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Juan Francisco Lecaros y su libro sobre la Antártica: “hay un afán de salir de las comodidades” CULTURA

Juan Francisco Lecaros y su libro sobre la Antártica: “hay un afán de salir de las comodidades”

Mariana Hales
Por : Mariana Hales Periodista y Licenciada en Comunicación Social. Desde 2003 ha trabajado en distintas editoriales chilenas y extranjeras como encargada de comunicaciones.
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“En busca de las entrañas del hielo. La edad heroica de la exploración antártica” relata las principales exploraciones de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en el que nombres como el de Ernest Shackleton, Fridtjof Nansen e, incluso, el mítico Piloto Pardo, se convirtieron en leyendas y protagonistas de las páginas más gloriosas de las exploraciones al continente blanco.


“En busca de las entrañas del hielo” es un libro de Juan Francisco Lecaros recopila las principales exploraciones antárticas de los siglos XIX y XX

Frío glacial. Meses de oscuridad absoluta. Mil tonalidades del blanco. Bajas probabilidades de sobrevivencia. ¿Qué motivó a hombres con sus vidas resueltas a embarcarse en viajes donde se arriesgaban a morir congelados o devorados por bestias desconocidas?

“En busca de las entrañas del hielo. La edad heroica de la exploración antártica”, publicada por Ediciones B, contesta esta pregunta a través de la narración de las principales exploraciones de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en el que nombres como el de Ernest Shackleton, Fridtjof Nansen e, incluso, el mítico Piloto Pardo, se convirtieron en leyendas y protagonistas de las páginas más gloriosas de las exploraciones al continente blanco.

Lecaros reconstruye la historia de este territorio y de las campañas que han permitido conocerlo. Confecciona el retrato de una época y es también un homenaje a la curiosidad y la tenacidad de aquellos hombres que agrandaron el mundo. Pero, sobre todo, es un texto de no ficción que se lee como la mejor de las novelas de aventuras.

– ¿Por qué decide escribir sobre las exploraciones antárticas de los siglos XIX y XX?

– En plena Belle Epoque, en el corazón del imperio Británico, un grupo de hombres aspiraron a alcanzar la última frontera del planeta: los polos. No lo lograron. Y ya sin apoyo de los gobiernos, se lanzaron a una aventura, una epopeya diré, de casi 500 días en la más atroz de las intemperies. Tal arrojo presupone una psiquis y una voluntad muy particular.

– ¿Cuál es su relación con la zona?

– Conozco bien la antesala de la Antártica: Magallanes. Siempre me ha impresionado su geografía, sus cielos con las cuatro estaciones en un día, sus paisajes horizontales y dramáticamente ventosos. Soy una enamorado de esa zona y eso es estar a un paso de la Antártica.

Este libro trata mayoritariamente sobre Shackleton y su grupo. Y el papel que tuvo Punta Arenas en esta epopeya fue fundamental. Si no hubiera sido por la decisión resuelta y valerosa del Piloto Pardo, esta epopeya hubiera terminado en una tragedia. Hubiera habido veintidós cruces en la isla Elefante y no un monolito al Piloto Pardo que está allí siempre rodeado de hielo y de pingüinos curiosos. En homenaje a ese rescate coloqué hace unos meses una boya al sur de Punta Arenas.

– ¿Cuál fue el proceso para escribir este libro? Cuéntenos cuánto tiempo le tomó investigar, ¿cuáles fueron sus fuentes?

– Me tomó un par de años investigar y escribir. Uno de los desafíos que tuvo el texto es que, si bien los días eran terribles por el viento, el frío glacial, la comida y la convivencia, a fin de cuentas, un día se parecía terriblemente al siguiente. Y no es fácil mantener la atención por más angustiosos que hayan sido esos días Lo que me salvó, por así decirlo, es que los exploradores escribían diarios del viaje, y en ellos volcaron sus pareceres, sus angustias e ilusiones. Estos diarios enriquecen la narración. Le dan distintas perspectivas a un mismo suceso.

– ¿Quiénes son los personajes de esta odisea que más le impactaron y por qué?

– Elegí nueve protagonistas, incluidos un par del Ártico. Algunos de ellos se destacan por su voluntad de hierro; otros por ser seres simples metidos en una aventura que los excede por los cuatro costados y dos de ellos que son lo anti aventura que uno puede imaginar: refunfuñones, pesimistas y desobedientes.

Por supuesto hay grandes personalidades como Shackleton, Nansen o Amundsen, pero no los quise pintar como héroes de cartón, perfectos y rectos. No. Me gusta la gente de carne y hueso. Ellos tuvieron debilidades, y diría más, ciertas bajezas en algunos casos que resultan difíciles de explicar. Pero fueron finalmente ellos, arrastrando sus personalidades y complejos, los que lograron ampliar nuestro planeta.

– ¿Qué anécdota le llamó más la atención?

– Una por sobre todas las cosas. ¿Por qué estos hombres, después de haber padecido lo indecible, de haberse salvado por un pelo, de regresar a una civilización que les ofrecía comodidades y trabajos razonables, resuelven volver a la Antártica? ¿Por qué? ¿A qué volvieron? No estuvo para nada claro. El último viaje de Shackleton no tuvo una misión particular. Fueron, creo a revivir algo que les dio la Antártica. Apostaría a que fue por aquel sentido que da a la vida cuando se trata simplemente de sobrevivir

– ¿Con qué se va a encontrar el lector en este libro?

– Con una aventura en dos planos. En primer lugar, la historia de la increíble aventura de un grupo de hombres intentando sobrevivir en la más atroz de las intemperies. Pero es también la narración de la psicología de aquellos exploradores, los detalles de la vida diaria, la dificultad de la convivencia, el olor de las carpas, sus lecturas. Es decir, el lector se encontrará con los datos de la aventura interior que nos permite conjeturar respuestas acerca de la tan loca aventura exterior

Y también quise que el libro sea el fresco de una época en que la meta era el progreso y la expansión. Y en particular, como un contrapunto, es la historia de los tripulantes del Endurance que sólo buscaban una cosa: resistir un día más.

– ¿Por qué cree que el hombre busca conquistar lugar remotos y complejos como la Antártica?

– Creo que hay una curiosidad enraizada en nuestra naturaleza. Esto explica, a mi juicio, el avance de la ciencia, el arte y cada una de las expediciones que la humanidad ha realizado. Pero hurgando en el corazón humano, creo que hay un ansia de infinito que está muchas veces adormecida por un mar de comodidades y resignaciones. La historia de lo que estos hombres vivieron deja desnudo ese espíritu de expedición. Ese afán de salir de las convenciones y comodidades, en un siglo muy convencional que ya les comenzaba a ofrecer un “vivir bien”, y, desechándolo, partir lejos de casa. Hay esta idea del Ulises que va y regresa cargado de experiencias.

– ¿En qué otro proyecto está trabajando?

– Chile es el país de la loca geografía; el país de rincones, como decía Mariano Latorre. Ha sido la geografía lo que ha delineado explícitamente nuestra historia al menos hasta el siglo XIX. El siglo XX fue un siglo homogeneizador en lo político y lo administrativo. Hubo razones para ello, pero toda la riqueza de la historia, de los oficios, de las tradiciones y los recursos fueron sometidas al furor modernista y el país se centralizó. Me parce que ahora, con el desarrollo de las comunicaciones y un mayor respeto por la ecología, hay una oportunidad para rescatar la riqueza regional.

Yo, concretamente, estoy investigando y escribiendo sobre las historias regionales. Son historias fascinantes. La de la Antártica es la primera.


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