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América Latina, vecinos altamente sensibles Opinión

América Latina, vecinos altamente sensibles

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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Como se podrá apreciar, el entorno vecinal se viene movido y corresponde mantener el radar atento, ello obliga a una Cancillería chilena más atenta y menos reactiva, a más prospectiva y menos retórica. El mundo y la región tienen muchos desafíos, pero atender a los vecinos debe ser siempre la primera prioridad. A dedicar los mejores funcionarios a las respectivas capitales para que representen de la mejor forma nuestro interés nacional. Entendiendo que el mejor vecino de Chile es uno estable, porque sobre esa estabilidad se puede construir una beneficiosa convivencia y fluirá la cooperación.


En el año que se inicia, cada uno de nuestros vecinos vivirá importantes procesos políticos y, como siempre ocurre, estos influirán en sus respectivas economías y viceversa. Por cierto, cada uno de ellos posee sociedades altamente movilizables, como lo han demostrado en su historia reciente, por lo que no es irresponsable decir que en este 2019 que recién comienza, el entorno vecinal estará altamente sensible.

Tanto Argentina como Bolivia tendrán a fin de año elecciones generales y en ambos países se avizoran fuertes debates. Perú, por su parte, acaba de concluir un intenso 2018 donde cayó su presidente, fue sucedido por su vicepresidente y, luego de sonados escándalos, a fin de año la ciudadanía –mediante referéndum– aprobó importantes cambios en el sistema político y judicial.

Veamos cada caso.

Argentina

La economía metió su cola en los planes del presidente Mauricio Macri y lo que a mediados del año pasado parecía encaminarse a una reelección fácil, se descarriló por una devaluación  súbita que alcanzó el 100%, que –además– fue mal manejada. El resultado ha sido desastroso: aumento de la tasa de interés que deprime el consumo, decrecimiento, alzas varias que devienen en inflación y malestar, en fin. De paso, los argentinos quedaron amarraditos con el FMI. Como era de esperar, todo esto repercute en la política.

Los dos principales candidatos: Macri y la ex presidenta Cristina Fernández siguen de pie, pero comparten un elevado rechazo, cerca del 60%. Obviamente, en ambos bandos se afilan cuchillos por la sucesión. En el oficialismo asoman la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y el gobernador de Capital Federal, Martínez Larreta. Recordemos que el oficialismo es una alianza entre el partido PRO de Macri, los radicales y el partido de  la dirigente Elisa Carrió y  muchos analistas se preguntan si esta coalición resistirá la prueba electoral.

Cristina Fernández, si bien es la candidata de oposición que hoy más marca, enfrenta acciones judiciales por corrupción y, aunque posee fuero parlamentario, el estar procesada golpea fuerte su imagen. La oposición tiene otras cartas, pero de momento están a la espera de la “decisión de Cristina”. Un par de gobernadores peronistas están al acecho, también dirigentes varios y no son pocos los que apuestan por Roberto Lavagna, economista que logró enderezar el buque después de los aciagos días del “corralito” el año 2001.

[cita tipo=»destaque»]Los tres países vecinos enfrentan este año importantes procesos políticos. No es fácil predecir cómo terminarán las elecciones en Argentina o Bolivia, pero sí es seguro afirmar que serán meses de campaña intensos y con sociedades activadas. Las dificultades económicas se expresarán a lo largo del año con sus correspondientes impactos sociales. Eso más en Argentina que en Bolivia.[/cita]

Argentina prevé primarias: abiertas, simultáneas y obligatorias (conocidas como “PASO”) las que se llevarán a cabo el 11 de agosto. Queda tiempo todavía, pero las posibilidades de Macri dependen de una eventual recuperación económica y los optimistas dicen que eso podría ocurrir en el segundo semestre, lo cual sería muy conveniente, dado que la primera vuelta es el 27 de octubre. Ese escenario requiere muchos supuestos, como si el tipo de cambio se estabiliza, si la inflación se controla, si fluye la inversión externa, en fin. Lo cierto es que los primeros meses del año estarán dominados por la crisis económica y los esfuerzos del gobierno por controlarla.

En el plano internacional, Macri buscó desde un principio alinearse con los EE.UU. y mal no le ha ido, ya que de partida le ha permitido contar con el apoyo del FMI. En todo caso, la emergencia de Bolsonaro ha puesto en veremos el futuro del Mercosur y también de las exportaciones argentinas a Brasil, especialmente las automotrices. El país carioca es el principal socio de Argentina y una apertura brasileña afectará a la economía transandina. Macri visitará los próximos días a Bolsonaro y algo se debería despejar en esa cita.

Perú

El país vecino vivió un 2018 hiperdinámico, debido a que la oposición fujimorista provocó la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski en marzo y asumió en su reemplazo su vicepresidente, Martín Vizcarra. Este último, si bien carece de fuerza parlamentaria, logró maniobrar, arrinconó al Congreso encabezando la indignación nacional por diversos casos de corrupción, posee más de un 60% de apoyo, sacó adelante –mediante referéndum– reformas políticas y judiciales y, sobre todo, logró poner entre la espada y la pared al fujimorismo, con Keiko presa y su partido, Fuerza Popular, desgranándose. A estas alturas, es claro que el fujimorismo cometió un pésimo negocio al derrocar a PPK, ya que pasó de ser la fuerza dominante en el Congreso y tener sometido al Ejecutivo, a su fase terminal.

El motor de muchos de estos giros, es la indignación nacional que provoca la corrupción, que tiene varios afluentes. El más conocido son los diversos casos ligados a la empresa brasileña Odebrecht, que involucra a todos los gobiernos desde los años 90: dos ex presidentes procesados, uno con orden de extradición y otro ad portas de ser juzgado. La legitimidad de la clase política se encuentra en sus niveles más bajos y los nuevos escándalos por corrupción y malos manejos en la judicatura, solo han estimulado la desconfianza de la ciudadanía en los partidos y el Congreso.

El presidente Vizcarra tiene ante sí la tarea de emplear en positivo la gran popularidad que ha logrado, es decir, además de combatir la corrupción, lo que está muy bien, debe dedicarse a gobernar y ahí los desafíos son muchos. La economía peruana ha tenido un buen desempeño en cifras globales, pero esculcando con más detalles, asoma una profunda desigualdad entre el sector exportador –agricultura de la costa y gran minería– y los no exportadores. El número de informalidad es elevadísimo, así como las deterioradas condiciones de los habitantes de la sierra. La propia Lima, con sus elegantes barrios rodeados por una periferia de pueblos jóvenes (favelas), es muestra de algo que en Chile conocemos bien: la modernidad no siempre acarrea igualdad. Se cruzan estos factores sociales y económicos con la ancestralidad del racismo inocultable en amplios ámbitos de la sociedad peruana.

¿Cómo gobernar sin partidos y sin Congreso? Un camino puede ser la conformación de alianzas y acuerdos varios, con una nueva dimensión de la representación popular que cada día cobra más fuerza: los gobernadores regionales, dotados de la legitimidad del voto popular y mucho más cercanos a las diversas realidades de las provincias. De los recientemente elegidos, sobresale Walter Aduviri, carismático gobernador de Puno, orgulloso dirigente aymara que mira con simpatía y naturalidad lo que sucede en Bolivia, al final, muchos puneños parecieran dialogar con más comodidad y cercanía con Evo en La Paz que con los dirigentes limeños.

Quedan más de tres años de gobierno y pronto cumplirá su pena carcelaria Antauro Humala, hermano del ex presidente Ollanta, pero mucho más radical que él. Condenado hace años por un minilevantamiento y un asalto a un cuartel policial, cumple dos tercios de su condena, pudiendo recuperar su libertad dentro de poco. Desde la cárcel ha manifestado su voluntad de postularse para el 2021. Mantiene y actualiza su plataforma programática basada en un fuerte nacionalismo, incluido el económico. El movimiento que organizara –previo a su detención junto a su hermano Ollanta y guiados por su padre Isaac– es el llamado etnocacerismo, mezcla de nacionalismo radical unido a ingredientes indigenistas. Cabe agregar que esta corriente se construyó alimentando un feroz antichilenismo.

Bolivia

El país altiplánico tiene elecciones presidenciales y la primera vuelta es en octubre. También tiene primarias, pero amenazan con ser o súper aburridas, porque son absolutamente innecesarias, o muy borrascosas, porque el MAS se propone llevarlas a cabo contra viento y marea.

En efecto, el Tribunal Electoral, dominado por el oficialismo, obliga a los partidos a ir a primarias el próximo 27 de enero. Si no, los partidos que no concurran corren riesgo de perder su registro. Lo paradójico es que los nueve partidos llamados a votar solo llevan una fórmula: un candidato a presidente y otro a vicepresidente. El ADN de las primarias es dirimir disputas entre partidos de una coalición o, al interior de un partido. No es ninguno de los casos. ¿Por qué se empeña entonces el MAS en hacer primarias?

La hipótesis más probable es que el oficialismo quiere demostrar que tiene muchos militantes –más de un millón, según versión oficial, y la mayoría empleados públicos acarreados, dice la oposición– para proporcionarle una pizca de legitimidad a la tercera reelección del presidente Evo Morales. Lo que está impedido por la Constitución y, además, por la expresa voluntad del referéndum del 27/F del 2016.

Más allá de las leguleyadas, lo que se cierne sobre el futuro cercano altiplánico es un peligroso clima de deterioro de la calidad de su democracia que está provocando un incremento de la polarización y de las movilizaciones ciudadanas. El MAS ha avanzado hacia la conformación de un régimen de partido de Estado que hegemoniza las instituciones, empezando por la autoridad electoral y siguiendo por la judicial. Como detenta la mayoría parlamentaria, el resultado es un copamiento desde las alturas del aparato estatal.

Económicamente a Bolivia no le ha ido nada de mal con los gobiernos de Morales, el PIB ha crecido, el 2018 arriba del 4%, beneficiándose de los ingresos del gas. Ello ha ido unido a vastos programas de redistribución social que han elevado las condiciones de vida de la mayoría étnica y popular, de allí su fuerte apoyo. Sobre todo en sus primeros años, el ya largo gobierno de Evo impulsó un sustantivo proceso de inclusión social en una sociedad gobernada por décadas por una minoría blanca y racista. Junto a estos innegables logros, también hay situaciones complicadas como muchos y costosos edificios construidos sin mayor uso –empezando por el Parlamento de Unasur y estadios varios en pequeñas localidades– y el número de hectáreas autorizadas para cultivo de coca de “uso tradicional”, que excede la capacidad de la población boliviana,

El horizonte trae nubarrones: los principales clientes del gas boliviano son Argentina y Brasil. Ambos han avanzado en la producción local de energía, ya no dependen tanto del suministro altiplánico y este año deben renegociarse los contratos.  Esa y otras razones deben explicar la disciplinada presencia de Morales en la toma de posesión de Bolsonaro. También plantea la necesidad de buscar nuevos mercados para el gas boliviano, donde podría coincidir con las necesidades del sur peruano y los planes de Aduviri.

Por su parte, las sobreactuaciones empiezan a devolverse como búmeran. En los mejores momentos del indigenismo, el MAS estableció la norma de que todos los candidatos deberían hablar al menos una lengua indígena y uno de los que ha pasado más de algún bochorno en estos días por esta causa, ha sido el vicepresidente García Liniera, a quien la prensa solicitó un saludo a la ciudadanía en una lengua originaria.

La oposición ha perdido todas las batallas dentro de Bolivia por hacer respetar el referéndum del 27/F. Un vasto y diverso movimiento ciudadano agrupado en la consigna “Bolivia dijo NO” ha impulsado una campaña que, a la fecha, se ha estrellado con el mayoriteo masista. Queda todavía un recurso ante la justicia interamericana. Mas, este autor es de la convicción, basado en los hechos y las voluntades conocidas, de que Evo Morales irá de candidato sí o sí.

Lo que no está claro es si ganará, porque las encuestas dicen que Evo pierde en segunda vuelta a manos del ex presidente Carlos Mesa, porque el gobierno boliviano se jugó el todo por el todo por su demanda contra Chile. La historia es conocida y resta por ver cuánto de este episodio repercutirá en la popularidad del actual mandatario.

Balance y perspectivas

Como se ha explicado, los tres países vecinos enfrentan este año importantes procesos políticos. No es fácil predecir cómo terminarán las elecciones en Argentina o Bolivia, pero sí es seguro afirmar que serán meses de campaña intensos y con sociedades activadas. Las dificultades económicas se expresarán a lo largo del año con sus correspondientes impactos sociales. Eso más en Argentina que en Bolivia. En este último, será la calidad de la democracia lo que estará en juego. Sin lugar a dudas que el MAS es el principal partido boliviano, resta por ver si su mayoría es suficiente para gobernar sin estrangular las formas.

Los tres vecinos lo son a su vez de Brasil. Y ahí ni hablar, están pasando cosas que los afectarán. Brasil es Brasil y con su masa demográfica, continental y económica, cualquier decisión que adopte influirá en el continente, empezando por sus vecinos. Por ejemplo, si Brasil opta por privilegiar su apertura económica, bye bye Mercosur, al menos como lo conocemos hoy.

Como se podrá apreciar, el entorno vecinal se viene movido y corresponde mantener el radar atento, ello obliga a una Cancillería chilena más atenta y menos reactiva, a más prospectiva y menos retórica. El mundo y la región tienen muchos desafíos, pero atender a los vecinos debe ser siempre la primera prioridad. A dedicar los mejores funcionarios a las respectivas capitales para que representen de la mejor forma nuestro interés nacional.  Entendiendo que el mejor vecino de Chile es uno estable, porque sobre esa estabilidad se puede construir una beneficiosa convivencia y fluirá la cooperación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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