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Alcalde de Tirúa cuestiona la composición del Congreso: “Hay algunos que hoy tienen escaños reservados solamente por nacer en cuna de oro”

Adolfo Millabur está contento pero no feliz. Reconoce que el acuerdo de escaños reservados «no es lo que nosotros queríamos, pero es imposible no celebrarlo como un hecho histórico». Porque la clase política entendió –a su juicio– que no podía haber una Constitución nueva sin la participación de los pueblos originarios. «Esta vez el Estado reconoce implícitamente como interlocutores a las primeras naciones para discutir los temas de fondo», sostiene en esta entrevista con El Mostrador. De paso, el alcalde critica la ignorancia de algunos parlamentarios y autoridades de Gobierno que, al discutir acerca del número de cupos en la Convención Constitucional, calificaron a los káwesqar como «poquitos», olvidando que precisamente son pocos porque sus antecesores los exterminaron. Espera que esta semana prime la visión de Estado, no la calculadora electoral del oficialismo, y se aprueben en el Congreso finalmente los 17 escaños para los diez pueblos originarios y un cupo para los afrodescendientes.


No todos saben que su comunidad, en la que ha vivido prácticamente toda su vida, se llama “El Malo” y que cada vez que un huinca le pregunta el nombre de su comuna, las reacciones de la gente al escuchar Tirúa son abrir los ojos, echarle una talla o en algunos casos ponerse un poco nerviosos. La discriminación que ha vivido Adolfo Millabur es la misma que todos los pueblos originarios han debido enfrentar desde que los españoles llegaron a nuestro territorio.

Por lo mismo, el jueves pasado le volvió el alma al cuerpo a este alcalde mapuche, quien durante todo este año siguió paso a paso el intenso debate, en el marco de la Convención Constitucional, para definir los 17 escaños reservados a los diez pueblos originarios y uno adicional para los afrodescendientes. Es un avance contra la discriminación que Millabur vive desde la infancia, cuando sus profesores mapuche lo obligaban a olvidar el mapudungún y hablar solo en español.

Fue una de las voces mapuche que delineó y defendió la participación indígena en este proceso. Y aunque desde hace meses manifestó su discrepancia con la creación de un registro especial que permitiera a las comunidades votar por sus representantes para la Convención Constitucional, Millabur también debió ceder porque se corría el riesgo de que fueran nuevamente excluidos y quedasen out de la redacción de la nueva Carta Fundamental. Tal vez por eso es que está contento, pero no feliz.

-¿Cómo se aspecta la situación política luego de que el jueves pasado se alcanzó un acuerdo en el que faltaría poco para que las salas del Congreso aprueben la existencia de escaños reservados para los pueblos originarios?

-Después de una larga travesía de lucha en la coyuntura de la nueva Constitución, por fin se ve el resultado que ya estaría dando señales que son históricas. Ha sido una larga travesía porque esto debía haber quedado garantizado el 15 de noviembre, porque fuimos parte de la Wenüfoye, la bandera mapuche que estuvo siempre presente en la reivindicación, en la rebeldía y en la rebelión del pueblo chileno. No fue así el 15 de noviembre y de ahí para adelante hemos tenido que venir esquivando las dificultades, intentando dialogar con el Gobierno, en un primer momento muy difícil. Pero en buena hora anoche hubo un acuerdo, no es lo que nosotros queríamos, y así lo planteamos a través del senador (Francisco) Huenchumilla, que fueran 24 escaños y fueran sobre los 155 (de la Convención Constitucional) y ese no fue el resultado que se vio.

-¿Por qué 24 escaños? ¿Ese guarismo es a partir del 12,8% de la población que se identifica con algunos de los pueblos originarios, según el último Censo?

-Es una ecuación que se hace supranumeraria y sobre los 155 da ese número (24). Luego si se hace por dentro de los 155 es menor, 20. Por lo tanto, el acuerdo de los 17 que ya conocemos todos, no es el 12,8%. Llama la atención la negativa del Gobierno para dialogar con los pueblos originarios, no presentó ninguna indicación y fueron sus parlamentarios tardíamente los que las plantearon. A partir de esas indicaciones comenzó a dialogar de manera muy lenta y después a uno lo sorprende cuando decían que nos quedaba poco tiempo, que ya no había margen, en circunstancias que nosotros les veníamos advirtiendo que eso iba a pasar si esto no se resolvía luego. Pero, bueno, al final del día, personalmente yo no puedo decir que estoy feliz, pero estoy contento en términos de que se logró un acuerdo, y que es un hecho histórico que Chile va a redactar su nueva Constitución a partir de la elección de sus propios constituyentes. Pero además hay un hecho histórico –y, por lo menos, creo que le da mayor fuerza a la decisión que se está tomando como país–, es que las distintas fuerzas políticas representadas en el Parlamento y en el Ejecutivo lograron entender de que no podía haber una Constitución nueva sin la participación de los pueblos originarios y que el Estado esta vez reconoce implícitamente como interlocutores a las primeras naciones para discutir los temas de fondo de los pueblos originarios, en particular el pueblo mapuche. Entonces, en ese contexto creo que es un avance.

Voto indígena sin frontera

-¿Cómo se van a organizar ustedes como para elegir a sus representantes? Son siete escaños los que les corresponden al pueblo mapuche, ¿no?
-Dentro de la diversidad que existe en el pueblo mapuche va a estar la oportunidad de que la gente soberanamente y las personas individualmente van a elegir a su representante dentro de las siete alternativas que van a tener.

-¿Cuál va a ser el mecanismo para elegir a los candidatos? ¿Los va a elegir el mismo pueblo (mapuche)?
-Lo que pasa es que estos escaños reservados a veces se prestan para malas interpretaciones. No son escaños reservados garantizados en términos de que yo quiero ser y ya. No, es por votación popular, como todos los otros escaños, pero exclusivamente destinados para que sean candidatos de los pueblos originarios. En este caso siete pertenecerían a los mapuche y me imagino que va a haber muchos más que siete candidatos, de acuerdo a la diversidad política que tiene el pueblo mapuche. Así se van a expresar ahí en las candidaturas y los integrantes del pueblo mapuche tendrán que ver la gama de candidatos, elegir a uno de ellos dentro de los siete cupos que hay.

-Eso significa que, si yo estoy en Santiago, ¿puedo votar por una persona que está en La Araucanía? ¿No habría problema?
-Esa es una buena cosa que hay que destacar. Como alcaldes mapuche y a través del senador Huechumilla, organizaciones, varios actores, principalmente los militantes de los partidos políticos de centroizquierda que estuvieron detrás de todo esto, además de la AMCAM (Asociación de Municipalidades con Alcalde Mapuche), vimos como una buena cosa que el voto fuera sin fronteras, o sea, que un candidato indígena puede sacar votos en cualquier parte del territorio nacional, aunque les pone una dificultad mayor a los indígenas, porque claramente va a haber una especie de candidato a Presidente dentro de su propio pueblo.

-Eso es lo que va a ser finalmente: el que saque la mayoría va a ser una especie de Presidente de los mapuche.

-No, que no se entienda de esa manera, porque si no el que saque la primera mayoría no va a tomar en serio esto. No, lo que habrá son elecciones para representar a los mapuche en la constituyente. Y por cierto él o ella se va a transformar en un buen líder o lideresa, porque va a ser con paridad de género. Entonces, van a ser candidatos para todo el país, pensando que un mapuche pueda estar en Arica o en Punta Arenas o viceversa. Si bien un aimara puede estar viviendo en Temuco, puede votar por su candidato aimara. Esa es una de las cosas buenas que tiene este proyecto que está a punto de ser aprobado, pero, también, regula y garantiza los territorios de tal manera que no sea solo en donde hay mayor votación que se tenga la facultad de elegir a sus representantes. Por eso que queda anclado al territorio. Tienen dos cupos los de la Región de Los Ríos, desde Valdivia hacia el sur; cuatro los de regiones de Biobío, Araucanía y Ñuble; y lo que entiendo que se discutió también es que hay un cupo para la Región Metropolitana. Entonces, ese iba a ser como el anclaje al territorio, para que sea una representación del territorio más que de su pueblo.

-¿Cuál es su candidato, alcalde, ya lo tiene?
-No, lo que pasa es que todavía la ley no está y a los hijos hay que colocarles el nombre cuando nacen.

-Ya, pero uno les pone nombre antes a los hijos.
-Sí, pero eso es muy occidental. Los mapuche tenemos la prudencia de esperar que nazca la guagua y luego ponerle el nombre. Uno no puede romper los ciclos de la naturaleza.

Afrodescendientes: “Una casa debe incluir a todos los hijos»

-¿Qué le pareció la situación de discriminación que se está teniendo con el pueblo afrodescendiente al separarlos de los demás pueblos y votar dos partes del proyecto de ley en las salas, para así probablemente no votar por ellos?
-Usted lo dice y sospecha lo mismo que yo. Hubo un lamentable forcejeo y nosotros somos partidarios de que no haya exclusión, que no haya discriminación. Y en este caso se dio un escenario muy triste de parte de los parlamentarios del Gobierno que pusieron esa condición para reconocer esos 17 escaños para los pueblos originarios y que se votara por separado. Entonces, nos pusieron en esa disyuntiva: los que son hijos de los esclavos contra los hijos de los que han querido invadir siempre. O sea, a los pueblos postergados los están poniendo en contraposición para que se les garantice el derecho a unos en desmedro del otro. Por eso es que compartimos el principio de que, por lo menos, un representante debía ser por pueblo. Y no debería ser menos que eso, lo que se cumplió. Espero que la visión de Estado, de país, de comunidad, de humanidad prime en los hemiciclos de la Cámara de Diputados y del Senado. Por cierto, uno sospecha, y casi lo deja en evidencia Chile Vamos, que quieren que voten por separado, porque no les interesa que tengan representación los afrodescendientes en la constituyente.

Millabur hace luego una analogía de esta discriminación que estarían sufriendo los afrodescendientes e insiste en que ojalá primen las consideraciones humanitarias y no la calculadora política para las votaciones que tendrán lugar esta semana.

-Cuando uno construye una casa, tiene que pensar en la habitación lo mas cómoda posible para cada uno de sus hijos y la casa grande de Chile los tiene que incluir a todos. Excluir a los afrodescendientes sería una muy mala señal en la redacción de la nueva Constitución. Hay mucha lucha de poder en la aristocracia, que no está acostumbrada a que los hijos de esclavos, que fueron su fuerza motriz para ser lo que son en el poder económico que tienen, estén equiparando posiciones de discutir temas que son de su interés. Hay que llamar a Chile Vamos a que ellos gozan de sus privilegios gracias a que hicieron su riqueza con la esclavitud de aquellos padres de esas personas que están hoy presentes.

-Usted dice que finalmente acá tenemos una discriminación histórica que se mantiene especialmente con los afrodescendientes, que son los esclavos que llegaron a este país. Y en la discusión de la comisión mixta se planteó que ellos no eran pueblos originarios, habían llegado después, no como ustedes que eran los pueblos que estaban en el territorio.
-Eso es verdad, pero no les quita el derecho de que no tengan la posibilidad de ser representados, porque hoy, cuando uno revisa, desde 1833 en adelante, la maqueta de la Constitución que hoy tenemos, hay algunos que tienen escaños reservados solamente por nacer en cuna de oro. Entonces, lo mínimo que pueden hacer es reconocer a los que ellos han postergado siempre.

-¿Usted cree que esos escaños reservados de esas familias “aristocráticas” se van a mantener de aquí en adelante? Porque, por lo menos, lo que estableció el plebiscito del 25 de octubre fue que los mismos congresistas no hicieran la nueva Carta Fundamental, y se impuso casi el 80% de que fuera totalmente elegida.
-Comparto con usted que no sean los mismos parlamentarios, pero ellos tienen suficientes familias para poder poner de candidato y hacerlos vestir de buenas personas para que lleguen a resguardar sus intereses. Entonces, en ese sentido creo que ellos tienen garantizado, y por eso que están jugando a 1/3. Ahí van a poner traba. Entonces, esa es la jugada que tienen. Y esto está en riesgo si el pueblo no se despierta, no es agudo.

-¿Cómo ve a la oposición en ese sentido? ¿Cree que va a enfrentar esta situación de la mejor forma teniendo una lista unitaria o es difícil?
-En este debate que se produjo en el contexto de los escaños, vi por lo menos una posición común, pero cuando uno se entera de cómo se están dividiendo las fuerzas, para poder enfrentar procesos electorales, algo le pasa a la centroizquierda, que seguramente son los egos personales, que no dejan, no privilegian los intereses comunes. Porque la derecha en Chile se pueden odiar, pueden tener grandes diferencias, pero cuando se unen para defender sus intereses comunes, lo hacen sin mayores miramientos, pero la izquierda chilena, la centroizquierda, demasiadas estrellas circulando en el universo pequeñito que es Chile. Eso es lo que entorpece proteger los intereses del pueblo. Ahí hay un desafío y está en riesgo eso. Si es que no se actúa con inteligencia y con sapiencia de futuro, los hijos nuestros nos van a pasar la cuenta de que nos actuamos en coherencia y en consecuencia en un momento histórico de Chile.

Pueblos pequeños y genocidio

-Hace un tiempo lo entrevisté y usted recordó la discriminación que le había tocado vivir durante su infancia en el colegio, donde todos eran mapuche y había solo una persona que no lo era, pero que los discriminaba.
-Mi generación es hija del rigor, como nuestros abuelos, y usted me hace recordar un poco mi infancia. Efectivamente un compañero de colegio, en ese momento, nos discriminaba, ni siquiera porque no era mapuche, simplemente porque su apellido no era mapuche, era mezcla, como decimos nosotros: champurria. Él se sentía distinto a nosotros y nosotros nos sentíamos discriminados y él imponía. Un solo niño imponía su conducta frente a todo el resto, y era porque nosotros crecimos en un ambiente de mucha discriminación, que ni siquiera era disimulada, era evidente. El profesor en nuestras escuelas nos decía que no podíamos hablar el mapudungun porque eso era casi una desgracia y se veía muy mal hablar el español de mala manera. Entonces, desde la escuela nos discriminaban permanentemente. Si yo no podía hablar bien el español, era mal tratado, nos pegaban. Entonces, el profesor valoraba a ese niño que venía retornado de la cuidad de Concepción y que hablaba el español fluido, a diferencia de nosotros que lo hablábamos a medias, en vez de preocuparse de valorar nuestra conducta bilingüe. Eran muy difíciles esos tiempos. Yo soy de una generación donde no se levantaba la bandera mapuche como ahora se hace en las protestas de Chile, era vergüenza ser mapuche.

-¿Qué debiera pasar ahora en esta nueva Constitución con la lengua mapuche o con todas las lenguas originarias?
-Cuando yo escuché el debate, hasta la madrugada (de la comisión mixta), uno que está acostumbrado a los gajes del oficio de la política, se sonroja por la ignorancia de cómo se refieren a los pueblos originarios, pero también la gente que no conoce el tema mapuche habla tanta aberración. A veces lo hacen de manera muy cándida, pero lo hacen con una liviandad de cuerpo, sin darse cuenta que están hablando mal de los otros.

-¿Cómo así?

-Hablaban de los pueblos pequeños, porque no querían reconocer a los kawésqar, que son poquitos. Mira lo que significa, pueblos pequeños. Pero no se dan cuenta que esos pueblos son numéricamente pequeños –pero muy grandes en dignidad–, porque fueron exterminados por sus antecesores, por las generaciones de sus familias. Si ellos no están en la aristocracia, en el poder por esos apellidos que son de gran influencia. No llegaron con las riquezas de Europa, las hicieron aquí, diezmando, eliminando, con genocidio de aquellos pueblos, enriqueciéndose con la riqueza que nosotros teníamos. Entonces, cuando hablan de los pueblos pequeños, que no se merecen tanta representatividad, es porque o son ignorantes o son simplemente libres de cuerpo para expresar lo que se les dé la gana, sin darse cuenta del daño que hacen. Cuando un ministro de Estado dice, respecto a los afrodescendientes, cómo vamos a correr el riesgo de no tener 17 escaños para los pueblos originarios, aunque no incluyan a los afrodescendientes, no puede ser, como que no valen nada los afrodescendientes. Cuando uno escucha ese tipo de relatos, ese es el debate que también va a estar presente en la nueva Constitución. Con eso nos vamos a encontrar ahí. Habrá que hacer didáctica, políticas, educación de la historia, habrá que hacer formación de cosmovisión de la formación de los pueblos originarios, habrá que hacer escuela. Al país le falta mucho para educarse.

-¿Usted cree que hay tiempo como para hacer todo eso que plantea?
-Cuando hay una necesidad imperiosa de educarse, de civilizarse, en ser más plural para pensar, se tiene que dar el tiempo para educar a la población en los aspectos que son necesarios. Si no, cómo se entiende, porque si el otro es ignorante respecto a uno, no lo va a entender y simplemente es imponer su visión.

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