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Vacilación en el momento crítico o cómo arruinar el exitoso proceso de vacunación Opinión

Vacilación en el momento crítico o cómo arruinar el exitoso proceso de vacunación

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Sin duda el proceso de abastecimiento de vacunas no solo fue acertado sino también exitoso. El problema fue que el Presidente Piñera sucumbió a la tentación de entregar una señal confusa. De seguro, esa obsesión por recuperar el apoyo perdido y elaborar “el legado” –la semana pasada constituyó en equipo de trabajo dirigido por Magdalena Díaz para ello– le hizo dar el paso en falso. El Mandatario vio una oportunidad y la tomó, al estilo Piñera. Es decir, apareciendo a diario con actividades vinculadas al proceso vacunatorio, incluso durante sus tres semanas de vacaciones. Y aunque el ministro Paris fue algo más cauto, es evidente que el discurso de La Moneda agudizó la percepción ciudadana de que, estando vacunados los adultos mayores, el problema estaba controlado.


La presencia del ministro de Economía, Lucas Palacios, sentado al lado de Enrique Paris –en el día en que las cifras de la pandemia nos volvieron a conectar con el miedo y la incertidumbre del peor momento de 2020–, dejó en evidencia que la decisión tomada por el Gobierno había privilegiado lo económico. Fue una puesta en escena llena de simbolismo.

De partida, el punto habitual de prensa estaba convocado a las 11.00 horas. Casi dos horas después, un nervioso ministro de Salud empezaba su reporte recordando que Chile tenía más de 5 millones de vacunados e insistía en que éramos campeones del mundo. Paris volvía a repetir el error que provocó la “falsa sensación de seguridad” en los últimos dos meses: se refería a las personas inoculadas en primera dosis, porque la verdad es que un porcentaje menor tiene las dos vacunas, sin contar que el estudio de Sinovac –dado a conocer el día previo– constataba que recién 30 días después de la segunda dosis se detectaban los anticuerpos en el 90% de los casos.

Lo más curioso de todo, el día en que se registraron 6.240 casos, es que no se entendió el porqué de la presencia de Palacios. El ministro planteó una tímida sugerencia al sector empresarial para que sus empleados pasaran a la modalidad de teletrabajo. Eso fue todo. Y el anuncio posterior no dejó de sorprender, considerando la gravedad de las cifras. La RM no entraría en cuarentena total, pese a las peticiones del Colmed y la evidencia de que el sistema estaba al borde del colapso. Los días siguientes –en que los contagios superaron el peak de junio– un vacilante Enrique Paris, sin que nadie se lo preguntara, trataba de instalar un relato cuidadosamente elaborado: “No hemos tomado una decisión privilegiando lo económico”.

[cita tipo=»destaque»]El Gobierno debería endurecer las medidas sanitarias para enfrentar la última milla, sabiendo que esto le traerá un costo económico importante, lo que se sumará a los efectos que ya estamos arrastrando desde octubre de 2019 y que se agudizaron con la pandemia. Pero la principal preocupación que hoy parece tener el Presidente Piñera es que, pese a todo el esfuerzo por tener un proceso de vacunación ejemplar, no logra capitalizarlo internamente. Hasta ahora, las encuestas le siguen siendo esquivas, incluso ha tendido a bajar en vez de subir.[/cita]

Era evidente, el Gobierno había proyectado vacilación en el momento crítico y, por supuesto, el sobreexitismo del proceso de vacunación le pasaba la cuenta.

Lo he dicho en este y en otros espacios. Sin duda el proceso de abastecimiento de vacunas no solo fue acertado sino también exitoso. El problema fue que el Presidente Piñera sucumbió a la tentación de entregar una señal confusa. De seguro, esa obsesión por recuperar el apoyo perdido y elaborar “el legado” –la semana pasada constituyó en equipo de trabajo dirigido por Magdalena Díaz para ello– le hizo dar el paso en falso. El Mandatario vio una oportunidad y la tomó, al estilo Piñera. Es decir, apareciendo a diario con actividades vinculadas al proceso vacunatorio, incluso durante sus tres semanas de vacaciones. Y aunque el ministro Paris fue algo más cauto, es evidente que el discurso de La Moneda agudizó la percepción ciudadana de que, estando vacunados los adultos mayores, el problema estaba controlado.

Pero en paralelo, La Moneda tomaba una decisión peligrosa a escasos dos meses que las vacunas empezaran a mostrar los primeros resultados: el permiso de vacaciones. Fue el propio ministro de Salud quien reconoció que se pudo haber cometido un error a la hora de comunicar la medida adoptada a fines de diciembre y que significó que las personas pudieran viajar a distintos puntos del país, pese a que habitaran en lugares en fase de transición.

Los datos son categóricos: la mayoría de las regiones y ciudades que suelen acoger más visitantes durante el verano, están ahora en cuarentena total producto de un explosivo aumento de casos, versus la Región Metropolitana en que solo las comunas “del otro Chile” gozan de buena salud. Por supuesto que no todo es responsabilidad de la autoridad, pues, al igual que en el resto del mundo, las personas están agotadas con los efectos directos e indirectos del virus, en lo que se denomina “fatiga pandémica”. De ahí que era necesario mantener un relato y estrategia más agresiva que sostuviera la tensión y alerta.

Por eso, cuesta entender la siguiente paradoja: Chile ha tenido un proceso de vacunación exitoso y, al mismo tiempo, está experimentando una segunda ola brutal, mucho más compleja que la primera. Las cifras son tan alarmantes, que incluso se inició una discusión acerca de si debería reprogramarse el proceso eleccionario del 10 y 11 de abril, considerando que esta semana podríamos alcanzar el nuevo peak. Si se observa lo que está ocurriendo en Europa, Chile está experimentando un rebrote similar, sin grandes diferencias con otros países. ¿Acaso las vacunas no están sirviendo en nuestro país? La verdad es que aún existen más incertezas que certezas, porque ya incluso se empieza a hablar de que será necesario una tercera dosis para poder abarcar las nuevas cepas que están circulando, producto de mutaciones del COVID-19 y que se estiman en 17 a nivel mundial, destacando la británica (38 casos en Chile) y la de Manaos (24 casos).

Creo que el Gobierno se equivocó en el último tramo de esta larga carrera, no tomando las medidas a tiempo y sobreestimando el proceso de vacunación. En las últimas dos semanas, hemos verificado un fuerte aumento de casos –sobre 6 mil diarios– y la mortalidad más alta para un mes de febrero –la gran mayoría vinculadas a COVID-19– desde 1945. Pero, además, la capacidad de las UTI está llegando a su máximo (94% de ocupación) y la positividad está en promedio entre 8% y 9% (la OMS recomienda 5% como máximo). Además, los pacientes hospitalizados y en estado crítico son mucho menores en edad que en la primera ola. En 2020, el promedio de edad de los internados era de 69 años y hoy es de 53 años. También se ha experimentado un aumento de 62% en los pacientes graves menores de 40 años.

El Gobierno debería endurecer las medidas sanitarias para enfrentar la última milla, sabiendo que esto le traerá un costo económico importante, lo que se sumará a los efectos que ya estamos arrastrando desde octubre de 2019 y que se agudizaron con la pandemia. Pero la principal preocupación que hoy parece tener el Presidente Piñera es que, pese a todo el esfuerzo por tener un proceso de vacunación ejemplar, no logra capitalizarlo internamente. Hasta ahora, las encuestas le siguen siendo esquivas, incluso ha tendido a bajar en vez de subir.

Hace unos días me entrevistaron de dos medios europeos, ambos andaban buscando el ángulo de la exitosa vacunación en Chile. Venían con la idea de que Piñera estaría convertido casi en un rockstar. Traté de darles argumentos políticos en un principio, pero después me di cuenta que la explicación era más simple. En las vacunas volvió a reaparecer el Piñera empresario. Buena negociación en paralelo con varios laboratorios, excelente logística y distribución. El problema es que una doble crisis como la que hemos vivido en Chile –y la que vendrá pospandemia– requiere al Piñera político. Ese que tantas dificultades ha tenido desde el 18/0 en adelante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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