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“Monchi Mesa” de Marina Closs: ese incomprendido sentimiento de libertad CULTURA|OPINIÓN

“Monchi Mesa” de Marina Closs: ese incomprendido sentimiento de libertad

La autora nos sorprende con una obra de equívocos, pero también de tragedias. Un aventón de emociones que bien vale la pena leer por estos días.


“No me acuerdo si fue primero Jessica o primero Cynthia. Era casi de noche. Yo no veía diferencias entre ellas. Así como yo era hijo del lobo, ellas eran Los Búhos. Así como mi mamá había sido la Montón de Huesos, todos nosotros solo quedábamos completos en nuestros apodos”.

Fragmento del libro.

Primer acto: Monchi Mesa, sereno de un aserradero, con un caballo llamado Pecoso y bautizado después como Psicólogo, está temeroso por la muerte de un cuidador de un aserradero vecino. Una noche se encuentra con dos adolescentes desnudas que parecen fantasmas, quienes le piden su caballo para poder huir con su novio, el que se encuentra herido, y que es el asesino. Luego de negarse, y todavía aterrorizado, es trasladado por su jefe a un lugar más seguro, un galpón de camiones, pero se asusta con la posibilidad de que suenen las alarmas, y termina atormentado por la muerte del joven bandido.

Segundo acto: Jessica y Cynthia son dos hermanas adolescentes, inquietas y curiosas, con una misteriosa sensación de desapego. Les gusta andar desnudas y desean fervorosamente ser besadas y experimentar el amor. Sin entender, o sin querer entender, su madre las lleva al psicólogo, pero ellas solo desean huir de casa, comenzar una nueva vida en libertad, junto a un muchacho, hijo de su niñera Mariela, quien se transforma en novio de ambas. A él lo convencen de su plan de robarle el caballo al sereno de su padre y así poder escapar los tres.

Tercer acto: Jorge es un muchacho pobre que va a buscar un rifle a casa de sus abuelos, con este pretende matar a un sereno, pero falla de objetivo y termina disparándose quizá por culpa o vergüenza, quizá solamente por inseguridad. Piensa o siente que es por amor a las mellizas, hijas del patrón de su madre. Piensa o siente que ese amor nace de la fuerza y no la debilidad, de su ferocidad y no del miedo del otro. “El amor es el ahogo. La desesperación”, diría.

Así podríamos resumir “Monchi Mesa” (Laurel, 2023) de la escritora argentina, avecindada en Chile, Marina Closs (1990), cuyas páginas se entrelazan, como fragmentos que se van uniendo, para develar la historia que las congrega, aunque por cierto las derivas e interpretaciones nunca se cierran a buenas y primeras. Hablamos, básicamente, de una novela en tres actos, una tragicomedia que reúne candor, dulzura, inocencia y originalidad.

Con alguna dosis de seriedad y unos mayores bemoles de absurdo, el libro nos plantea una serie de preguntas y afirmaciones que configuran un mundo altamente imaginativo, curioso y animalesco, donde la certeza de que los caballos no requieren alarmas es posible, tanto como alimentar con sangre a un grillo, asegurar que un rifle es el más pesado de los objetos de una casa o que los búhos, con su cabello atado, pueden maullar en lo alto de una escalera.

“–¿Qué me pasa? ¿Cómo un tiro no me mata? –Se decía él, sorprendido.

¬–Es por la ansiedad. No te podés morir sin empezar a hacer el amor una vez más con nosotras.

Hicimos el amor. Él se limpiaba la sangre con una indiferencia bochornosa. Se sentía como si disfrutara más allá de la vida” (pág. 112-113).

Llama la atención la plasticidad de la autora para abordar distintas voces, distintos ángulos, con un lenguaje sencillo y llano, sin ambages retóricos. Un sereno como Monchi Mesa, dos adolescentes y un muchacho, con miedos e ilusiones, con decisiones y remordimientos, con un sentimiento de libertad muchas veces incomprendido, denotando una profundidad que no alcanza muchas veces a exteriorizarse del todo. La humanidad, simplemente. Una humanidad al borde del abismo o de la locura, acaso si no es lo mismo.

“Un día estaba solo en la casa, alcé las manos hasta la última repisa y toqué lo que había arriba. No vi cómo era. Pero desde entonces empecé a hablar con él. Esperé un rato, a que el frío se me fuese de los dedos de la mano.

Cuando lo solté, sin haberlo visto aún, dije en voz alta:

–Rifle, mañana o pasado, voy a venir a buscarte. Voy a aprender a tirar solo. Son intimidades. Estoy enamorado –le dije, sintiéndome lástima, después orgullo, después vacío. Después, bajé las manos y ya no sentí más nada” (pág. 126).

Marina Closs nos sorprende con una obra de equívocos, pero también de tragedias. Un aventón de emociones que bien vale la pena leer por estos días.

Ficha técnica:
Marina Closs. “Monchi Mesa”. Laurel, 2023. 180 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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