente, dialoga muy bien con la instalación lumínica y pasa a ser parte de la obra», expresó.

Sánchez no solo rescata este oficio en su obra artística. Como abogado también ha apoyado a los salineros, obteniendo para ellos la denominación de origen, que les permite salvar su oficio y proyectarlo a las nuevas generaciones.

«Así, como artista y como abogado, he podido ayudar a salvar un oficio en extinción”, celebra.

Obra «Cartografía de mi tierra» de Margarita Garcés.

Palimpsesto

La otra ganadora en la categoría fue Margarita Garcés, quien logró su premio con «Cartografía de mi tierra» y «El cubo Ego».

«La bienal es una muestra de gran calidad y el jurado muy de alto nivel y eso me hace sentir aun mejor con mi premio», expresó.

Ambas obras son pertenecientes a su serie «Palimpsesto».

«Dado el momento histórico que estamos viviendo, he canalizado la forma de ver lo que esta pasando en mi trabajo, y esta reflexión me ha llevado a pensar en el concepto de palimpsesto. Un palimpsesto es un manuscrito en el que se ha borrado, mediante raspado u otro procedimiento, el texto primitivo para volver a escribir un nuevo texto, generando un nuevo resultado».

A través de distintas capas de pintura que se van sumando, tapando y generando un nuevo paisaje, son imágenes que se superponen al igual que los mensajes que transmiten, y generan un nuevo resultado. El uso de dorados y colores luminosos es para aludir a las ideas que se mezclan entre los diferentes interlocutores, ya que cada uno está buscando brillar por sí mismo y poner conceptos encima de otros, para generar algo nuevo, creando una nueva realidad co-construida.

Obra «Cubo ego» de Margarita Garcés.

«Tal como esas escrituras que, al sobreponerse las unas sobre las otras, no logran establecer un diálogo. Las personas emiten sus opiniones sin escucharse los unos a los otros y van arrojando sus comentarios sobre los de los otros, sin leer ni ver los de los otros, ni a los otros. Esta sociedad de soliloquios no engendra acuerdos ni consensos y sin ellos no hay forma de vida comunitaria posible», señala la artista.

«Grandes artistas y filósofos como Roberto Matta nos prevenían, a través de su teoría del Cubo Abierto, que un mismo hecho o suceso podía ser mirado de muy diferentes maneras. Lo que invitaba al espectador a desplegar las caras de su cubo, ya que él se imaginaba que estaba adentro de él y extendía todos sus costados, para develar cuántas dimensiones sicológicas paralelas de esa misma realidad surgen cuando el cubo deja de estar cerrado y se abre».

Se trata de «una iniciativa plástica y existencial que reinterpreto, en mi cubo transparente, y si uno se acerca y mira bien en su interior, descubrirá los mismos elementos que caracterizan esta producción: tramas, redes imaginarias del ser y del planeta, entidades que intentan iluminar la diversidad de miradas de la humanidad».

Obra de Rodrigo Opazo.

Fotografía

En la categoría de fotografía resultó premiado Rodrigo Opazo.

«Estoy muy orgullo primero de representar a Chile en una Bienal Internacional de Arte Contemporáneo tan importante como es la de Argentina. Orgulloso también por haber sacado el primer lugar con dos fotos de mediano formato pertenecientes a la serie ‘Los paisajes del exceso'».

Se trata de un trabajo fotográfico que fue realizado en una fábrica llamada Aza.

«Esta se dedica al reciclaje de chatarra ferrosa. Me interesan los espacios donde se ve los desechos arrasados por el ser humano», explica.

Obra «Cotocaxi» de Marilú Ortiz de Rozas.

La otra premiada en la categoría fue Ortiz de Rozas.

«Para mí es una sorpresa y un honor este premio, porque si bien yo he tomado fotos toda mi vida, en lo profesional vengo de las letras, y son mundos muy distintos. Lo que comparten ambos es el anhelo de comunicar, de compartir un momento, una escena, un paisaje o, en este caso, la imagen de una mujer cuya piel cargada de arrugas e historias nos transporta a su vida, allá, en el altiplano ecuatoriano… Me siento muy afortunada de haber conocido a Mama y a su familia, bellísimas personas. Y el premio es un impulso para, primero, rescatar una larga serie que comencé hace más de 25 años, sobre pueblos originarios (en viejas diapositivas) y a seguir adelante con este proyecto que tanta alegría y dolor me ha causado», comenta.

Obra de Patricia Vallejo.

Vallejo, en tanto, fue galardonada por un trabajo vinculado a la naturaleza.

«Estoy muy feliz con este premio porque es el reconocimiento de un trabajo delicado, una verdadera introspección y conexión con la naturaleza. Al trabajar con una mirada macro, nos adentramos en la inteligencia y la belleza que existe en la naturaleza, de la cual formamos parte».

El Centro Cultural Borges.

El Centro Cultural Borges

El Centro Cultural Borges, en pleno centro de Buenos Aires, ha acogido innumerables eventos artísticos desde su creación en su emplazamiento actual, en 1995, y era administrado por una fundación privada (Fundación para las Artes). La construcción del emblemático edificio se inició en 1891, y allí se albergó la primera sede del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina, pero en 1908 una parte del edificio se vendió. En 1989 fue declarado Monumento Histórico Nacional y poco después fue entregado en concesión a Galerías Pacífico, que transformó el edificio en centro comercial, albergando en su interior al Centro Cultural que lleva el nombre del famoso escritor trasandino.

Tras llegar a acuerdo con la Fundación para las Artes, el Ministerio de Cultura trasandino comenzó “el proceso de restitución de uno de los espacios emblemáticos del arte y de la cultura en Argentina. El objetivo será el de profundizar su carácter patrimonial, agregándole una importante participación federal”, concluye la declaración oficial.

En más de 10 mil metros cuadrados, el Centro Cultural Borges congrega cuatro auditorios, salas de exposiciones, área de talleres, espacios para espectáculos, seminarios y conferencias.

Publicidad

Tendencias