La directora de cine, guionista y productora es una de las invitadas del Mercado de Industrias Culturales del Sur (MICSUR) 2024, evento organizado por el Ministerio de las Culturas. En esta entrevista habla sobre los recortes de Javier Milei a la cultura y su nuevo proyecto documental.
Tras el triunfo del presidente Javier Milei, en Argentina el sector de las culturas se ha visto profundamente afectado por la reducción de presupuesto, medidas que afectan directamente al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
“Se terminaron los años en los que se financiaban festivales de cine con el hambre de miles de chicos”, expresaron desde el Ministerio de Capital Humano.
Los recortes se enfocarán en “reducir drásticamente los gastos del Instituto, suspendiendo las transferencias a las provincias, viajes al exterior, financiación de festivales, pago de horas extras, contratación de telefonía móvil, viáticos y otros gastos”.
La situación ya afectó a 170 trabajadores que fueron desvinculados de la institución. Ante esto, Martel señala que “hay mucho desconcierto entre las personas que formamos parte de esta industria. El Gobierno ataca la cultura como si se tratase de un enemigo homogéneo que se opone al bienestar común. Habla de guerra cultural, pero hasta ahora no hemos escuchado ninguna idea sobre qué es la cultura para este Gobierno”.
“Me preocupa el movimiento general de la historia de nuestro país, donde alguien se erige en la verdad única que debe prevalecer, olvidándose de que hace mucho tiempo que esta misma actitud viene desintegrando las instituciones, empobreciendo a la gente y disolviendo en un marasmo internacional nuestras posibilidades de ser una comunidad. Y no creo que todo sea lo mismo, pero sí creo que todo lo que probamos hasta ahora no ha dado resultado”, afirma.
Además, sostiene que “la pregunta que nos hacemos muchos es cómo un país puede ser tan débil institucionalmente que quede a la intemperie con cada personaje mesiánico que aparece. Miramos a los otros países del continente y sentimos que en el nuestro el acuerdo político sobre algunas cuestiones básicas, como educación, salud, vivienda, es imposible. Irresponsablemente hace mucho tiempo se aventó una grieta, que no existe en las esferas más altas del poder económico y político argentino, solo existe en los medios y en las discusiones más triviales del día a día. La imposibilidad de pensarnos como comunidad, nos está amargando. Es muy difícil salir adelante con amargura“.
“Estar haciendo esta película en medio de este revuelo ayuda a no desesperar. Estamos trabajando muchísimas horas para terminar la película este año. Ojalá sirva para algo”, agrega.
Al preguntarle por las diferencias que ha podido observar en el proceso de creación entre una película de ficción y el documental, dice que “sobre esto hemos pensado muchísimo, pero es difícil concluir ahora en unas pocas frases lo que todavía estamos pensando. Quizás puedo decir que la ficción me ha dado las herramientas para observar la invención de la historia argentina“.
En esta película, la cineasta abordará la historia colonial de su país, un tema que ya exploró en Zama (2017), un drama histórico basado en la novela homónima del escritor Antonio Di Benedetto. En una entrevista con The Film Stage, Martel dijo que empezó a trabajar en el documental en 2010, “así que, si Zama se relaciona de alguna manera, es como secuela”.
“El proceso colonial parece no terminar nunca. Es delicado lo que necesitamos hacer. No se hace un país humillando a su pueblo. A un pueblo se lo humilla de muchas maneras, una, que no advertimos, fue pensar que una persona puede vivir de la caridad del Estado sin enfurecerse a mediano plazo. El Estado es algo que ahora está en el centro de la discusión. ¿Qué es el Estado? Una vieja pregunta que crece como una planta exótica entre nosotros, regada por innumerables definiciones inútiles”, subraya.
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