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RN: la derecha del Rechazo faenó a su propio candidato presidencial Opinión

RN: la derecha del Rechazo faenó a su propio candidato presidencial

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Desbordes “amenazó” con bajar su candidatura en las horas siguientes a su derrota, pero de inmediato saltó Francisco Chahuán para tratar de contener al exministro de Defensa. Demostrando la inconsistencia de nuestros políticos, el nuevo presidente de RN confirmó a Desbordes como el abanderado de su partido, pese a que la realidad y los miembros de su lista dicen otra cosa. Por supuesto que las palabras del nuevo timonel no son más que una declaración pública sin convicción. Hasta el viernes pasado, el senador trataba por todos los medios de lograr la libertad de acción entre los militantes e hizo de su campaña un ataque brutal contra Desbordes. Pero Chahuán entendió que la renuncia del abanderado presidencial de la tienda significaba comenzar administrando una crisis. 


Diego Schalper, un joven que piensa como viejo, hizo –unas horas antes de las elecciones de Renovación Nacional– un encendido llamado a terminar con una especie de dictadura encabezada por Mario Desbordes. “Quiere ser Presidente de Chile, presidente del partido, basta”, dijo con un tono agresivo. El diputado, que estuvo contra los proyectos de retiro, a favor del Rechazo para el plebiscito del 25 de octubre de 2020 y que apoyó al sector más conservador de la derecha –derrotado de manera aplastante–, tenía junto a Francisco Chahuán un objetivo claro: dar de baja la candidatura del presidenciable de su partido. Desbordes se había convertido en un hombre demasiado liberal y peligroso para este grupo dentro de RN que no se diferencia en nada de la UDI o incluso de Republicanos. 

Porque la verdad es que, desde que Mario Desbordes sobrepasó el eje de la derecha tradicional e intentó poner a RN a tono con los vientos que corren en Chile desde el 18/0 en adelante, las resistencias internas no solo quedaron a nivel de declaraciones, sino que pasaron también a los hechos. Desbordes logró capear el temporal dentro del gabinete, sin embargo, no pudo evitar el ataque frontal y despiadado dirigido por Andrés Allamand, Carlos Larraín y el propio Schalper. A tanto llegó la artillería, que el canciller, junto con Chadwick, se integraron a la campaña de Sichel, el abanderado de La Moneda y Piñera. 

“¡RN libre!”, gritaban enardecidos los ganadores de una elección –que apenas convocó a 12.500 militantes de un total de 41.000, es decir, el 30%– que dejó dividido prácticamente en dos a un partido y que hoy sufre una crisis de identidad total. Renovación Nacional llegó a ser, hasta hace un par de años, la expresión de una derecha liberal que incluso fue capaz de entender mejor que su sector –y que el propio Gobierno, por cierto– lo que estaba ocurriendo en un país que despertaba frente a la desigualdad acumulada. Desbordes, logró comprender bien que Chile ya no era ni sería el mismo y apoyó el proceso de cambio. Pero no logró sopesar el poder de la elite –de la que no forma parte– de RN y, menos, del peso del ala conservadora de su partido. Claro, el grito de «¡RN libre!» era, en verdad, “¡Libre de Desbordes!”.

Y por supuesto que Desbordes cometió un error al postular a la presidencia de su partido. No solo porque desestimó el poder de fuego –explícito y fáctico– de esa ala de Renovación Nacional y de La Moneda encabezada por Allamand, sino porque terminó por constituir una provocación inaguantable para una elite acostumbrada a manejar el poder a su antojo e imponer su visión de la sociedad sin importarle los cambios que está viviendo nuestro país, pese a las pruebas contundentes que se han expresado desde el 18 de octubre de 2019 en adelante y que tuvieron su corolario en la elección de convencionales constituyentes y de gobernadores regionales. 

Porque, si RN logró apenas 32 de 345 alcaldes, 15 de 155 Constituyentes y ningún gobernador, de seguro, con este giro a la derecha sus resultados serán aún más catastróficos; sin embargo, pareciera ser que la apuesta de la dupla Chahuán-Schalper es reforzar una ideología conservadora que va en retirada y afirmar a su militancia dura, esa que no es capaz de sincerar que estaría mucho más cómoda en la UDI. Porque no solamente este partido realizó una especie de ritual de asesinato a la figura de su presidenciable –psicoanalíticamente digno de estudio– sino que, además, RN comenzó un camino inevitable que debería terminar en un quiebre entre estas dos expresiones tan polarizadas. Es difícil administrar un partido dividido no solo en fuerzas de poder antagónicas, sino por proyectos ideológicos tan distantes. Después de todo, Renovación Nacional responde a otra época histórica, nació hace 34 años, un proceso de crisis que ya han vivido el PPD, la DC y la UDI. 

Lo lógico, después de este resultado, es que Mario Desbordes hubiera abandonado la carrera presidencial. ¿Cómo es posible enfrentar unas primarias –a menos de un mes– sin siquiera el apoyo de su propio partido? Quizás era mejor evitar un papelón, porque si hasta el sábado sus posibilidades eran bajas, ahora RN tiene el riesgo de salir tercero o cuarto, pese a ser la colectividad más grande de Chile Vamos. Desde hace varias semanas que varios de sus parlamentarios han hecho explícito su apoyo a Sichel, como el presidente de la Cámara, Diego Paulsen, y todos(as) los(as) antes nombrados(as).

Desbordes “amenazó” con bajar su candidatura en las horas siguientes a su derrota, pero de inmediato saltó Francisco Chahuán para tratar de contener al exministro de Defensa. Demostrando la inconsistencia de nuestros políticos, el nuevo presidente de RN confirmó a Desbordes como el abanderado de su partido, pese a que la realidad y los miembros de su lista dicen otra cosa. Por supuesto que las palabras del nuevo timonel no son más que una declaración pública sin convicción. Hasta el viernes pasado, el senador trataba por todos los medios de lograr la libertad de acción entre los militantes e hizo de su campaña un ataque brutal contra Desbordes. Pero Chahuán entendió que la renuncia del abanderado presidencial de la tienda significaba comenzar administrando una crisis. 

Mario Desbordes, por su parte, se dio cuenta de que al menos por este mes tiene el sartén por el mango. Ayer se inició el primer debate en Chile Vamos y, claro, la ausencia de Desbordes le habría arruinado el debut a Chahuán y el quiebre interno podía precipitarse de inmediato. Y aunque al senador no le quedó otra que hacer el gesto público para evitar la renuncia del ahora extimonel –por conveniencia y no convicción–, sabe que Desbordes aprovechará esta etapa para descargar toda su rabia contra la operación interna y la de Allamand/La Moneda para perjudicarlo en favor de Sichel y, por qué no, deslizar que está pensando armar un nuevo referente político. Pero la política es sin llorar. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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