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¿Libertad para elegir ? Opinión

¿Libertad para elegir ?

Sergio Vera
Por : Sergio Vera Ingeniero naval. Magister y doctor en Ciencias COPPE - UFRJ, OPM Harvard Business School.
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En medio de esta confrontación, como si el tiempo no avanzara y viviéramos en un país cohesionado, seguimos arriba de un polvorín o a bordo del Titanic, hundiéndose lentamente mientras la banda toca sobre la cubierta de la nave. Pareciera que octubre de 2019 no existió y, de todas las demandas que todo el país dijo reconocer, nos hemos mantenido 9 meses mirando al horizonte y sin acordar soluciones a la precariedad de los sistemas de salud, el abuso de precios en medicamentos e Isapres, la creación de un verdadero sistema de seguridad social, la reestructuración de la deuda de la educación superior y el término de prácticas abusivas sobre los fondos de pensiones del sistema de AFP.


Los chilenos hemos presenciado fuertes debates en torno a una iniciativa para liberar fondos de los afiliados del sistema de pensiones. Una batalla entre quienes dicen defender valores del “modelo económico” y los férreos oponentes a un sistema que poco modificaron mientras gobernaban. Todo esto en el contexto de una pandemia y recesión económica mundial que marcarán a las actuales generaciones.

En esta cruzada parecen desconocer que no existe país que haya prosperado siendo gobernado con solo un modelo económico. La razón es muy simple, la economía se debe al bienestar de la sociedad; el bien común, con principios que sustenten la cohesión social. Los modelos económicos son tan solo esquemas teóricos que implican opciones para satisfacer necesidades; no son el fin, sino un medio.

Convengamos que este fin considera hacer el bien, solidaridad, libertad y justicia. Estos son principios y deben dictar qué modelo aplicar, cuándo aplicarlo y cómo aplicarlo. ¿Desde cuándo los instrumentos que aplica el ser humano tienen valores? No existen valores tácitos en los modelos económicos, cualquiera que sea el modelo. Esto es tan absurdo como si “el martillo dirigiera al carpintero”. Si para defender los principios y fundamentos de nuestra sociedad debemos cambiar o combinar un modelo u otro, hay que hacerlo.

El mundo desarrollado ha entendido esta necesidad claramente. Así también China ha dejado un comunismo dogmático para abrirse con pragmatismo a las iniciativas privadas en el mercado. Esto es para ambos lados, todos ellos han comprendido que sin cohesión social no hay desarrollo futuro.

Pero en medio de esta confrontación, como si el tiempo no avanzara y viviéramos en un país cohesionado, seguimos arriba de un polvorín o a bordo del Titanic, hundiéndose lentamente mientras la banda toca sobre la cubierta de la nave. Pareciera que octubre de 2019 no existió y, de todas las demandas que todo el país dijo reconocer, nos hemos mantenido 9 meses mirando al horizonte y sin acordar soluciones a la precariedad de los sistemas de salud, el abuso de precios en medicamentos e Isapres, la creación de un verdadero sistema de seguridad social, la reestructuración de la deuda de la educación superior y el termino de prácticas abusivas sobre los fondos de pensiones del sistema de AFP.

Tanto nos cuesta entender que mientras nuestra sociedad sea tan desigual, con brechas insoportables en los ingresos, no habrá forma de alcanzar la paz social para el desarrollo de todos en nuestro país. Por este camino día a día será más difícil emprender libremente y el idolatrado mercado será cada vez más frágil. Sus supuestos “guardianes” a ultranza son quienes le causan los mayores daños.

Aún con todo esto seguirán algunos disputando por sus “modelos” y ninguna solución para los chilenos saldrá de aquello. En lo inmediato, ningún economista podría pretender salir de esta crisis económica y social aplicando los supuestos del denominado “modelo de mercado”. Eso es imposible, aquí no funcionan las reglas del mercado y eso lo debieran saber hasta sus más férreos defensores y quienes nos están gobernando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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