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La economía mundial: ¿al borde de la peor crisis desde el 2008? Opinión

La economía mundial: ¿al borde de la peor crisis desde el 2008?

Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
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Es difícil que se resuelva rápidamente la pandemia del COVID-19. También, parece poco probable que se resuelva el conflicto entre Arabia Saudita y Rusia y, de confirmarse este escenario, es posible que se genere una crisis de pagos –ya sabemos que Argentina y Líbano enfrentan la cesación de estos–. Pareciera que la alternativa puede ser o una recesión corta, si es que los gobiernos logran tomar las medidas necesarias en forma coordinada, o una recesión larga, en caso contrario.


La economía mundial: la tormenta perfecta

Italia determinó el fin de semana aislar a cerca de 16 millones de personas en la parte norte del país, en un intento por contener la epidemia de Coronavirus. Había fuertes razones para tomar un medida tan drástica: se había convertido en el segundo país con mayor número de personas infectadas (7.300), alcanzando los fallecidos una cifra de 366 casos. El potencial impacto que podía tener la pandemia había llevado en las últimas dos semanas a fuertes caídas de las principales bolsas del mundo. A esta situación en extremo preocupante se sumó, el fin de semana, el anuncio de Arabia Saudita respecto a que elevaba en 1,5 millones la producción de barriles de petróleo y reducía el precio cobrado a sus clientes en un 30%. El primer efecto fue la caída del precio del petróleo en los mercados internacionales en cerca de un 20%.

Como no es de extrañar, el presidente de Estados Unidos Donald Trump no demoró en manifestar vía Twitter que ello era beneficioso para los consumidores, pues la bencina caería de precio. En los mercados internacionales, en cambio, la noticia generó un inmenso pánico.

Las principales bolsas asiáticas cayeron en torno a un 5% en la jornada del lunes. La situación fue peor en el caso de las bolsas europeas. El Euro Stoxx 50Pr cayó en 8,45%; el DAX INDEX alemán en 7,94% y la bolsa de Londres en 7,69%. En las bolsas estadounidenses el pánico fue también generalizado. En un determinado momento, el Dow Jones llegó a caer 7,34%, obligando a los encargados de la bolsa a cerrar por 15 minutos las transacciones para intentar controlar el miedo generado.

Al reabrir las actividades, el índice llegó caer en “solo” 4,8%. A partir de entonces la bolsa subía y bajaba, llegando a las 14:30 a una cifra de caída de 7,8%. El Nasdaq, por su parte, caía a esa hora un 6,71%. Con estas cifras las bolsas estadounidenses alcanzaban una caída mensual de cerca de 18% en promedio; las europeas, caídas sobre 21% mensual promedio, y las asiáticas una caída en el mes de casi 15%.

Los problemas de fondo

¿Qué esta sucediendo con la economía internacional?

Confluyen tres problemas fundamentales. El primero tiene que ver con el alto endeudamiento en que han ido incurriendo las corporaciones y firmas internacionales. En un contexto de más de una década de bajas tasas de interés en los principales mercados financieros internacionales –más precisamente, en un contexto en que en muchos países y regiones, en particular la Unión Europea, la tasa de interés ha sido negativa–, los gobiernos, las corporaciones internacionales y en general las empresas se han endeudado fuertemente, generando una nueva burbuja global de endeudamiento que se estima en una cifra superior a 322% del PIB del mundo.

Ha existido en los últimos años una serie de advertencias en cuanto a que el período de bonanza luego de la crisis financiera internacional estaba batiendo récords de duración y que ello podía terminar mal en cualquier momento, en caso de no tomar medidas efectivas. Sin embargo, la tesis habitual ha sido que el alto endeudamiento de las empresas no es problema mientras las tasas continúen bajas y la economía mundial siga funcionando normalmente, sin shocks externos.

La economía había estado sujeta a las incertidumbres provocadas por el conflicto comercial entre China y los Estados Unidos. No obstante, a mediados de enero del presente año, ambos países lograron un acuerdo provisorio que se tradujo en un fuerte crecimiento de las bolsas internacionales. En este contexto surgió el segundo problema fundamental: la pandemia generada por el coronavirus.

Mientras el problema estuvo radicado en China, el impacto en los “espíritus animales” (concepto formulado por el famoso economista inglés John Maynard Keynes ), esto es, el impacto de la confianza en las decisiones empresariales, se mantuvo contenido. No obstante la transformación de la epidemia nacional en una pandemia (esto es, una epidemia mundial) tuvo consecuencias catastróficas que se expresaron en una fuerte caída de las bolsas internacionales desde fines de febrero. El golpe de gracia fue dado por la situación italiana y probablemente por la frivolidad con que el presidente Trump ha venido tratando el problema, en circunstancias que el país carece de la capacidad sanitaria para enfrentar un brote masivo de la enfermedad. Es interesante ver que el propio Steve Wozniak, cofundador de Apple, tuvo dificultades para realizarse un test para saber si tenía o no la enfermedad.

El tercer elemento es el generado por el conflicto entre Arabia Saudita y Rusia, al no poder llegar a un acuerdo la semana pasada en Viena, en relación con el mercado del petróleo.

Arabia Saudita propuso que la OPEC introdujera un nueva reducción de la producción de petróleo con el objeto de elevar o al menos sostener el precio por encima de los $40 que había alcanzado. Rusia, sin embargo, luego de consultas con el propio Putin, decidió oponerse a la proposición. La razón de esta postura es que, luego de tres años de reducciones de la producción de petróleo, Rusia ha venido perdiendo mercados y, en tal sentido, una reducción adicional representaba pérdidas adicionales.

La dificultades del mercado petrolero, más allá de las incertidumbres respecto del crecimiento económico mundial, han derivado del hecho de que Estados Unidos ha alcanzado la independencia en el abastecimiento de petróleo por la extracción del “shale oil”. De esa forma, las reducciones de producción por parte de la OPEC eran aprovechadas por los productores estadounidenses para ampliar sus ventas y llegar a nuevos mercados.

No obstante, esa es solo una parte del problema. También está en juego el liderazgo al interior de la OPEC. En tal sentido, Rusia quiso mostrar su poderío, pero se encontró con la dura reacción indicada de Arabia Saudita. El resultado inmediato: la mayor baja del precio del petróleo en un día desde 1991, en el inicio de la Guerra del Golfo y, con ello, la tremenda caída de las bolsas.

En este contexto, ¿qué cabe esperar?

La confluencia de estos tres elementos plantea la posibilidad de que el crecimiento económico se desacelere aún más. Cabe recordar que en las últimas semanas, las distintas entidades financieras internacionales habían anunciado que reducían las proyecciones de crecimiento para el mundo y los principales países.

Caso dramático es China, que crecería un 4,9%, muy por debajo del 6% esperado para el presente año. La pandemia que afecta al mundo ha hecho caer particularmente las acciones de las empresas vinculadas al turismo internacional. De hecho, el gobierno norteamericano recomendó a sus ciudadanos el lunes de esta semana dejar de viajar en cruceros, con lo que las acciones de las empresas navieras cayeron cerca de 20% en un día. Las menores expectativas de crecimiento van a generar una caída de la inversión y menores niveles de actividad. De hecho, las posibilidades de que Estados Unidos entre en recesión se estiman ente un 50 y 60 por ciento.

En este contexto, y recordando el alto endeudamiento de las empresas y hogares, se puede generar un cesación de pagos generalizada. Las empresas sin duda van a experimentar problemas para cumplir sus obligaciones en caso de que se concrete la desaceleración.

¿Qué cabe hacer?

Se ha hablado de la posibilidad de que la Reserva Federal reduzca la tasa de interés en un punto para llevarla a 0 –cabe recordar que hace una semana ya la había reducido en 0,5 puntos–. Sin embargo, es poco lo que puede hacer la tasa de interés, pues ya se encuentra muy baja –más aún, como decíamos, en la Unión Europea y en países del Asia la tasa es negativa–.

Se hace necesario más bien recurrir a la política fiscal (se empiezan a mencionar intervenciones como las que se realizaron como efecto de la crisis del 2008) para enfrentar la posible cesación de pagos. No obstante, en el caso de Estados Unidos, Trump ha insistido en que el problema puede ser resuelto con la reducción de tasas por parte de la Reserva Federal. Más en general, existe reticencia entre los tomadores de decisión a reconocer que el tiempo de la política monetaria está agotado y es el momento de la política fiscal.

Pareciera que la recesión es inevitable. Es difícil que se resuelva rápidamente la pandemia del COVID-19. También, parece poco probable que se resuelva el conflicto entre Arabia Saudita y Rusia y, de confirmarse este escenario, es probable que se genere una crisis de pagos –ya sabemos que Argentina y Líbano enfrentan la cesación de estos–. Pareciera que la alternativa puede ser o una recesión corta, si es que los gobiernos logran tomar las medidas necesarias en forma coordinada, o una recesión larga, en caso contrario.

En este contexto, los problemas nacionales adquieren otro cariz.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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