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Convención Constituyente o el riesgo de la «farra histórica» de la oposición PAÍS

Convención Constituyente o el riesgo de la «farra histórica» de la oposición

En la oposición muchos tomaron nota de las palabras de Pablo Longueira, otros más se preocuparon incluso, pero lo cierto es que varios vienen desde antes advirtiendo del error histórico que podría cometer la oposición si es que no logra enfrentar la elección de constituyentes con una lista única o, al menos, con la menor cantidad de listas. No solo está en riesgo –coincidieron secretarios generales y expertos electorales del sector– no alcanzar el umbral de los 2/3, sino además «regalarle en bandeja de plata» a la derecha la posibilidad de que quede sobrerrepresentada en la Convención Constituyente, marcando así la pauta del debate constitucional. Es en esa elección de abril donde se librará la verdadera batalla constitucional.


«Si la oposición se fragmenta, el resultado del proceso constituyente va a ser un Chile igual o más conservador (…), los partidos tienen que abandonar sus disputas internas y abocarse a cumplir el mandato de los chilenos». Una frase que, si bien corresponde al diputado PS Manuel Monsalve, en una entrevista del 22 de agosto, refleja bien la preocupación bastante transversal que hay por estos días en la oposición ante el riesgo real de desperdiciar la posibilidad histórica de marcar los acentos de lo que debería ser la nueva Constitución. Es que el fantasma de la fragmentación entre sus diferentes fuerzas políticas es una valla que nadie desconoce y que puede terminar jugando una mala pasada al sector, el que podría no conseguir las mayorías necesarias para sacar adelante los aspectos más relevantes que motivan la necesidad de generar otra Carta Fundamental.

La ruta constituyente fijada en el acuerdo del 15 de noviembre, establece un plebiscito de entrada que será el 25 de octubre y, de ganar el Apruebo, junto con el mecanismo de la Convención Constituyente, en abril se debería elegir íntegramente en las urnas –con las mismas reglas y criterios electorales que los diputados– a sus 155 integrantes, los que estarán abocados a la redacción de una nueva Carta Magna. Pero también se establece que todos los artículos deberán ser aprobados por un quórum de 2/3 de dicha instancia, lo que significa en la práctica 103 delegados, un umbral tan alto como el que hoy requieren en el Congreso las reformas constitucionales más relevantes.

Todas las encuestas dan por ganada la opción del Apruebo por un amplio margen (71%, según Pulso Ciudadano del 1 de septiembre), como también a la alternativa de la Convención Constituyente (46%) por sobre la opción de la Convención Mixta Constitucional (28%), la que implica que solo la mitad de sus integrantes son elegidos en las urnas y la otra sería compuesta por parlamentarios. Así, de cumplirse estos vaticinios, la gran batalla constitucional no se librará en octubre, sino que en la elección de los constituyentes en abril, algo que saben bien en la oposición y también en la derecha.

No por nada en estos días reapareció uno de los fundadores del gremialismo, Pablo Longueira –conocido por sus estrategias electorales– con una «fórmula perfecta» para la derecha: restarle dramatismo al plebiscito de octubre, abocarse a la elección de abril, llevar una sola lista de todo el sector con 28 candidatos fuertes de cabecera, uno en cada distrito, él incluido, y «arrastramos con nuestras votaciones a los mejores constitucionalistas, mujeres, representantes de pueblos originarios, expertos en medio ambiente (…). Con esta estrategia como mínimo podemos sacar 70 de esos 155, y esos que quieren una Constitución Bolivariana, les diremos que no tienen los votos. Y si la Concertación decide hacer lo mismo y van 28 líderes de la Concertación y debajo van también sus equipos técnicos, vamos a tener más del 66% y vamos a hacer una gran Constitución».

[cita tipo=»destaque»]“Esto puede ser una farra histórica si no vamos unidos. Lo que he visto es que está la intención de ir a la unidad, para eso se requiere más de una voluntad, la tarea que tenemos es más importante que los egos individuales o de los partidos. De esta decisión que va a tomar la oposición vamos a escribir los próximos 50 años”, sentenció el abogado Gabriel Osorio (PS), quien ha seguido el proceso constituyente de cerca, fue uno de los 14 expertos que conformaron la mesa técnica que «aterrizó» el acuerdo del 15 de noviembre y, en estos meses, ha estado detrás de las negociaciones e indicaciones en los debates parlamentarios de Plebiscito Seguro y el financiamiento de las campañas para el referéndum.[/cita]

En la oposición muchos tomaron nota de las palabras de Longueira, otros más se preocuparon incluso, pero lo cierto es que varios vienen desde antes advirtiendo del error histórico que podría cometer la oposición si es que no logra enfrentar la elección de constituyentes con una lista única o, al menos, con la menor cantidad de listas. No solo está en riesgo –coincidieron secretarios generales y expertos electorales del sector– no alcanzar el umbral de los 2/3, sino además el «regalarle en bandeja de plata» a la derecha la posibilidad de que quede sobrerrepresentada en la Convención Constituyente, marcando así la pauta del debate constitucional.

«Obviamente que para el mejor resultado posible de la oposición, debe haber la menor cantidad de listas posibles.
Dos listas, no más que eso. Lo verdad es que no vamos a sacar los 2/3, porque eso solo es posible con una lista única y eso, lamentablemente, no va a suceder”, reconoció un experto electoral de la ex Nueva Mayoría. Desde el Frente Amplio, uno de sus dirigentes agregó que “sabemos que no hay que pisarnos la cola y que gane la derecha por exceso de división en la oposición (…). No es nada fácil lograr una sola lista de la oposición, se trata de unos 11 partidos, hay sensibilidades muy distintas, la idea es llegar con dos, máximo tres listas para la elección constituyente».

El sociólogo y director de Tú Influyes, Axel Callís, explicó que ha hecho simulaciones en comunas grandes con seis o siete listas de la oposición, así como fue la competencia en la última elección de diputados y en todas se repite el escenario de lo sucedido en esas parlamentarias. «La derecha con un 35% del Rechazo va a tener la mitad de la Convención Constituyente. Un ejemplo, en el distrito que comprende Puente Alto, La Florida, La Pintana, San José de Maipo, con la oposición dividida en varias listas, la derecha va a sacar 1,5 delegados más y en el que comprende Santiago, Ñuñoa, Providencia, Macul, San Joaquín y la Granja, una oposición con seis listas puede regalarle hasta 10 constituyentes a la derecha», advirtió Callís.

El tema ha sido conversado en la oposición, no formalmente, pero sí en reuniones privadas y al alero de la actual negociación que llevan a cabo los secretarios generales y expertos electorales desde la DC hasta el Frente Amplio para posibles pactos en los comicios de gobernadores regionales y de alcaldes, las que también serán en abril. De hecho, transversalmente reconocieron que esas tres negociaciones van entrelazadas, no condicionadas, pero sí permiten sondear entendimientos, marcar pautas, ya que por ejemplo el 30 de septiembre deben estar inscritos en el Servel los pactos para las primarias de noviembre para gobernadores y, si ahí se logra la estrategia de candidato único de todo el sector, sería un buen paraguas de entendimiento para el desafío constitucional.

En el Frente Amplio afirmaron que el tema de la unidad para la constituyente ya ha sido tratado internamente, como también «entre las coaliciones», que han tenido bilaterales con Unidad para el Cambio –PC, PRO, regionalistas verdes– y conversaciones entre colectividades del FA con sus pares de la Convergencia Progresista, que aglutina al PS, el PPD y el PR. Desde la DC añadieron que tienen disposición para intentar el diálogo con el FA y que el resultado del plebiscito debería ser un impulso para allanar los entendimiento, que como la fecha clave es el 11 de enero, cuando deben inscribir los candidatos ante el Servel para gobernadores regionales y los de la constituyente, confían en que aún hay espacio para no desperdiciar la opción de una mayoría en la Convención Constituyente que sea acorde al resultado del referéndum de octubre.

“Esto puede ser una farra histórica si no vamos unidos. Lo que he visto es que está la intención de ir a la unidad, para eso se requiere más de una voluntad, la tarea que tenemos es más importante que los egos individuales o de los partidos. De esta decisión que va a tomar la oposición vamos a escribir los próximos 50 años”, sentenció el abogado Gabriel Osorio (PS), quien ha seguido el proceso constituyente de cerca, fue uno de los 14 expertos que conformaron la mesa técnica que «aterrizó» el acuerdo del 15 de noviembre y, en estos meses, ha estado detrás de las negociaciones e indicaciones en los debates parlamentarios de Plebiscito Seguro y el financiamiento de las campañas para el referéndum.

«El riesgo es cierto (…). La derecha tiene claro que debe ir unida, pero nosotros vamos disgregados, vamos a perder la oportunidad de tener una Constitución menos conservadora, vamos a quedar con una igual o peor que la actual y, más encima, con toda la legitimidad de la que carece la actual Constitución», agregó Osorio.

Piedras de tope

Desde la DC hasta el Frente Amplio coinciden en el diagnóstico que el momento histórico demanda esfuerzos para no desperdiciar mayorías en la Convención Constituyente, pero también reconocen que las declaraciones de buena voluntad no son suficientes y no lograron que el sector enfrente unido el plebiscito de octubre. Por el contrario, hoy existen cuatro «comandos» distintos –representativos de las cuatro identidades de la oposición–, los  que llaman a votar todos por lo mismo y, salvo el esfuerzo que ha desplegado el cuarteto de «Unidas por el Apruebo» –integrado por Carmen Frei, Maya Fernández, Carmen Hertz y Beatriz Sánchez–, los partidos han estado literalmente en deuda ante la envergadura del desafío.

Las piedras de tope para el entendimiento pasan por varios factores. Uno, es que los partidos, al menos los vinculados a la antigua Concertación y la otrora Nueva Mayoría, están tentados a que las candidaturas constituyentes sean una forma de darles espacio a sus «viejos cracks», extimoneles, exparlamentarios, exministros que salieron de la coyuntura y a los que la convención, si es que no la gobernación regional, les da la opción de recuperar vigencia.

La DC, por ejemplo, pidió a Juan Carlos Latorre que lidere el grupo de extimoneles del partido –Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Alejandro Foxley, Enrique Krauss, Renán Fuentealba, Ignacio Walker, Ricardo Hormazábal y Myriam Verdugo– que será el encargado de buscar los candidatos de la falange a la constituyente. El PPD hizo lo propio, responsabilidad que recayó en Guido Girardi y Víctor Barrueto, mientras que en el PS se ha hablado de Camilo Escalona como posible candidato constituyente.

En la oposición reconocieron que ya tienen muchos cupos «reservados» para las llamadas figuras con experiencia y eso puede ser una complicación, porque, como advirtió Callís, no hay que olvidar que existe un antipartidismo bastante fuerte en la ciudadanía, el que puede jugar una mala pasada a alguna lista opositora. Por eso, recalcaron que una de las claves es evitar que tanto independientes como los movimientos ciudadanos compitan por el lado, considerando que las reglas electorales les permiten tener listas propias para la constituyente. Eso, implicaría más listas, por lo tanto, más disgregación de votos.

Desde el Frente Amplio afirmaron que están “disponibles para entregar cupos a independientes reconocidos del mundo social» y que, por lo mismo, «ya hay conversaciones para eso, para tratar que se sumen». Un dirigente de Revolución Democrática precisó que tanto en las listas de candidatos como en la misma Convención Constituyente, «no puede haber solo gente de los partidos, eso sería un error».

En el resto de la oposición saben que hay «desconfianza» desde los liderazgos independientes y los movimientos sociales hacia los partidos tradicionales, que rechazan incluso la opción de aliarse con ellos y, por la misma razón, saben que evitar farrearse mayorías los obliga a todos a ceder y generar espacios atractivos para tratar de vincularlos en listas comunes y evitar una mayor dispersión de votos.

Las otras piedras de tope son el «purismo» y la desconfianza instalada, que cruza los distintos mundos que hay en la oposición. Es el clivaje de lo viejo ante lo nuevo o, como dicen desde el Frente Amplio, «las fuerzas transformadoras versus las que han administrado el poder los últimos 30 años. Hay desconfianza desde las colectividades de izquierda con lo que es la ex Concertación».

En el resto de la oposición cuestionan que el FA peca habitualmente de un «purismo» que bloquea cualquier intento de construir mayorías y que privilegian la identidad propia por sobre la unidad. «Ese purismo puede llevarnos a que la minoría se quede con la convención y con la nueva Constitución», advirtió Osorio.

Una palabra que a muchos en el Frente Amplio les carga, porque la consideran una caricatura que no se condice con la realidad, ya que, si bien hay sectores que cumplen con esa definición, no representa a todos y menos la forma en que muchos de ellos trabajan políticamente. En RD recalcaron que ellos nunca han planteado una mirada sectaria, que siempre han dialogado con todos y que por estos días –agregaron desde su mesa directiva– «sabemos que hay que privilegiar la mayoría por sobre la identidad propia».

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