“En los márgenes” de Juan Diego Botto: bien, incluso en los lugares comunes
Estrenado hace poco en Netflix, el film no va de epopeya, ningún personaje es héroe. Una fotografía de los que nos toca atravesar en estos tiempos donde la única forma de dar la pelea al sistema es a través de la fuerza de una comunidad unidad y el valor de la solidaridad.
“En los márgenes” es la ópera prima del destacado actor argentino, nacionalizado español tras el asesinato de su padre durante la dictadura de Videla. Juan Diego Botto, estrenada hace poco en Netflix.
Hasta ahora lo conocíamos como prolífico actor -tiene un buen papel en el último film de Almodóvar- y como director de teatro. “En los márgenes“ escrita y dirigida por él, quien además se arroja un papel en su película, nos conduce con habilidad de guión por las tramas de varias vidas que se equilibran en los deslindes de la pobreza, de la brecha y de la injusticia social en una España contemporánea que bien podría ser cualquier país de América Latina, Chile por cierto.
En minutos entramos a identificarnos con los personajes y sus situaciones . Son historias pan de cada día que algunos miran por la tele y otros las padecen a diario.
Botto no te suelta, viajas entretenida y atenta por los laberintos de su guión y empiezas a unir cables sin dificultad. Algunas situaciones rayan en lo predecible, otras por más predecibles que resulten nos conmueven de igual manera.
El film no va de epopeya, ningún personaje es héroe. Una fotografía de los que nos toca atravesar en estos tiempos donde la única forma de dar la pelea al sistema es a través de la fuerza de una comunidad unidad y el valor de la solidaridad. Si la solidaridad es un cliché pues bienvenido sea en estos tiempos, nos sopla al oído Botto.
La cámara y la fotografía puestas al servicio del relato, resultan coherentes. Las actuaciones -especialmente la de Luis Tosar- están en su punto justo y eso nunca es fácil de conseguir cuando se trata de un guion del género de emoción. Acá ningún actor se sobreactúa. Penélope Cruz nos muestra una faceta poco habitual en su registro actoral y vaya que se agradece.
Botto logra con esta ópera prima donde se guarda un papel que le queda de traje a la medida -un obrero de la construcción argentino- conmovernos, identificarnos, reconocernos. Con lo cual resulta más que suficiente destinarle 1 hora y 42 minutos de nuestro tiempo.
Bien Botto, bien, incluso en los lugares comunes.