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Lavín & Jadue S.A. en la «pole position» presidencial Opinión

Lavín & Jadue S.A. en la «pole position» presidencial

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Hoy, ambos comparten el primer lugar -Lavín 13% y Jadue 12%–, más que en la carrera presidencial, en la simpatía y adhesión que despiertan en la ciudadanía y que logra incluso traspasar las barreras ideológicas. Pero su posibilidad de crecimiento es algo distinta. Por ahora. Lavín fue clave para el proyecto de rescate del 10% y está por el Apruebo. Es decir, ha sobrepasado una frontera que incluso tiene muy irritada a La Moneda, en particular a Piñera. El alcalde sabe que la gente valora su simpatía, flexibilidad y pragmatismo. El único impedimento que tiene, para seguir creciendo hacia los sectores de centro y centroizquierda, es su militancia en la UDI. Y aunque la relación con el partido –que ayudó a fundar– quedó bastante dañada, por ahora lo respaldan. Lavín debe, sí o sí, renunciar a la UDI, el punto es cuándo es el momento preciso.


“Daniel Jadue es comunista, fue dirigente de las Juventudes Palestinas –ligadas a la OLP–, alcalde de una comuna popular y de clase media, candidato a diputado sin éxito y dos veces al municipio antes de ser elegido; arquitecto y sociólogo de la Universidad de Chile. Joaquín Lavín es de la UDI, católico de misa diaria, del Opus Dei, economista de la PUC, siete hijos, exministro, tres veces alcalde de una de los dos comunas más ricas de Chile, edil también por Santiago, excandidato a diputado, senador y a la Presidencia. ¿Qué tienen en común estos personajes? Ambos son innovadores, audaces, creativos, arriesgados, pragmáticos y buenos comunicadores. También tienen pasión por lo que hacen y se nota que el puesto de alcaldes es lo que más se acomoda a sus personalidades y estilo”. Esta es parte de la columna que escribí el 5 de febrero de 2018.

Han pasado ya treinta meses. Michelle Bachelet estaba a un mes de dejar La Moneda, Sebastián Piñera se preparaba para cumplir con el sueño de convertirse en el “mejor Presidente de la historia”, los dirigentes de la Nueva Mayoría continuaban en estado de shock, luego de sufrir una derrota aplastante en las elecciones, y los jóvenes diputados y diputadas electos por el Frente Amplio, disfrutaban de las playas, ansiosos por entrar al Parlamento y “transformar la política chilena”. Ni Piñera ni el Frente Amplio lograron estar siquiera cerca de sus sueños, y los dirigentes de la hoy ex Nueva Mayoría apenas han logrado recuperarse un poco del impacto. Sin embargo, dos años y medio después, Lavín y Jadue están en la “pole position” en la carrera presidencial, de acuerdo a la última encuesta de Criteria.

Los dos alcaldes han tenido carreras muy similares durante el desarrollo de un Gobierno que, técnicamente, se terminó un año y ocho meses antes de concluir su mandato. Recordemos que esta extraña relación entre ambos partió cuando el alcalde de Las Condes visitó a su par de Recoleta para conocer su proyecto “Inmobiliaria popular”. Alabanzas y saludos cruzados. De ahí en adelante empezaron a dar que hablar.

Sus iniciativas eran aplaudidas de manera transversal, aunque despertaban críticas desde sus propios sectores que miraban con recelo la extraña dupla UDI-PC. Pero la brusca caída del Gobierno de Piñera, a partir del caso Catrillanca, luego el 18/0 y finalmente la pandemia, los puso en primera plana, debido a que los alcaldes pasaron a ser protagonistas de la escena. Las visitas a los matinales –de ambos–  se hizo frecuente, sus sugerencias para enfrentar la crisis se empezaron a escuchar y, por supuesto, sus ideas –algunas realistas, otras solo fuegos de artificio– eran aplaudidas por moros y cristianos.

La actitud de Joaquín Lavín no es nueva. Un hombre clave en el nacimiento del partido de derecha, pero que ha sabido desprenderse del peso de su colectividad en muchos momentos, especialmente en los últimos años. Lavín es un rebelde, un díscolo para el gremialismo, tanto es así, que cuesta clasificarlo como UDI. Estuvo por el “bacheletismo-aliancista” en el primer Gobierno de Michelle Bachelet; se distanció de la posición de los más conservadores cuando se discutía la Ley de Divorcio en el Parlamento, señalando que había que hacer una distinción entre la postura religiosa y lo que era conveniente para un país en evolución.

Daniel Jadue, por su parte, en los años 80 fue un activo dirigente de la juventud de la colonia árabe en Chile. No es casual que sea alcalde de la comuna que concentra la inmigración palestina ligada al comercio. El concepto de “lo popular” –del que Lavín también se apropió– lo acompaña desde 2006, cuando creó los “Preuniversitarios populares”, con el objetivo de dar más oportunidades para optar a estudios superiores a jóvenes de escasos recursos. Luego derivó a las comunicaciones, siendo comentarista político en el antiguo programa “El termómetro” de Chilevisión –Lavín ha cumplido el mismo rol en Radio Agricultura y en cuanto matinal se le cruza por delante–.

También Jadue es autor de los programas “Escuelas abiertas” y “Salud en tu barrio” y, por supuesto, su nombre tomó un importante protagonismo a nivel nacional cuando lanzó las famosas “Farmacias populares”. Idea admirada y criticada, pero que logró instalar el problema de millones de chilenos que deben destinar una importante parte de su presupuesto al ítem medicamento, especialmente las personas de tercera edad. También dejó al descubierto las abismantes diferencias de precio que se producen en la cadena que va desde los laboratorios hasta el cliente final. Más allá de cualquier consideración, estas farmacias se han replicado en muchas comunas de Chile, beneficiando a miles de personas de escasos recursos.

Hoy, ambos comparten el primer lugar –Lavín 13% y Jadue 12%–, más que en la carrera presidencial, en la simpatía y adhesión que despiertan en la ciudadanía y que logra incluso traspasar las barreras ideológicas. Pero su posibilidad de crecimiento es algo distinta, por ahora.

Lavín fue clave para el proyecto de rescate del 10% y está por el Apruebo. Es decir, ha sobrepasado una frontera que incluso tiene muy irritada a La Moneda, en particular a Piñera. El alcalde sabe que la gente valora su simpatía, flexibilidad y pragmatismo. El único impedimento que tiene, para seguir creciendo hacia los sectores de centro y centroizquierda, es su militancia en la UDI. Y aunque la relación con el partido –que ayudó a fundar– quedó bastante dañada, por ahora lo respaldan. Lavín debe, sí o sí, renunciar a la UDI, el punto es cuándo es el momento preciso.

Jadue, en cambio, tiene una barrera difícil de sortear. Él no renunciaría jamás al PC. Por el contrario, para ese partido, esta es una oportunidad para mostrar un rostro más fresco, nuevo, que rompa con la desgastada imagen de los viejos dirigentes. Pero el alcalde de Recoleta no va a cruzar las fronteras ideológicas como Lavín. Tampoco podrá bajar las aprensiones que provoca en la ex Nueva Mayoría. Pero sí podría provocarle un golpe duro a la centroizquierda en términos electorales.

Jadue no ha escondido su interés de tomarse en serio la posición que tiene, Lavín, en cambio, seguirá especulando hasta que el cuadro en la derecha se ordene –falta que entre Kast a la arena– y pueda evaluar lo ganado y perdido al nadar contra la corriente de su sector. Por el momento, Jadue y Lavín unidos, jamás serán vencidos, como diría Nicanor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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