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Vírgenes listas Opinión

Vírgenes listas

Héctor Casanueva
Por : Héctor Casanueva Profesor e Investigador del IELAT, Universidad de Alcalá. Ex embajador de Chile en Ginebra ante la OMC y organismos económicos multilaterales y en Montevideo ante la ALADI y el MERCOSUR.
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Con la presión de la opinión pública mundial, hay que ir cerrando cada vez más los espacios en que se amparan movimientos financieros sospechosos. El acuerdo de 136 países de establecer una tasa básica del 15% a pagar por las multinacionales, considerado aún insuficiente, es un avance en la dirección correcta. Pero debemos apuntar en el sistema multilateral a que se terminen los paraísos fiscales por desuso, cuando no les sea posible a las grandes fortunas y a las empresas salir legalmente a ocultarse en ellos. Sin corrupción no hay paraíso. Ni vírgenes listas.


La parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), recoge una de las enseñanzas de Jesús sobre la necesidad de estar siempre preparados ante el fin de los tiempos, la segunda venida del Mesías y el juicio final. Cinco de las vírgenes son necias y cinco son listas, y todas esperan la llegada del novio (símil de la segunda llegada de Cristo). Las necias no tienen debidamente alimentada su lámpara de aceite para mantener la llama mientras esperan. Las listas sí y, cuando llega el momento de recibir al novio, las necias no tienen ya aceite para su lámpara, en cambio las listas lo tienen, pero se niegan a compartirlo.   

¿Cómo consiguen las diez vírgenes el aceite para sus lámparas, y por qué las listas tenían suficiente y las necias no? ¿Serían las necias efectivamente tan necias o es que las listas, en una bíblica acumulación capitalista, se aseguraron de contar con el aceite para sus propósitos, y las necias en realidad fueron ingenuas víctimas de la voracidad de las listas, que cuando llegó el novio tenían sus lámparas brillando mientras las otras quedaron fuera de toda posibilidad de ser elegidas? 

Más allá del machismo de esta parábola –muchos exégetas dudan de que haya sido pronunciada por Jesús, porque no resulta consistente con otras de sus enseñanzas y acciones–, creo que viene bastante al caso en momentos en que otras vírgenes listas, de una moderna parábola, unas islas del Caribe con denominación de origen británico, han saltado a la luz pública a raíz de la información y datos de casi 12 millones de documentos sobre sociedades y cuentas corrientes radicadas en ellas, erigidas como un refugio lejano en el que no hay que declarar la procedencia, lícita o no, de los dineros, ni pagar los impuestos que se deberían haber pagado en los países de origen. Estas vírgenes sin duda son las listas, las que cuentan con todo el combustible necesario para llegar hasta el fin de los tiempos, y sus proveedores, nada de virginales, también aprovechan este paraíso para estar debidamente resguardados ante cualquier apocalipsis y disfrutar de la vida mundana mientras llega el juicio final.

Las contemporáneas vírgenes listas y necias son un reflejo de la desigualdad en la distribución de la riqueza en el mundo. A las Vírgenes Británicas se suman 93 paraísos fiscales, incluyendo algunos dudosos como Irlanda, Suiza, Inglaterra, Malta. Concentran el equivalente al 10% del producto interno bruto mundial, tienen registradas unas 2.000.000 de corporaciones opacas (el 41% en las Islas Vírgenes Británicas), que sustraen –algunas legalmente eso sí– miles de millones de dólares en impuestos no pagados en sus países de origen. Impuestos fundamentales para atender tantas necesidades básicas de las poblaciones “necias” que no cuentan con el suficiente aceite para mantener la llama de su desarrollo.

La OCDE, que ha sido activa en promover la trasparencia, señala que el impuesto de sociedades ha ido retrocediendo en el mundo desde el 32% al 23%, por presión de las corporaciones. La Ley FATCA de los Estados Unidos ha sido un avance. Lo mismo los acuerdos internacionales para trasparentar los movimientos bancarios. Pero sigue habiendo grandes multinacionales que pagan en impuestos a sus utilidades un porcentaje inferior al 2%. Solo en la UE, que acaba de aprobar una directiva para obligar a las multinacionales a trasparentar dónde pagan sus impuestos, se calculan unos 370.000 millones de euros ( 428.000 millones de dólares) en impuestos eludidos o evadidos por sus empresas.

Con la presión de la opinión pública mundial, hay que ir cerrando cada vez más los espacios en que se amparan estos movimientos financieros. El acuerdo de 136 países de establecer una tasa básica del 15% a pagar por las multinacionales, considerado aún insuficiente, es un avance en la dirección correcta. Pero debemos apuntar en el sistema multilateral a que se terminen los paraísos fiscales por desuso, cuando no les sea posible a las grandes fortunas y a las empresas salir legalmente a ocultarse en ellos. Sin corrupción no hay paraíso. Ni vírgenes listas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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