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¿Qué esconde la guerra entre Lavín y Matthei? Opinión

¿Qué esconde la guerra entre Lavín y Matthei?

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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La semana pasada, ambos alcaldes salieron a jugar al ataque. Lavín presionando al Consejo General de la UDI para llevar una sola candidatura. El jefe comunal de Las Condes sabe que tiene mayoría dentro de los 488 integrantes y su principal carta es que él es capaz de cruzar los límites del electorado de derecha y, con eso, llevar por primera vez a un gremialista a La Moneda. Matthei, por su parte, ha desplegado dos argumentos para golpear a Lavín. El primero, ideológico, argumentando que el alcalde ha traicionado los principios del partido y que es mejor perder, pero sin abandonar las convicciones. Y estratégicamente agregó a su relato la denuncia de machismo en la base del intento de bajarla. Considerando que es la única mujer que compite en la derecha, resulta un argumento muy potente y muy difícil de contrarrestar, incluso para una colectividad conservadora.


«¿Qué tiene en la cabeza? Uno no puede decir cualquier cosa con tal de ganar un par de puntos. No sé si a estas alturas Joaquín Lavín siente vergüenza de lo que ha sido o si es básicamente una estrategia electoral», dijo Evelyn Matthei, con vehemencia, una fría mañana de agosto del año pasado. Para luego añadir una frase que encendería las alertas en la UDI y, por supuesto del alcalde de Las Condes: “Sí estoy dispuesta a ser candidata presidencial, ¿sabe que más?, una tiene que ser fiel a lo que cree”.

Hasta ese momento, Lavín no solo era la carta segura de la derecha, sino que además se perfilaba como el próximo Presidente de Chile. Era la época en que el alcalde salía a diario en los matinales y en que todo parecía sonreírle. Atrás había quedado el paso en falso de la apertura del Apumanque, el televisivo y farandulero confinamiento en una residencia sanitaria. Su más cercano competidor –Daniel Jadue– no alcanzaba a amagarle un triunfo casi seguro.

[cita tipo=»destaque»]Por supuesto que a Evelyn la encuesta CEP le debe haber servido mucho para reafirmarse en la opción de seguir adelante en la guerra con Lavín, pese a que todo indica que ir con dos cartas aumenta la posibilidad de que un(a) militante de la UDI no aparezca en la papeleta final. Sin embargo, parece ser que la necesidad personal de reivindicarse frente a la votación de 2013 y ese rasgo obsesivo que suele caracterizar a la alcaldesa, por un tema o una persona, estén influyendo por sobre la racionalidad política. Bueno, esa que ya se perdió en Chile hace rato.[/cita]

En la derecha, Mario Desbordes, Sebastián Sichel e Ignacio Briones continuaban en el Gobierno, y Manuel José Ossandón estaba abocado a defenderse en la justicia. Lavín tenía el camino despejado, hasta que de pronto vino un golpe inesperado de parte de Evelyn Matthei. La alcaldesa reaccionaba a la autoclasificación de Lavín como “socialdemócrata”. Así como antes se proclamó como “bacheletista-aliancista”.

De ahí en adelante, la jefa comunal de Providencia pasó a la ofensiva y se fue entusiasmando con la idea de ser candidata presidencial, pero por sobre todo de atajar a Lavín. En cierta forma, volver a competir era una especie de revancha de cuando ella se fue “al sacrificio” en 2013 y tuvo que reemplazar a Pablo Longueira a última hora y enfrentar ni más ni menos que a Michelle Bachalet, obteniendo un paupérrimo 25%.

Evelyn Matthei es una mujer ruda y confrontacional. Y aunque los años le han ayudado a controlarse algo, sufre de pensamiento hablado, lo que la hace cometer más errores políticos y comunicacionales de lo que ella sería capaz de admitir. Desde salir corriendo de un periodista y su cámara, pasando por atacar duro a sus rivales, hasta enfrentar a los propios. No tiene pelos en la lengua y por eso sus adversarios le temen. Pero hay un factor que llama la atención en ella: pareciera obsesionarse con algunas personas y no las suelta –al más estilo rottweiler–, como cuando le dio con Franco Parisi. Hoy, la víctima de Evelyn se llama Joaquín Lavín.

El alcalde de Las Condes tiene plena conciencia de que ha perdido posiciones en los últimos tres meses. Mientras él se estancó en las encuestas, el “pelotón” que lo seguía fue conquistando espacios hasta casi darle alcance. De hecho, la dupla que lleva la delantera en esta carrera es la de Pamela Jiles y Daniel Jadue. Lavín ahora está tercero y prácticamente empatado con Matthei.

Pero, además, ahora tiene otros cuatro candidatos de su “sector” –Desbordes, Sichel, Briones y José Antonio Kast– que le quitan votos y contribuyen a la dispersión de la derecha. Sin contar con que la oposición, y gracias a los errores del Gobierno, está logrando algo que parecía algo impensable: buscar puntos de convergencia para enfrentar los escenarios.

La alcaldesa de Providencia tiene plena conciencia de que ella puede conquistar mejor a un elector más duro de derecha y restarle votos a José Antonio Kast, pero que al mismo tiempo genera muchos más anticuerpos en sectores cercanos al centro, por tanto, le baja las opciones a la derecha. Y lo que es un hecho, es que, si Lavín y Matthei van juntos a la primaria, con al menos cinco candidatos –no se sabe si JAK irá por fuera–, ponen en serio riesgo a la UDI de perder pan y pedazo, producto de la dispersión de votos, dejando en muy buena posición a Desbordes que, mal que mal, representa al partido más grande del país.

Pero, además, la guerra pública que mantienen las dos figuras mejor posicionadas –hasta ahora– de la derecha, torna más evidente la crisis que está viviendo el oficialismo y que tiene a Piñera con menos de 10% de apoyo a menos de una semana de una de las elecciones más importantes que haya tenido el país en décadas. Esto de seguro tendrá impacto en los resultados que se conocerán el próximo domingo.

La semana pasada, ambos alcaldes salieron a jugar al ataque. Lavín presionando al Consejo General de la UDI para llevar una sola candidatura. El jefe comunal de Las Condes sabe que tiene mayoría dentro de los 488 integrantes y su principal carta es que él es capaz de cruzar los límites del electorado de derecha y, con eso, llevar por primera vez a un gremialista a La Moneda. Matthei, por su parte, ha desplegado dos argumentos para golpear a Lavín. El primero, ideológico, argumentando que el alcalde ha traicionado los principios del partido y que es mejor perder, pero sin abandonar las convicciones. Y estratégicamente agregó a su relato la denuncia de machismo en la base del intento de bajarla. Considerando que es la única mujer que compite en la derecha, resulta un argumento muy potente y muy difícil de contrarrestar, incluso para una colectividad conservadora.

¿Por qué tan arriesgada la posición tomada por Matthei? La alcaldesa apuesta a una votación alta en el sector, similar a la de las primarias del 2017 en que sufragaron casi 1.8 M. Según ella, si vota un millón y medio de personas, se fortalece la opción de la dupla UDI. Esto por el momento es una hipótesis bastante falaz, porque hay que recordar que, cuando Piñera salió electo, lo hizo con 827 mil votos, pero incluyó los de RN, PRI y la UDI. Ossandón y Felipe Kast alcanzaron casi 700 mil entre ambos. Esto significa que el voto más liberal claramente fue mayoritario en relación con el gremialismo. Pero además se debe considerar que aún en julio el COVID-19 no se habrá retirado completamente y que la debilidad del Gobierno puede bajar severamente la motivación para concurrir a las primarias

Por supuesto que a Evelyn la encuesta CEP le debe haber servido mucho para reafirmarse en la opción de seguir adelante en la guerra con Lavín, pese a que todo indica que ir con dos cartas aumenta la posibilidad de que un(a) militante de la UDI no aparezca en la papeleta final. Sin embargo, parece ser que la necesidad personal de reivindicarse frente a la votación de 2013 y ese rasgo obsesivo que suele caracterizar a la alcaldesa, por un tema o una persona, estén influyendo por sobre la racionalidad política. Bueno, esa que ya se perdió en Chile hace rato.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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