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Más allá de las trincheras y los dogmas: 10% «reloaded» Opinión

Más allá de las trincheras y los dogmas: 10% «reloaded»

Sergio Vera
Por : Sergio Vera Ingeniero naval. Magister y doctor en Ciencias COPPE - UFRJ, OPM Harvard Business School.
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Con un Estado subsidiario, reducido respecto de nuestra economía y una recaudación fiscal equivalente a menos del 22% del PIB, tampoco existirán recursos suficientes para ejecutar el gasto público que requiere la emergencia. A esto nos estamos enfrentando y los ciudadanos no merecen que se sigan atrincherando coaliciones con posiciones ideológicas absurdas, que no hacen más que dividir y perjudicar a los chilenos. De argumentos delirantes, debates estériles y dogmas arcaicos, ya hemos tenido suficiente: hoy más que nunca se requiere actuar con prontitud y pragmatismo, dejemos que los chilenos decidan cuáles son sus mayores urgencias.


Mientras aún no concluye el retiro del primer 10% de los fondos de pensión y lo que en principio pareció un exceso de algunos parlamentarios promoviendo un segundo retiro, al poco andar está acelerando la incorporación de más adeptos, incluyendo a algunos que se opusieron anteriormente. La cruenta recesión económica y la insuficiencia de las medidas implementadas por el Gobierno, están propiciando una nueva estocada al ya impopular sistema de pensiones, con creciente desconfianza sobre sus administradoras de los fondos: AFP.

Desde la vereda opuesta, los detractores y contrarios a esta idea insisten con argumentos estériles en una discusión que tiene como fondo la tribulación de los chilenos. Que el 20% de los afiliados ya habría retirado la totalidad de sus fondos, que fue un descalabro donde 1.800.000 afiliados se quedaron sin fondos, que el compromiso fue aprobar el retiro por una sola vez, que es cortoplacista y se contradice a la esencia de largo plazo del sistema de pensiones, son algunas de las evidencias que esgrimen.

Nada nuevo en ello, solo se ahonda en lo que es obvio. Con una retórica que no consigue empatizar o no quiere hacerse cargo de la desgracia que nos afecta, pretenden formar realidades con verdades parciales. Sí, porque los retiros de un millón de pesos son tan solo equivalentes a imposiciones de un poco más de dos años con sueldo mínimo y quienes reclaman cumplimiento del compromiso por una sola vez ni siquiera fueron parte del acuerdo, como tampoco se han dignado contestar las propuestas que se les han hecho desde el Senado para mejorar el sistema de pensiones.

La situación es de extrema gravedad, sin que hasta ahora las autoridades hayan podido acertar un diagnóstico sobre la profundidad y duración de esta crisis. Hoy solo percibimos superficialmente sus efectos, afectando con gran fuerza a los sectores más pobres, con mayor contagio en comunas como La Pintana, Renca y La Granja (6,0% de personas con COVID-19), que llegan a ser hasta 3 veces más en comparación con Vitacura, Providencia y Las Condes (2,0% de personas con COVID-19). Pero también con una pobreza multidimensional que crece a más del 30,0% en comunas más pobres, comparado con un 4,0% en aquellas de mayores ingresos.

Así las cosas, lo peor aún está por venir. Cual tsunami devastador, las sucesivas olas de contagio, igual a lo que está ocurriendo en el resto del mundo, irán golpeándonos y debilitándonos. No antes del segundo semestre de 2021 estaremos inmunizándonos contra este virus y recién podremos ver el panorama desolador que este habrá dejado a su paso. Inevitablemente seremos un país más pobre, más desigual y menos cohesionado, con un Estado debilitado en sus recursos y la desconfianza de sus ciudadanos, como también con el debilitamiento moral que arrastran estas crisis, ante la necesidad vital de sobrevivencia: nosotros no seremos la excepción.

Con un Estado subsidiario, reducido respecto de nuestra economía y una recaudación fiscal equivalente a menos del 22% del PIB, tampoco existirán recursos suficientes para ejecutar el gasto público que requiere la emergencia. A esto nos estamos enfrentando y los ciudadanos no merecen que se sigan atrincherando coaliciones con posiciones ideológicas absurdas, que no hacen más que dividir y perjudicar a los chilenos. De argumentos delirantes, debates estériles y dogmas arcaicos, ya hemos tenido suficiente: hoy más que nunca se requiere actuar con prontitud y pragmatismo, dejemos que los chilenos decidan cuáles son sus mayores urgencias.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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