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Claudio Fuentes y los caminos para un nuevo Pacto Social: «Abrir la puerta al tema constitucional implica ceder posiciones de poder» PAÍS

Claudio Fuentes y los caminos para un nuevo Pacto Social: «Abrir la puerta al tema constitucional implica ceder posiciones de poder»

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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El cientista político y académico de la UDP aclara que, para aprobar una consulta que abra el camino a una nueva Constitución, se necesitan votos de parlamentarios oficialistas y en ese sentido la clave puede estar en congresistas de RN y Evópoli. Todo dependerá de la consistencia que mantenga el movimiento social y los efectos que provoque en La Moneda.


Claudio Fuentes publicó en 2013 El Fraude (Editorial Hueders), la historia de cómo en el lapso que fue desde el 10 de agosto al 11 de septiembre de 1980 se materializó la Constitución Política que nos rige hasta hoy. Ahora, la convulsión es distinta, pero la oportunidad de llegar a una nueva Carta Magna –según el analista– se ve mucho más cerca y tiene más apoyo que nunca entre la ciudadanía. El cientista político y académico de la UDP explica cuánto podría tardar el proceso, por qué se prefiere la Asamblea Constituyente y cuáles son los mitos en torno a que una nueva Constitución solucionaría todos nuestros problemas.

-¿Coincide en que el tema de la nueva Constitución pasó de ser un tema marginal de política árida a uno de los más relevantes en el contexto de estas movilizaciones?
-Obviamente el hecho de que el tema esté más posicionado en la agenda pública, en lo que son las movilizaciones y las definiciones políticas, lo han hecho un tema muchísimo más relevante. Este es un tema que ha unido a la oposición: acaban de reactivar los proyectos de plebiscito y eso genera efectivamente condiciones, un mayor debate sobre el tema.

¿Por qué produce tanto temor la posibilidad de una nueva Constitución? Como si fuera la puerta de entrada a la inestabilidad, teniendo en cuenta que los aspectos que fundan la nación probablemente no van a cambiar. Y, por otro lado, sectores de izquierda la ven como una panacea para solucionar todos nuestros problemas. ¿Cómo ve esta polarización?
-Creo que abrir la puerta al tema constitucional implica ceder posiciones de poder y, por lo tanto, de parte de la derecha tiene que ver con eso, la cesión de poder. Hoy ellos tienen la posibilidad de vetar proyectos de ley. Tienen un aparato institucional y un porcentaje en el Congreso que les permite eso y, por lo tanto, cualquier cambio legal en ese sentido, que no esté controlado por ellos, afectaría eventualmente sus posiciones de poder. De parte de la izquierda, que piensa que una asamblea puede ser una panacea, también creo que hay cierta ceguera. Porque usualmente los mecanismos para llegar a una Nueva Constitución implican un acuerdo político. Al final del día, siempre, no hay proceso político donde no sean los actores de la élite quienes terminan delineando los contornos de lo que va a ser el mecanismo para cambiar la Constitución. Sea Bolivia, Venezuela, Colombia o cualquier país que lo haya hecho, siempre es un grupo de la élite quien define cuál será el contorno de la nueva Constitución. Siempre hay un grupo pequeño que se va a sentar y escribir la Constitución.

Es un mito que van a participar todos los actores sociales en la misma proporción.
-Exacto.

Por otro lado, se necesita un amplísimo acuerdo político para poder acordar un plebiscito. El Gobierno está completamente cerrado. ¿Cómo ve el futuro inmediato para poder impulsar un plebiscito, por ejemplo?
-Claro, se necesitan como mínimo 3/5, es decir, el 60% de los votos y si el Tribunal Constitucional dice que es una nueva norma, podría ser hasta el 66%. Por lo tanto, sí o sí tiene que haber parlamentarios de Gobierno en el acuerdo. Todos estos procesos dependen mucho de la consistencia del movimiento social, es decir, si las protestas continúan y el costo para el Gobierno sigue aumentando, eventualmente habría grupos que se pueden abrir a conversar la idea del plebiscito. Eso va a depender mucho de Evópoli y Renovación Nacional. Ahí está el espacio político que podría darse para un acuerdo, porque la UDI históricamente se ha manifestado mucho más reticente a este tipo de posibilidades. Creo que hoy la clave la tienen Renovación Nacional y en parte Evópoli, que es un partido muy pequeño.

Parece una pregunta obvia, pero ¿una Constitución nueva establecería otro marco para garantizar derechos sociales y obligaciones para el Estado y con eso tranquilizar a la sociedad sabiendo que la Carta Fundamental incluye derechos que no están explicitados en la actual Constitución?
-Algunos de ellos se expresan en la Constitución actualmente, pero no de un modo que satisfaga a la población. Ahora, dicho eso, no se sabe hasta qué punto eso puede suceder. Depende mucho de cuál sea la composición de quienes van a tomar la decisión de escribir la Constitución. Si es un 45% de actores de Chile Vamos o un 40% que es lo que hoy obtienen en votación parlamentaria, la Constitución sufriría cambios pero no serían tan relevantes. No sería muy distinta a lo que hoy día es. Se avanzaría en algunos ámbitos pero no creo que fuera radicalmente distinta a lo que es hoy. Entonces, ¿se avanzaría algo con una nueva Constitución? Depende. De la composición de la asamblea, del grado de acuerdo que se alcance, los acuerdos políticos que ahora se hagan para las reformas en curso. El Gobierno se está abriendo a pensar un sistema mixto de pensiones, eso podría tener un reflejo constitucional en el futuro. Todo eso va a depender mucho.

El plebiscito, para aclararlo, sería para decidir la tramitación de una nueva Constitución, no para aprobar un texto previamente escrito.
-Si hay plebiscito, sería para preguntarle a la gente si quiere o no quiere una nueva Constitución y cómo quiere que se haga: mediante el Congreso, una asamblea o un mecanismo mixto.

-Según las encuestas recientes, ¿cuál es el mecanismo que la gente prefiere? ¿Y cuál a su juicio es la más conveniente?
-Al día de hoy la gente seguramente va a ser más proclive a la Asamblea Constituyente. Nosotros hicimos una encuesta en mayo, antes del conflicto, y preguntamos cuál sería el mecanismo preferido. El 49% decía que estaba por una Nueva Constitución. Las encuestas recientes de Cadem y Coes hablan de un 80%. Cambió el escenario. Decir cuál mecanismo prefiere la ciudadanía al día de hoy, es difícil. Probablemente la gente se va a dividir entre la Asamblea Constituyente y una fórmula mixta, integrada por ciudadanos y congresistas. Pero seguramente no va a querer que el Congreso la escriba porque está muy desacreditado. La fórmula que yo prefiero es la Asamblea Constituyente, básicamente por el conflicto de interés. Si tú tienes un cuerpo colegiado que es distinto a los que están en el poder y que se extingue una vez que queda la Constitución y que no puedan ser electos esos asambleístas, se pone una cláusula que no puedas participar de elecciones inmediatamente, vas a estar más libre para escribir una Constitución que no afecte tus intereses. Porque ese es el punto, que todos escriben los textos y las normas de acuerdo al interés que tienen. Imagínate escribiendo una Constitución alguien que está en el poder.

-¿Cuánto podría tardar la elaboración de una nueva Constitución?
-Un par de años, depende mucho de los ciclos políticos. Primero tienes que llamar a un plebiscito, por ejemplo, en julio del próximo año. Si se elige que lo haga el Congreso, no hay que hacer nada, el Congreso empieza a trabajar inmediatamente y en seis meses puede tener una nueva Constitución. Si lo hace una Asamblea Constituyente, se demora más, porque tienes que tener un plazo para llamar a elecciones, un plazo para escribirla que suelen ser seis meses y un plazo para llamar a un plebiscito ratificatorio de esa Constitución. Y después convocar a elecciones con la nueva Constitución.

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