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El nuevo orden del poder en Renovación Nacional PAÍS

El nuevo orden del poder en Renovación Nacional

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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Tras un pedregoso inicio como timonel y el permanente intento de algunos de superponer nuevos caciques, el actual presidente de RN, Mario Desbordes, logró finalmente afianzar tanto su liderazgo interno como ante La Moneda. Con Carlos Larraín bastante replegado y Cristián Monckeberg más lejos que cerca de la toma de decisiones institucionales, dada su condición actual de ministro, el diputado conduce sin reales contrapesos la colectividad que pretende no perder la condición de principal fuerza política de la derecha.


El inicio de la segunda administración de Sebastián Piñera no fue dulce ni fácil para Renovación Nacional. El hecho de haber sacado más votos que sus socios de la UDI en las parlamentarias del 2017 –recuperando una supremacía electoral que habían perdido hacía más de quince años–, más que allanarles las cosas en el Gobierno, las tensionó y complicó en el seno de la derecha. Es que desde el gremialismo no dudaron en activar todas sus redes, imponerse políticamente y quedarse con un sinfín de de cargos públicos, relegando la influencia de RN a un segundo lugar.

En ese tenso 2018, esa situación fue leída como una debilidad de quien había sido ratificado en la testera de RN recién en marzo del 2018, Mario Desbordes, y en más de una ocasión se escuchó en el partido decir que el diputado había realizado una gran labor como secretario general, pero que no daba el ancho como timonel.

Más adelante, la división interna entre progresistas, conservadores y evangélicos que complicó las relaciones en la colectividad, profundizó los cuestionamientos a sus capacidades. Ya se hablaba de un partido “desbordado”, más aún cuando la denominada bancada de los “kastistas” no tuvo empacho en proclamar a José Antonio Kast como su próximo candidato presidencial.

Poco y nada ayudaba a Desbordes el hecho de que sus dos antecesores –Carlos Larraín y el actual ministro de Vivienda, Cristián Monckeberg– aún estaban frescos en la memoria de la militancia, recordados como timoneles con liderazgo y poder.

En el caso del exsenador –y también financista clave de la colectividad–, en sus ocho años al mando de RN se le recuerda por haber logrado la unidad de un partido que estaba “desparramado” y que, a través de su profundo “conocimiento en las artes de la política”, logró entregarle identidad a la tienda. Su rol en la primera administración piñerista no lo olvida nadie en la derecha: fue el dolor de cabeza de La Moneda, ácido, crítico, fustigó con dureza los errores de gestión, al punto que ese papel le costó su amistad con el Mandatario. Hizo de RN –recalcaron en la colectividad– un partido del que se volvió a hablar.

En el caso del hoy ministro de Vivienda, caracterizado por su tono más dialogante que Larraín, no solo destacaron de su gestión el haber sacado lustre al papel de partido de oposición, sino que logró lo que muchos creyeron imposible: sacar más votos que sus socios de la UDI.

Tanto Larraín como Monckeberg hoy están relegados de las grandes decisiones institucionales, pero eso no significa que diferentes grupos de parlamentarios insistan en mantenerlos como referentes. Y esto tuvo mucho que ver con cierto vacío de liderazgo que hubo en su momento en RN.

[cita tipo=»destaque»]Para el analista Tomás Duval, estas situaciones posicionaron y visibilizaron a Desbordes «en su figura como presidente de partido, que hasta ese entonces no tenía esa claridad pública, y eso hace que efectivamente esos dos hechos lo consolidan. Es un hecho importante el haber acentuado una posición política en un tema importante, aquello lo hace consolidar su liderazgo”. Agregó que hoy el timonel “no tiene hoy al interior del partido competencia”.[/cita]

En el partido explicaron que hay un pequeño número de parlamentarios que buscan perfilarlo por sobre los tres senadores declarados precandidatos –Andrés Allamand, Manuel José Ossandón y Francisco Chahuán–, pero sin mucha suerte ni éxito. Su preocupación está en el ministerio –señalaron– y aquello indefectiblemente lo ha hecho perder grados de influencia al interior de la tienda.

Larraín, en tanto, si bien pertenece a la comisión política de RN en su calidad de expresidente, en el partido aseguraron que está más retirado y que son muy pocas las ocasiones en las que se hace presente. Si bien hay quienes dan por totalmente extinto el poder político que ejerció por casi una década, para un sector mayoritario de la colectividad el exsenador sigue teniendo la capacidad de tomar el teléfono y “hacer que las cosas pasen”, continúa siendo un actor, aunque más en las sombras y “ya no muerde como antes”.

Punto de inflexión

Desbordes fue secretario general de ambos y aquello le ayudó para poder situarse hoy en una posición de poder real, a la cual no le fue fácil llegar. Todos coincidieron en que el endurecimiento de su perfil público, como la decisión de salir a confrontar a través de los medios al Gobierno y al propio Presidente Piñera, fue una decisión acertada del actual timonel, ya que con eso se ganó ese respeto y aceptación –afirmaron en RN– “con que no contaba del todo tiempo atrás”.

No hay que olvidar que, una vez finalizada la segunda Cuenta Pública presidencial y a pesar de las convencionales advertencias desde La Moneda para el posterior despliegue del oficialismo para su defensa pública, Desbordes sorprendió a todos y le asestó un golpe feroz al proyecto de Reforma Tributaria al sentenciar que era necesario dejar a un lado la reintegración para poder avanzar en dicha iniciativa. Si bien varios días después tuvo que retroceder en este punto, ya la había aguado la fiesta al Gobierno.

No solo eso. Además, el mandamás de RN se mostró en contra del anuncio de disminuir escaños en la Cámara de Diputados, impulsado por la UDI.

Días antes y junto a toda su bancada, Desbordes fue recibido “casi por obligación”, dijeron algunos diputados, en La Moneda por el Presidente Piñera y su comité político. Eso, luego de la amenaza de un eventual “banderazo” en las afueras de Palacio, al que asistirían todos los diputados, quienes, a través de diferentes medios, acusaron parcialidad a la hora de las designaciones a cargo del jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet. Acusaciones que cruzaron todo el Gobierno.

El ruido político que provocó el timonel RN tuvo resultados concretos. En la derecha se habla del “freno de mano» que se le puso a Larroulet y, además, el ajuste ministerial incluyó rostros “piñeristas” –el canciller Teodoro Ribera y el ministro de Salud Jaime Mañalich– que contrarrestaron el poder que ejerce el gremialismo en la actual administración. No por nada, tras los cambios en el gabinete, se generó un iracundo reclamo de la UDI por sentirse marginados y perjudicados, lo que derivó después en un choque frontal con sus socios de Renovación Nacional.

Para el analista Tomás Duval, estas situaciones posicionaron y visibilizaron a Desbordes «en su figura como presidente de partido, que hasta ese entonces no tenía esa claridad pública, y eso hace que efectivamente esos dos hechos lo consolidan. Es un hecho importante el haber acentuado una posición política en un tema importante, aquello lo hace consolidar su liderazgo”. Agregó que hoy el timonel “no tiene hoy al interior del partido competencia”.

Hoy no caben dudas en la colectividad: Desbordes “es el hombre que hace la magia”. Y si bien no usan las mismas palabras, desde La Moneda reconocieron que el timonel RN es la persona con la que se negocia en dicho partido.

Quienes lo defienden, aseguraron que el hecho de haber sacado el mayor número histórico de votos en la última elección, a pesar de no haber existido una lista competitiva, ya le había entregado total legitimidad para tomar las riendas del partido y que, si quisiera ir a la reelección, no habría nadie capaz de hacerle mella.

Desbordes logró soslayar lo que en su momento se describió como una «guerra fría» entre RN y la administración piñerista, que tuvo la guinda de la torta en la ausencia del jefe de Estado al aniversario del partido, en circunstancias que el Mandatario sí había participado de las celebraciones de la UDI y Evópoli.

El círculo íntimo de Desbordes lo componen Camilo Morán, a quien desde el Congreso describen como “su brazo armado”, quien trabajó previamente con Manuel José Ossandón en las primarias y hoy opera a nivel parlamentario y también de asesores. Dicho grupo de confianza también lo integran el secretario general Felipe Cisternas, la diputada Paulina Núñez, el senador Rafael Prohens, los alcaldes de Lo Barnechea y de Padre Hurtado, Felipe Guevara y José Miguel Arellano, además de Samuel Valenzuela, miembro de la comisión política.

Ahora, una de las grandes preocupaciones actuales del timonel es la negociación que se está llevando a cabo con sus pares de Chile Vamos, con miras a las elecciones municipales del 2010, fundamentales para la proyección del oficialismo en el gobierno. Y si bien le bajaron el perfil, desde el Parlamento saben que la “quitada” de alcaldes independientes que llevó a cabo la UDI fue “un golpe bajo”, más que administrativo, comunicacional, pero que dolió.

Respecto a aquello, si bien no tuvo la profundidad para entorpecer las negociaciones, sí hay quienes aseguraron que las manchó y, tras eso, el ambiente adoptó un grado de tensión que no se esperaba en esta etapa.

Otro de los temas claves en la agenda de Desbordes es la limpieza del padrón electoral. Quienes saben de su trabajo, afirmaron que personalmente está llamando a los militantes comuna por comuna, para cerciorarse de mantener un padrón “acorde a los tiempos”, como contrapunto a uno de los grandes problemas que tuvo la última elección en el Partido Socialista, por el clientelismo imperante en varias comunas.

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