Publicidad
Nueva Constitución: La gran oportunidad para la gente de las regiones Opinión

Nueva Constitución: La gran oportunidad para la gente de las regiones

Gonzalo Prieto Navarrete
Por : Gonzalo Prieto Navarrete Sociólogo, concejal de Alto Hospicio.
Ver Más

Tendremos un futuro debate constitucional en tres campos: derechos sociales, formas del Estado y modelo de desarrollo económico, social y ambiental. El debate no debe centrarse en una especie de competencia de centro versus periferia. Debe discutirse en cómo hacemos para lograr configurar un Estado inteligente y capaz de descentralizar el poder y los recursos, a fin de lograr garantizar que la materialización de los derechos sea efectiva y eficaz. Hablamos de un Estad social y descentralizado.


Cuando me detengo a escuchar lo que las personas piensan de la política, escucho que en su mayoría creen que no les sirve. Tal vez, porque esperan cosas concretas de ella, más que abstractas. En el estallido social, las demandas sociales se expresaron en cuestiones completamente tangibles, medibles y alcanzables. Mejor educación, implica que los colegios sean mejores en su programa educativo, pero que también sean espacios seguros para nuestras hijas e hijos. Si hablamos de pensiones, éstas deben ser mejores y ese “mejores”, no significa otra cosa que más plata para quienes la reciben y quienes esperamos recibirlas en el futuro.

Cuando la política se percibe como un campo de lo abstracto y no de lo concreto, lleno de discursos que en la práctica no logran diferenciarse demasiado, por lo menos no a escala humana, comprendemos el tremendo espacio que hay entre las expectativas de las y los ciudadanos, y lo que la política a través de los políticos ofrece.

Pareciera que mi lenguaje sostiene a la política como un lugar de intercambio de bienes y servicios. Pues sí, en un modelo cultural de economía de mercado, no debemos rehuir a la idea que la gran mayoría de las personas percibe, y construye las relaciones entre personas y representantes de esta forma.

[cita tipo=»destaque»]Entonces, no bastará con determinar una nueva base de derechos sociales, si no somos capaces a la vez de reestructurar un Estado cercano a las personas, donde sus autoridades tienen el poder y el dinero suficiente para cumplir las expectativas ciudadanas. De construir escuelas, consultorios, hospitales, nuevos rellenos sanitarios, apostar en tecnología e innovación, empresas regionales, cobrar sus propios impuestos y que así, la gente sepa y vea que la política tiene una repercusión real en su vida, porque la podrán ver y tocar, donde cada peso que coloquen en lo público lo verán en mejores médicos, mejores profesores, mejor seguridad.[/cita]

Siguiendo este orden argumental, creo que uno de los mayores debates de la próxima discusión constitucional será qué tipo de modelo de Estado queremos hacia el futuro. Ese modelo de Estado debe hacerse cargo del problema que he señalado y por lo tanto, debe convertirse en un Estado capaz de brindar soluciones concretas a las personas. Dichas soluciones deben ser territorialmente cercanas. No cabe ninguna duda entonces, que mientras más descentralizado el poder de las atribuciones, mientras más cercanas las decisiones del quehacer del país, contribuiremos a una mejor democracia y a reducir la frustración de las personas. En cambio, si dejamos al próximo texto constitucional sólo en el campo de lo abstracto y del deber ser, sin complementarlo con las estructuras que lo deberán hacer posible, sería un profundo error.

Tendremos un futuro debate constitucional en tres campos: derechos sociales, formas del Estado y modelo de desarrollo económico, social y ambiental. Esto sobre la base de otras cuestiones que no estarán en discusión sustantiva, porque no veo luces que apunten a discutir cuestiones básicas de una democracia liberal occidental en el siglo XXI. No he leído siquiera hipótesis entorno a una democracia sin división de poderes del Estado.

El primer debate sobre los derechos sociales, será una cuestión que estará sujeta a las mayorías relativas obtenidas en la próxima convención constitucional. Éstas se irán imponiendo en la carta magna o bien quedarán para la discusión posterior en leyes generales.

Pero lo segundo, las formas del Estado, no estará claro, pues el centralismo es intuitivo incluso para muchos que son de regiones. Por ello el debate no debe centrarse en una especie de competencia de centro versus periferia. Debe discutirse en cómo hacemos para lograr configurar un Estado inteligente y capaz de descentralizar el poder y los recursos, a fin de lograr garantizar que la materialización de los derechos sea efectiva y eficaz. Hablamos de un Estado social y descentralizado.

Lo coloco de la siguiente forma con un ejemplo. En la próxima Constitución Política de Chile, debemos lograr establecer derecho a la vivienda y ciudad digna. Para lograrlo, luego debemos cambiar y mejorar distintas leyes. Sin embargo, esto no será posible de forma eficiente y eficaz, si continuamos con un modelo de Estado que concentra las decisiones en el centro del país, que no sólo no se es capaz de actuar con presteza atendiendo a las diferencias territoriales, sino que además las estructuras locales no tienen la capacidad -atribuciones y presupuesto propio- para hacerlas realidad.

La persona de a pie verá cómo, pese a que en lo abstracto la idea ya está planteada, en lo concreto sus instituciones y autoridades más cercanas, deben esperar en muchas ocasiones sin éxito que el Estado central construya casas y equipamientos para sus ciudades. Lo que finalmente destruirá las expectativas de que una nueva Constitución implique la posibilidad de mejorar sus vidas.

Entonces, no bastará con determinar una nueva base de derechos sociales, si no somos capaces a la vez de reestructurar un Estado cercano a las personas, donde sus autoridades tienen el poder y el dinero suficiente para cumplir las expectativas ciudadanas. De construir escuelas, consultorios, hospitales, nuevos rellenos sanitarios, apostar en tecnología e innovación, empresas regionales, cobrar sus propios impuestos y que así, la gente sepa y vea que la política tiene una repercusión real en su vida, porque la podrán ver y tocar, donde cada peso que coloquen en lo público lo verán en mejores médicos, mejores profesores, mejor seguridad.

De lo contrario, tendremos una gran lista de supermercado llena de buenas intenciones, pero donde los territorios seguirán esperando en un modelo centralista, casi feudal, donde si no existe peso electoral suficiente o crisis que lo empuje, las cosas jamás pasarán.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias