En “Amor Microbiano”, revela no solo la importancia de los microbios en el equilibrio de la naturaleza, sino también su rol en las relaciones humanas. “Cuando hablamos de microorganismos, solemos asociarlos con enfermedades, pero desde una mirada ecológica, nuestra existencia depende de ellos”.
Cristina Dorador, originaria del norte del país, ha sabido combinar su prolífica carrera científica con una vocación profunda por la divulgación, acercando la ciencia a la sociedad. Desde temprana edad, mientras cursaba su educación básica y media en el Liceo Experimental Artístico de Antofagasta, descubrió su pasión por la investigación.
En sus palabras, las primeras experiencias de laboratorio, como las extracciones de clorofila que realizó a corta edad, fueron reveladoras. “Siempre tuve curiosidad por entender el mundo y responder preguntas”, recuerda en una conversación con la web de la Casa de Bello.
Al momento de elegir su camino profesional, se inclinó por estudiar Biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, donde su desarrollo como investigadora empezó a tomar forma. Desde el segundo año, tuvo la oportunidad de trabajar en el Laboratorio de Limnología bajo la tutoría de la profesora Irma Vila. “Ahí estudiábamos los ecosistemas acuáticos continentales desde diferentes perspectivas: físicas, químicas y biológicas. Pude estudiar microalgas y otras especies. También trabajé con muestras de salares, lo que me gustó mucho como aproximación”, relata la también ex constituyente.
En su último año, Dorador realizó una pasantía de investigación en otro laboratorio con la profesora Margarita Carú, quien ya aplicaba herramientas de biología molecular, lo cual la fascinó. Estudiaba el ADN ambiental de las comunidades microbianas en su objeto de estudio, que para esa época eran las bacterias de las raíces de las plantas. “Con ella descubrí la posibilidad de estudiar microorganismos en salares usando estas herramientas, lo que me abrió un mundo nuevo”, comenta. Además, destaca la influencia de figuras clave como Humberto Maturana, quien inspiró su formación científica. “La historia de la Universidad de Chile, la excelencia de sus profesores y la diversidad intelectual me formaron no solo como científica, sino como una ciudadana comprometida”, añade.
La carrera de la científica continuó con un doctorado en Ciencias Naturales con mención en Microbiología en la Universidad de Kiel y el Instituto Max Planck de Limnología, en Alemania. Sin embargo, siempre supo que su trabajo tendría mayor impacto si regresaba a Chile. “El conocimiento que adquirí fuera del país tenía una relevancia mayor en lo local”, afirma.
En “Amor Microbiano” (Editorial Planeta), Cristina Dorador nos recuerda que la vida en todas sus formas está intrínsecamente conectada. En el libro, explica de manera accesible cómo los microorganismos son parte esencial de nuestras relaciones humanas. “Cuando convivimos con alguien, o incluso con nuestras mascotas, compartimos no solo experiencias o sentimientos, sino también microorganismos. Besos, abrazos e interacciones cotidianas dejan una huella microbiana en nuestro entorno”, explica Dorador. Investigaciones han demostrado que los microbiomas de las personas que viven juntas tienden a asimilarse, y esa similitud tiene un impacto directo en nuestra salud.
Dorador destaca que los microbios en nuestro organismo producen neurotransmisores que afectan al cerebro, subrayando la importancia de no subestimar su influencia en nuestras vidas. “No es algo trivial”, recalca. También explica que, al observar la “brisa” de microorganismos que dejamos a nuestro paso, es posible determinar quién ha estado en un lugar, lo que revela la profunda conexión biológica que tenemos en el contexto que habitamos.
Hija de poetas, Dorador siempre ha tenido un interés natural por la escritura. Conversaciones con colegas y su experiencia personal la inspiraron a crear una narrativa fresca y diferente sobre los microbios, con un enfoque que rompe prejuicios. “Cuando hablamos de microorganismos, solemos asociarlos con enfermedades, pero desde una mirada ecológica, nuestra existencia depende de ellos”, señala. Este enfoque ha sido bien recibido por sus colegas, quienes valoran su capacidad para transferir conocimientos complejos a experiencias cotidianas.
Para Cristina Dorador, la ciencia es fundamental no solo para el progreso, sino también para la creación de políticas públicas que mejoren la calidad de vida. “Si bien muchas personas entienden que la ciencia es un pilar, en la práctica falta más acción”, advierte. Destaca ejemplos como la aplicación del anticuerpo monoclonal para el virus respiratorio sincicial, que redujo a cero la mortalidad en recién nacidos en el país. “Es clave que sigamos avanzando en la investigación en todas las áreas del conocimiento”, concluye.
Uno de sus principales enfoques ha sido la investigación de microorganismos en ecosistemas extremos como los salares del desierto de Atacama. “Los microbios no solo sobreviven en estos ambientes inhóspitos, sino que cumplen un rol vital en el ecosistema”, explica. Actualmente, como profesora en la Universidad de Antofagasta, continúa investigando la vida microbiana en los salares, además de involucrarse en proyectos de divulgación científica.
“Estamos trabajando en la producción de compuestos bioactivos, como nuevos antibióticos o compuestos anticáncer, entre otros proyectos emocionantes”, comparte. Para la investigadora Alumni Uchile, su compromiso con la ciencia y su país es un llamado constante, un puente entre la investigación y la comunidad que sigue fortaleciendo desde su querida Antofagasta.
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