Publicidad
Michelangelo Pistoletto, y su Venus renacen de las cenizas CULTURA|OPINIÓN

Michelangelo Pistoletto, y su Venus renacen de las cenizas

Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
Ver Más

Entre medio de ese tráfico infernal me encuentro con la grata sorpresa de que la nueva y monumental versión de “Venere degli stracci” (Venus de los trapos, 1967) la escultura de Michelangelo Pistoletto (Biella, 1933), considerada un símbolo del Arte Povera.


Para algunos el año se inicia el primero de enero, para otros en marzo, para mí, después del cambio de hora, cuando el ocaso arremete como un innominado augurio, aunque lamentablemente, no tenemos un auto-tune que optimice nuestra banda incidental, y la sola posibilidad de sustraernos a lo que significa retomar el año laboral, implica negarse a entender la vida retoma su cauce, y si bien el estrés puede mantenernos alerta, no es menos cierto que las vacaciones siguen ahí, retroalimentándonos con ese nutricio suero que persiste en caer gota tras gota, como un reflejo de nuestro subconsciente que activa cuanto mecanismo de defensa tiene a su haber, para volver a situarnos en el corazón de la ciudad de Nápoles, donde entre otras cosas el culto por la figura de Diego Armando Maradona lo ha elevado casi a la categoría de santo, por el hecho de haber jugado y triunfado en la escudería italiana de esa ciudad, entre 1984 y 1992.

El sinnúmero de ejemplos que lo demuestran, los podemos constatar en muchos de sus rincones y avenidas, ya que casi no existe lugar donde no se venere su imagen a través de un mural, grafiti u otra representación icónica próxima a la “animita”. Ciertamente, un enclave que se queda detenido en el tiempo y el lugar, contraviniendo la no menos desconcertante forma de conducir, ya que el cruzar las calles de Nápoles es toda una hazaña. Digo esto, porque las motos, de todo tipo tamaño y marca, por no decir raza, que acechan como verdaderas fieras, transitando en todas direcciones, sin importar si hay un paso de cebra o si por esas casualidades te pasan a llevar.

Entre medio de ese tráfico infernal me encuentro con la grata sorpresa de que la nueva y monumental versión de “Venere degli stracci” (Venus de los trapos, 1967) la escultura de Michelangelo Pistoletto (Biella, 1933), considerada un símbolo del Arte Povera, movimiento artístico que desarrolló proyectos a partir de materiales humildes, y del cual este artista visual italiano fue uno de sus cultores más sobresalientes, y esta magnífica escultura lo refleja en toda su magnitud, ya que fisiona una réplica de la Venus o legendaria Afrodita de Knidos de Praxiteles, (la primera mujer desnuda del arte griego), con una montaña de trapos en desuso.

Una puesta en escena que apunta a interpelar el ideal de belleza clásica, creando una fricción confrontada, equivalente a la observada en las pinturas de espejo con una figura fija vista desde atrás. Tal cual vemos a esta Venus símbolo atávico de la perfección, entreverada con estos millares de trapos, muestra fehaciente del desperdicio, la degradación de la vestimenta, el consumismo, el reciclaje, y la marginación social.

Lo más complejo de todo es que esta monumental instalación que contrasta el equilibrio y lo sublime del arte clásico con el desorden de la vida moderna fue, a sólo un mes de ser inaugurada el 28 de junio del 2023, reducida a cenizas. Hecho que recalcó en su momento el alcalde de Nápoles, Gaetano Manfredi, asumiendo que se trató de un incendio intencionado, tras lo que ha asegurado sentirse “consternado” por un acto de gran violencia, ya que “cuando se ataca el arte y la belleza, se ataca al hombre”.

Pero, como dice la canción de Fito Páez,“Quien dijo que todo está perdido”. Este 2024, la icónica obra volvió a ocupar su lugar frente al Castel Nuovo en la plaza del municipio, pero esta vez bajo el nombre de La Venere risorgerà (Venus resurgirá). Lo que habla del gran interés por mantener vivo el patrimonio cultural de un país, que no sólo se ve reflejado en una obra, o en lo estructural, sino en el respeto por un referente del arte mundial como es Pistoletto, a quién tuve la suerte de conocer en noviembre del 2018 cuando vino al MAC de Parque Forestal, a inaugurar “Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad”, exposición curada por el brasileño Marcello Dantas, y en donde además, entre la selección de obras se encontraba la “Venus de los trapos”, que ahora renace literalmente desde las cenizas.

En virtud de lo cual, reflexiono una y otra vez en relación al respeto que se tiene hacia las diversas expresiones artísticas, que habitan, permanente o de manera temporal en el espacio citadino. Un lugar que no es inocuo, no puedo evitar pensar, en el gran número de obras que están deterioradas, rayadas o destruidas, y que siguen, cual enfermo terminal, esperando su fin.

De todos modos, la idea no es fustigar a nadie, ni coartar el deseo de expresarse, pero para eso existen las obras tipo paste-up que están expresamente insertas en el espacio público para ser intervenidas como ocurre con muchas de las propuestas de Claudio Caiozzi (Caiozzama). Pero, volviendo a Pistoletto, el artista italiano más importante vivo, por suerte sin ser un Fénix, sigue renaciendo junto a su Venus.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias