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Entre el respeto y la irrelevancia: la presión que recae sobre Chadwick para desactivar la acusación contra Marcela Cubillos PAÍS

Entre el respeto y la irrelevancia: la presión que recae sobre Chadwick para desactivar la acusación contra Marcela Cubillos

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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El Presidente Sebastián Piñera puso en los hombros de su ministro del Interior, Andrés Chadwick, la responsabilidad de desactivar la acusación constitucional en contra de la ministra de Educación Marcela Cubillos. Con lo bonos a la baja, el brazo derecho del Mandatario se juega no solo su prestigio ante los suyos, sino también el del propio Gobierno, que de sufrir un revés de esta magnitud, pocos dudan en el oficialismo que podría significar el golpe definitivo del que no pudiera recuperarse. Así el culpable tendría nombre y apellido. Si, por el contrario, Cubillos resulta ilesa, no será nadie más que él quien se colgará la medalla. La importancia política de mantener viva a Cubillos tiene un alto valor simbólico para Chile Vamos, al representar el ADN de la derecha como fundadora de la UDI y esposa del histórico senador RN, Andrés Allamand. Esta cualidad ha provocado un despliegue de La Moneda no visto en ocasiones anteriores.


Hoy en día el ministro del Interior, Andrés Chadwick, no pasa por su mejor momento en esta segunda administración de Sebastián Piñera, relegado a un segundo plano, siendo constantemente «saltado» en diversas consultas y marginado en tomas de decisiones por el propio Mandatario. En este presente, en el que se codea con la indiferencia de los suyos, Chadwick recibió una nueva oportunidad para salir a flote. Si bien todos los ministros del comité político se encuentran desplegados buscando contener la acusación constitucional en contra de la ministra de Educación, Marcela Cubillos, quien recibió la responsabilidad principal para desactivar la ofensiva precisamente era considerado, hasta no hace mucho, la mano derecha del Jefe de Estado.

En este contexto, el debilitado titular de la cartera del Interior deberá demostrar ante los suyos que la reconocida fuerza de su brazo político no estaría mermada, como lo acusaron desde el propio oficialismo, y que de prosperar su cometido –aseguran los mismos personeros de Chile Vamos– no sería nadie más que él quien se «colgaría esa medalla». La preocupación que concita esa arriesgada misión, sin embargo, es que, de no tener la capacidad necesaria para evitar la ofensiva de la oposición, su cargo y su rol podrían verse fuertemente afectados, definiendo así un escenario en el que el principal encargado de la coordinación política del Gobierno, simplemente, no puede darse el lujo de estar, señalaron.

El pertenecer al grupo de los cuatro ministros con peor evaluación, pese a ser el más conocido –según la encuesta Cadem de la cuarta semana de agosto–, lo expone a un contexto de gran presión, en el que desde el oficialismo ven dos caminos: o recupera el poder o se hunde en la irrelevancia. Esto, luego de haber fracasado en el intento por relevar el último salvavidas arrojado por el Presidente Piñera: las reformas a las instituciones del país.

Fuentes provenientes de Chile Vamos coincidieron en que los paños fríos que el propio sector gobernante le puso a la misión encomendada meses atrás, en los hechos tuvo un efecto adverso, convirtiéndose en un golpe político duro, pues “barrieron” públicamente con la herramienta que buscaba en ese entonces “sacarlo del pozo” después del caso Catrillanca. El salvataje, para algunos, fue incluso vergonzoso.

Pero como señala el propio Presidente, “cada día tiene su afán” y el jefe de gabinete tiene hoy la obligación de evitar que la figura de la ministra Cubillos, su apadrinada, sufra las consecuencias de una eventual aprobación de la acusación y que, de partida, trae por consecuencia una penalidad de cinco años fuera de cualquier cargo público.

Desde el primer momento en que el plan de contraataque del Gobierno se diseñó, se ha visto al ministro torpedeando la acción y unidad de la oposición con frases del tipo: “Es grave para la institucionalidad democrática”, en alusión a la falta de sustento jurídico del libelo ya ingresado. Pero saben, desde el interior de Palacio, que el esfuerzo tiene que ser mayor, y que no se pueden relajar, incluso al considerar el conteo de votos que se maneja en la interna y que consiste en el apoyo relativamente seguro de 9 parlamentarios que no pertenecen al oficialismo, por lo que restarían solo seis para la desactivación de la ofensiva opositora.

Los temores de quienes no dan por sentado un triunfo gubernamental, se sustentan en el andar que ha tenido el Ejecutivo durante los últimos meses y que ha suscitado duros cuestionamientos internos al trabajo tanto de coordinación como político, al que califican de deficitario.

En tal contexto, el nombre de Andrés Chadwick cobra relevancia. Si bien es sabido que cualquier intento por tocar a su figura es rápidamente repelido por el resto del gabinete, como una señal del carácter de intocable que el Presidente ha querido poner sobre su persona, el errático trabajo que La Moneda presentó durante la discusión de la reforma laboral, sumado a las varias apariciones mal evaluadas del Mandatario, tales como la escala en Brasil y su reunión con el Presidente Jair Bolsonaro, además de su extremo protagonismo, evidenciaron la falta de fuerza del propio jefe de gabinete del Gobierno, según consignaron desde sus propias huestes.

Con el pasar de este segundo año de Gobierno, casi en el olvido quedó el diseño craneado al interior de la oficina de Apoquindo 3000 y que tenía como finalidad principal el resguardo de la figura presidencial, para que a través de cortafuegos se evitara repetir la sobrexposición del Presidente, quizás el factor peor evaluado de su primera administración. Pasados los meses, aquel contrafuerte dejó de ser infranqueable y la primera responsabilidad recae en el jefe político: Andrés Chadwick.

Este temor de un sector del oficialismo es refrendado por el director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, quien señaló que “en la práctica, el Gobierno funciona sin ministro del Interior, por eso se ve un Gobierno tan desordenado que sale a marcar a destiempo y privilegia el ollazo. Sintiéndose débil en el frente interno, el Presidente Piñera sale a disputar un protagonismo internacional de manera poco clara y asociándose al chico malo del barrio. Digo todo esto, porque si el Gobierno espera que Chadwick desactive la acusación, está muy equivocado (…). El problema es que Chadwick ya no es un interlocutor válido, la DC y los regionalistas pedirán hablar directamente con el Presidente».

En el mismo sentido apunta el director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, quien sostiene que “después del caso Catrillanca, el ministro Chadwick quedó absolutamente debilitado en su capacidad política. Esto se ha visto expresado en la dificultad que el ministro ha tenido para ser el verdadero conductor político del gabinete, su debilidad se ha hecho patente, no pudiendo contener los desbordes que hay al interior del gabinete y eso evidentemente es una situación que no puede seguir prolongándose más allá de octubre. Necesariamente el Presidente tiene que hacer un movimiento en el equipo político, porque, de lo contrario va a seguir sosteniendo esta situación de deriva en que está la actual administración».

Otra de las esquirlas de una eventual derrota en la defensa de la secretaria de Estado, apunta a la responsabilidad indirecta que le rebotaría al propio Presidente Piñera.

Fueron los propios diputados de Gobierno quienes, antes que todo, pusieron como ejemplo el diseño de trabajo al interior del Ministerio de Educación, exponiendo a la exdiputada al ojo de la oposición, y luego la errática maniobra de desviar la atención cuando, mandatada desde la oficina presidencial, la vocera Cecilia Pérez salió a acusar al Partido Socialista de tener vínculos con el narcotráfico, ataque que precipitó la unión opositora, poniendo en riesgo real a la jefa del Mineduc.

Cubillos, un caso especial

Más allá de lo que implicaría para el Gobierno una eventual derrota frente a una oposición que aún no sido capaz de actuar como tal, en esta ocasión, es el nombre del objetivo el que ha puesto más nerviosos que de costumbre a todos al interior de Palacio.

Y es que el nombre de Marcela Cubillos no es cualquiera al interior de la coalición, y razón de aquello –señalaron– ha sido el nivel de despliegue que se ha podido presenciar, en busca de salvar su cargo. Tanto así, que desde Chile Vamos reconocieron la gran diferencia en el trabajo en terreno que se ha hecho con Cubillos respecto del que se realizó por el exministro de Salud, Emilio Santelices, cuando también estuvo bajo amenaza de acusación constitucional.

Para el Gobierno, en primer término, su paso desde el Ministerio del Medio Ambiente al de Educación, fue de aquellos aciertos que hacen sentir pleno orgullo al responsable de la decisión, comentan en La Moneda. Llegó para hacerse cargo de un fierro caliente y, a pesar de todos los cuestionamientos provenientes desde el mundo de la dirigencia estudiantil, pasando también por el frente interno de asociaciones gremiales de funcionarios, “no se ven grandes movilizaciones en las calles”, argumentaron.

Si bien hoy su valoración está a la baja, siendo la peor evaluada del gabinete, con un 67% de desaprobación versus un 27 de aprobación, fuentes del Gobierno interpretan que esos resultados responden más a la contingencia que al fondo. La valoración de junio, sin embargo, cuando apareció por primera vez en la encuesta CEP, dejó conformes a todos en la casa de Gobierno, al alcanzar un conocimiento de 46%, un aprobación de 36%, y solo un 26% de desaprobación.

Para la administración piñerista, su figura es, sin duda, un activo de alta gama, ya que al estar casada con el senador Andrés Allamand sus bonos se ponen al alza tras evitarse «un eventual frente abierto con un hombre de peso”, al tenerlo trabajando a la par con el Ejecutivo.

A diferencia de otros jefes de cartera, la ministra tiene el respaldo cerrado de la UDI, “un partido que está dispuesto a todo” con tal de defender a los suyos. Si bien Cubillos no es militante, en el gremialismo la consideran de los suyos y “tendrá siempre las puertas abiertas” para retornar. El hecho de haber sido de las últimas generaciones formadas por Jaime Guzmán, y ser fundadora, ponen a la ministra en un podio especial al interior de la casona ubicada en calle Suecia. Abogada de la Universidad Católica, y líder estudiantil, formó parte de la campaña que llamó a votar por el Sí en 1988.

Para Moreno, “el costo político de la acusación constitucional contra Cubillos es mayor que en el caso de (exministro de Salud) Santelices, representa el ethos de la UDI, es sostén importante, rostro emblemático y una figura política clave, por eso es que el Gobierno y el Presidente van a evitar que caiga”.

Aires de cambio

En la oposición se respiran aires de unidad, pero no así de pleno optimismo. Al día de hoy, el conteo de votos interno apunta a una eventual derrota por dos o tres votos. El esfuerzo y el espíritu están, aclararon, y es que, como en pocas otras ocasiones, al menos la mesa de la Democracia Cristiana se alineó con el resto de la oposición.

En el Consejo Nacional llevado a cabo el lunes pasado, se llegó a la convicción de que la acusación constitucional sí tiene méritos jurídicos, más incluso que cuando se acusó a la senadora Yasna Provoste, señalaron. Los nombres de Jorge Sabag, Miguel Calisto, Manuel Antonio Matta y Pablo Lorenzini aparecieron como los disidentes, y hacia donde debe apuntar el trabajo de convencimiento del jefe de bancada, Gabriel Ascencio, a quien se le pidió públicamente realizar aquella tarea.

Tras la cita hubo un comentario que trascendió como un temor: “Si se pierde, ojalá que esta vez no sea por votos de la DC”.

Desde el Partido Socialista, y a diferencia de lo que ha sido la tónica, en esta ocasión no existe un ánimo de cobrar cuentas internas, por el contrario, tanto desde la directiva como desde la bancada de diputados y en concordancia con el Senado, se está trabajando a la par.

La primera definición se logró en el último almuerzo de bancada, donde se establecieron los ejes del despliegue que consiste en dos iniciativas.

La primera se refiere al trabajo en terreno. La idea es adquirir mayores insumos, con equipos definidos que estarán encargados de recabar la información in situ respecto del funcionamiento de los nuevos servicios de educación, del traspaso del personal, la infraestructura, y todo lo que la ley exige a los servicios locales para, de esta manera, “desnudar la mirada ideologizada de la ministra”.

La segunda fase, en tanto, consiste en implementar un equipo de expertos en materia presupuestaria, para revisar la ejecución del presupuesto del ministerio, que también está en cuestión.

Desde el PS, como el partido que encabezó la acción opositora, saben que se juegan gran parte de su capital propio, pero también de la oposición. En el sector opositor son varios los convencidos de que, haciendo gala de la tesis del desalojo del senador Andrés Allamand, ganar la acusación constitucional podría ser, también, el paso para ganar el Gobierno.

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