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Bernardo Menz, el primer chileno en ganar un Goya CULTURA Crédito: Cedida

Bernardo Menz, el primer chileno en ganar un Goya

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Filmó con Miguel Littín, Patricio Guzmán, Carlos Saura y Pedro Almodóvar, entre otros. Estuvo este mes de jurado en el Tercer Festival Internacional de Cine del Mar. Aquí repasa su historia.


El chileno Bernardo Menz  (La Unión, 1948) ha tenido una vida de película. En plena Unidad Popular, como sonidista, trabajó con Miguel Littín y el documentalista Patricio Guzmán en la legendaria “Batalla de Chile”.

Tres el derrocamiento del gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende, se fue al exilio en España. Allí laboró con Carlos Saura y Pedro Almodóvar. Y en el país ibérico se convirtió en el primer chileno en ganar un Goya por la película “Werther” de Pilar Miró (1987).

Hace pocos días, Menz fue uno de los jurados en el Tercer Festival Internacional de Cine del Mar, que se desarrolló del 8 al 10 de mayo en Concepción.

Trayectoria

Se crió en Santiago y terminó el colegio en el Liceo Lastarria. Gracias a conexiones de familia, pudo ingresar al mundo del cine durante la Unidad Popular: trabajó en “La tierra prometida” (1973), de Miguel Littín.

“Entré a trabajar en un rodaje larguísimo en Colchagua. Y esa fue mi primera relación con el mundo del cine, que era un mundo absolutamente atractivo, las cámaras, los actores y todo eso. Paralelamente yo tenía una afición por la música. Yo no soy músico, pero la música es fundamental, entonces me empecé a relacionar ahí con el mundo del sonido en el cine y así aprendiendo de a poco”, cuenta a El Mostrador.

La oficina estaba en el barrio Lastarria, el mismo barrio donde vivía el documentalista Patricio Guzmán. Y esa experiencia le permitió integrarse luego a “La batalla de Chile”.

De izquierda a derecha, Jorge Müller, director de fotografía, detenido desaparecido; Patricio Guzmán, (sentado en el suelo) realizador; Federico Elton, Jefe de Producción; José Bartolomé, Asistente de Realización y Bernardo Menz, Ingeniero de Sonido. Crédito: Biblioteca Nacional.

Todas las mañanas, el equipo se reunía para analizar las informaciones que recibían de lo que iba a pasar ese día, “de los partidos políticos, de los dirigentes de los cordones, gente de los partidos de derecha, de izquierda, periodistas amigos que decían, ‘oye, va a pasar esto, hay una manifestación acá, hay un cambio de ministro”.

“Entonces cada día nos reuníamos en una pequeña oficina y ahí a las 8 o 9 de la mañana tomando café, y Patricio decidía, ‘vamos a ir porque hay una conferencia, una reunión en la industrial de Cerrillos’. Y esto iba cambiando, a veces íbamos en camino a un lugar y de repente sucedía hay una manifestación muy violenta por la Alameda, entonces nos devolvíamos. Era todo muy dinámico”, recuerda.

“Lo vivimos intensamente. Al inicio era una situación, por definirla, tranquila, con manifestaciones, y fue in crescendo, aumentando la violencia, no solo verbal, sino que también física, con algunos atentados, manifestaciones más violentas”.

Hasta que, al final, “decíamos, entre medio, bueno, ¿hay golpe de Estado hoy día o no? Lo tomamos como algo que podía suceder, y sucedió”.

Golpe de Estado

El día del golpe de Estado, Menz lo supo por su madre, quien tenía la costumbre de escuchar la radio temprano.

“Teníamos ya una especie de protocolo a seguir, de inmediatamente ir a la oficina a reunirnos” en tal caso, y asimismo ocurrió ese día. Y decidieron intentar llegar a La Moneda, a un par de cuadras del barrio Lastarria, por calle Agustinas.

“Mientras avanzábamos en dirección a La Moneda, se empezaban a escuchar algunos balazos, que no sabíamos de dónde venían. Y a tres calles del lugar, ya la balacera era mucho, y Patricio dijo ‘ya, regresemos'”. Y ahí cada uno se fue para su casa.

Hay que recordar que días después el propio Patricio Guzmán fue detenido en su casa y llevado al Estadio Nacional. Tras su liberación, partió a Francia.

En cuanto a Menz. recuerda haber tenido en su poder las cintas magnetofónicas con el material de audio de la película. Y que hubo toda una operación para sacar el material del país, por valija diplomática.

Al año siguiente, en 1974, él mismo abandonó el país rumbo a México y luego a España.

“Me consiguieron una beca para Madrid a la Escuela de Radio y Televisión Española y ahí empezó mi otra historia”.

España

Si Chile estaba entrando en una dictadura, España estaba saliendo. El franquismo se terminaba y el dictador Francisco Franco falleció en 1975, con lo cual empezó la transición hacia la democracia.

En la Escuela “te dan clases de dirección, de sonido, de imagen, de radio, en fin. Y ahí estuvimos un grupo, había muchos latinoamericanos, y bueno, yo sin saber qué iba a pasar con mi futuro, ¿no?, si regresaba a Chile, no regresaba a Chile, si me quedaba ahí, o sea, una incertidumbre, es decir, bien complicado”.

Alternó con trabajos esporádicos, como camarero en la isla de Menorca en el verano, hasta que se dio la posibilidad de trabajar en cine, también en el país ibérico, con el productor Elías Querejeta.

“Él había sido futbolista y producía películas de lo que se llamaba cine de autor, como Carlos Saura, Víctor Erice, cine con cierto compromiso político y social, un tipo solidario, buena onda. Entonces era muy cerrado el mundo del cine, y trabajar con Elías Querejeta era como entrar a un equipo de primera división. Todo el mundo quería trabajar con Elías Querejeta”.

Así empezó a trabajar en el documental “El desencanto” (1976), de Jaime Chavarri, sobre el fallecido poeta falangista Leopoldo Panero, a partir de los testimonios de sus hijos, “unos personajes realmente interesantes, con unas características que no tenían nada que ver con la familia tradicional, católica, representada por su papá y su mamá”.

Y asimismo siguió con “Cría cuervos” de Carlos Saura, donde pudo conocer a Geraldine Chaplin, y luego más adelante al intérprete Héctor Alterio, “un maravilloso actor argentino, que había sido perseguido” y también estaba exiliado en España.

Siguieron muchas más películas, hasta que llegó “Werther” (1986), de Pilar Miró, inspírala en la novela clásica “Las penas del joven Werther”​ del alemán Johann Wolfgang von Goethe, con la cual obtuvo el premio Goya, con Enrique Molinero.

“Pilar tenía todo el nombre, fue además directora de Radio Televisión Española, un cargo gigantesco. Y así fue como me integré al rodaje, en Santander. Fue bastante complicado el sonido, porque había situaciones muy íntimas”. La directora tenía “mucha fuerza creativa” y era “muy exigente”.

Menz tendría otras dos nominaciones al mismo premio: una por “El bosque animado” (1987), de José Luis Cueda, y otra por “La flor de mi secreto” (1995), esta última de Pedro Almodóvar. Un personaje que era ya muy conocido desde los fines de los 70 como uno de los personajes claves de la movida madrileña, antes de convertirse en director de cine.

“Es muy creativo divertido, y exigente al máximo, preocupado hasta el más mínimo detalle”.

Con él también haría “Carne trémula” (1997).

Regreso a Chile

Las películas con Almodóvar serían parte de la última etapa de Menz en España. A principios de los 90 se separó y volvió al país, para empezar una etapa totalmente diferente como gerente de una empresa de doblajes, y que coincidió con un momento de falta de trabajo en el país ibérico, en lo que recuerda como una “decisión dura, triste”.

“Fue una etapa también interesante, pero que me costó muchísimo. Al final fue también, afortunadamente, una experiencia enriquecedora, conocí gente maravillosa, una empresa increíble que hasta el día de hoy se mantiene y da trabajo a muchos actores y actrices”, celebra.

Hoy, Menz está retirado.

“El año pasado dejé de trabajar y ahora estoy descansando de una vida bastante agitada”.

Finalmente, al ser consultado sobre el cine chileno, destaca entre otros a Sebastián Lelio y Pablo Larraín.

“Hay un movimiento muy interesante, que a pesar de las dificultades de sacar adelante un proyecto, lo logran hacer, y sacan premios”, celebra.

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