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Libertad de elección en educación, ¿quién elige realmente? Opinión Crédito: ATON

Libertad de elección en educación, ¿quién elige realmente?

Priscila GonzálezYáñez
Por : Priscila GonzálezYáñez Periodista y máster en Políticas Públicas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona.
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La mal entendida “libertad de elección” en el  modelo antiguo solo la tenían las familias más ricas y aventajadas, una elite que podía elegir entre colegios particulares pagados, particulares subvencionados o municipales. El nuevo Sistema de Admisión Escolar se está aplicando de forma gradual y aún no rige de forma universal en todo el país, pero los primeros estudios realizados en las regiones que se sumaron primero al cambio, arrojan una evaluación positiva.


En el debate de las primarias presidenciales del pacto Apruebo Dignidad, la periodista Monserrat Álvarez formuló una pregunta ciudadana del sostenedor Juan Gabriel Fuenzalida, quien planteó una disyuntiva entre dos supuestos modelos de educación: uno que asegura la libertad de los padres de matricular a sus hijos en el establecimiento que estimen pertinente –supuestamente el modelo antiguo–, y  el modelo actual que, a través de la Ley de Inclusión, pone fin al lucro, copago y selección escolar. La periodista cerró la intervención de Fuenzalida preguntando si se debería volver a la posibilidad de que los apoderados puedan elegir libremente en qué establecimiento particular subvencionado inscribir a sus hijos.

La pregunta planteada en este importante espacio mediático contiene un error de base: ¿podían acaso las familias en Chile escoger libremente la escuela municipal o particular subvencionada a la que enviaban a sus hijos previo a la Ley de Inclusión? ¿El actual sistema terminó con la libertad de elección de los padres? La respuesta a ambas preguntas es NO.

El antiguo modelo NO aseguraba el derecho de los padres a elegir la escuela de sus hijos. Todo lo contrario, lo que aseguraba ese modelo era el derecho de las escuelas con financiamiento del Estado a elegir a sus estudiantes a través de filtros que incluían en sus sistemas de admisión, y a discriminar y segregar socioeconómicamente a niños y niñas mediante el cobro de copagos a las familias. ¿O acaso una familia con hijos o hijas en la cual el o la jefa de familia percibe el sueldo mínimo podía “elegir” un colegio particular subvencionado con copago? Pues no, esa familia no tenía la opción de elegir bajo el modelo antiguo, pero sí la tiene bajo la Ley de Inclusión que pone fin al copago y a la selección arbitraria por parte de las escuelas con financiamiento del Estado. Esa mal entendida “libertad de elección” en el modelo antiguo solo la tenían las familias más ricas y aventajadas, una elite que podía elegir entre colegios particulares pagados, particulares subvencionados o municipales.

El segundo Gobierno de la ex Presidenta Michele Bachelet impulsó en 2015, como parte de una gran reforma educacional, la Ley de Inclusión Escolar y lo hizo porque la situación era crítica. El sistema escolar chileno es uno de los que presenta mayores niveles de segregación socioeconómica entre los países de la OCDE. La problemática es tan crítica que nuestro sistema educativo no solo reproduce la segregación que se da entre los barrios y territorios, sino que la intensifica aún más. Lo anterior es altamente preocupante porque, cuando la educación es segregada, la sociedad se torna desigual y poco cohesionada desde la base.

[cita tipo=»destaque»]En el debate de las primarias presidenciales del pacto Apruebo Dignidad, la periodista Monserrat Álvarez preguntó si se debería volver a la posibilidad de que los apoderados puedan elegir libremente en qué establecimiento particular subvencionado inscribir a sus hijos. La pregunta contiene un error de base: ¿podían acaso las familias en Chile escoger libremente la escuela municipal o particular subvencionada a la que enviaban a sus hijos previo a la Ley de Inclusión? ¿El actual sistema terminó con la libertad de elección de los padres? La respuesta a ambas preguntas es NO. [/cita]

Expertos como Alejandro Carrasco, de la Pontificia Universidad Católica, plantean que el nuevo sistema de admisión escolar, junto con la gratuidad progresiva de los establecimientos particulares subvencionados establecida en la misma Ley de Inclusión, aumenta las posibilidades de elegir de las familias más desfavorecidas.

El nuevo Sistema de Admisión Escolar se está aplicando de forma gradual y aún no rige de forma universal en todo el país. Aunque habrá que esperar para medir y evaluar sus resultados generales, pero los primeros estudios realizados en las regiones que se sumaron primero al cambio, arrojan una evaluación positiva y proponen ajustes de mejora. Sería deseable que los candidatos del pacto Apruebo Dignidad y los restantes precandidatos presidenciales recojan esas propuestas que van en la línea de potenciar el nuevo sistema de admisión para disminuir efectivamente la segregación escolar.

Lo que sí está claro es que, volver atrás y retomar un sistema discriminatorio bajo la mascarilla de la falsa libertad de elección, sería un error que perjudicaría a todos los niños y las niñas de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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