Publicidad
Revisión de los TLC: ¿qué está en juego? Opinión

Revisión de los TLC: ¿qué está en juego?

Andrés Rebolledo
Por : Andrés Rebolledo Ministro de Energía
Ver Más

En ocasiones es posible que sea pertinente y se estime necesario modificar algún aspecto en los TLC, en cuyo caso habrá que invitar a renegociar a nuestros socios, pero teniendo en cuenta que aquello supone alterar el balance de cada negociación. En este punto, hay que recordar que el acceso preferencial del que Chile goza en los mercados mundiales y que ha permitido que nuestras exportaciones no-cobre se hayan multiplicado por casi 10 veces desde el año 1990 a la fecha, es el resultado de acuerdos que reflejan intereses mutuos y diversos de los socios. Fueron nuestras contrapartes las que, en algunos casos, solicitaron incluir ciertos ámbitos de negociación. Nuestro objetivo siempre ha tenido como principio no lesionar nuestros intereses, respetar el estándar regulatorio doméstico y, sobre todo, mantener nuestra libertad para implementar las políticas públicas de acuerdo a nuestros intereses nacionales. No es casualidad que la negociación del TPP demorase una década, pues no fue sino hasta que salvaguardamos todos nuestros intereses, que accedimos al cierre de ese proceso.


Durante las últimas tres décadas nuestra política comercial ha estado focalizada en la negociación e implementación de acuerdos comerciales. Hoy esta política se encuentra en un punto de inflexión. Se ha planteado la necesidad de revisar estos acuerdos. Por cierto, hay aspectos que pueden mejorar, pero ello no obsta para reconocer que esta política ha sido exitosa y que el país ha logrado expandir su comercio exterior, desarrollar nuevos sectores exportadores de bienes y servicios, y atraer inversión extranjera.

Regulaciones

Los Tratados de Libre Comercio (TLC) son instrumentos vivos y dinámicos, permanentemente se revisan, actualizan, enmiendan, perfeccionan, profundizan, modernizan y renegocian. Todos los TLC tienen una robusta institucionalidad compuesta por Comisiones Administradoras y Comités Técnicos en temas tales como: normas técnicas, asuntos fitosanitarios, aduaneros, laborales, ambientales, etc., en los que se implementan estos cambios. 

Chile tiene una oportunidad histórica para dar un salto en su desarrollo económico. Nuestra posición es privilegiada para desarrollar la economía del litio y el hidrógeno verde y dar un impulso en su capacidad industrial. Que no hayamos avanzado en este sentido hasta ahora no tiene que ver con los TLC, nada en ellos ha impedido implementar políticas en este sentido. De hecho, las últimas décadas, aunque más o menos ambiciosas, hemos realizado reformas tributarias, cambios en el sistema previsional, reforzado nuestro sistema de evaluación ambiental, hecho más estrictas nuestras normas de salud pública y comercialización de alimentos, etc., y nunca TLC alguno ha sido impedimento para emprender e implementar estas reformas. 

Las normas que supuestamente impedirían estos cambios, están vigentes en TLC que nuestro país ha suscrito los últimos 25 años, no han aparecido por primera vez en el CPTPP.

Es verdad que los cambios que se plantean hoy tienen otra envergadura y compartimos que son urgentes y necesarios para implementar una real política industrial que convoque los esfuerzos privados, científico-académicos y conlleve un rol activo del Estado y recursos públicos de otra escala. Compartimos el diagnóstico en cuanto a que se requiere robustecer nuestro aparato productivo y sofisticar nuestras exportaciones, para lo cual se deben implementar políticas y estrategias distintas, pero la pregunta es: ¿serán los TLCs realmente un impedimento para ello?

Me parece que la respuesta es no. A continuación un par de ejemplos:

Se plantea que la norma sobre “requisito de desempeño” de los TLC impediría el desarrollo industrial del país. Pues bien, si consideramos el artículo 10.5 de nuestro TLC con EE.UU., norma que se ha usado como base en los posteriores acuerdos, es verdad que existen limitaciones para imponer ciertas condiciones a la inversión extranjera (párrafo 1), pero para evaluar el alcance real de esta norma, es fundamental considerar el texto de forma integral, pues en el párrafo 2 del mismo se establece con claridad que Chile mantiene total libertad de establecer la exigencia de transferencia tecnológica, por ejemplo, como condición para que las empresas extranjeras reciban alguna ventaja del Estado de Chile.

Tampoco es correcto que no se pueda exigir al inversionista extranjero la contratación de un mínimo de profesionales nacionales, pues en esta misma norma se incluye una serie de excepciones, que deja de manifiesto que la contratación de trabajadores está fuera de la cobertura del “contenido nacional”. De hecho, Chile ha excluido de sus TLC la regulación que exige que las empresas extranjeras de más de 25 trabajadores deben contratar, al menos, el 85% de los trabajadores locales, para tener certeza absoluta de la aplicación de la norma del Código del Trabajo.

Por otra parte, efectivamente Chile ha excluido de la aplicación de esta norma a sectores estratégicos y recursos de todos los chilenos, como es el caso del litio, que solo es posible explotar en el país con la autorización y condiciones que imponga el Estado bajo la modalidad de un Contrato Especial de Operación. En suma, el Estado pudiera incluso ser socio de ese inversionista extranjero que, acertadamente, estima que Chile tiene una ventaja competitiva para construir y operar en el norte del país un complejo industrial de producción de hidrógeno verde.

Resultados 

Nuestras exportaciones se han estancado y existen desafíos importantes. Su tasa de crecimiento en la década de los noventa del pasado siglo fue 9,2%, pero luego cayó a 4,6% y 1,3% en las dos primeras décadas de este nuevo siglo, respectivamente. El principal desafío es sofisticar nuestra canasta de exportación, aumentar su complejidad tecnológica y diversificar aún más la oferta de bienes y servicios que permita mayores encadenamientos productivos en nuestra economía doméstica. Sin embargo, lo anterior no quiere decir no haya habido avances muy significativos durante estos 30 años que, en gran medida, han sido gracias a los acuerdos comerciales.

El retorno a la democracia en Chile permitió reinsertar al país en la comunidad internacional y los primeros pasos de su política exterior fueron los de la negociación de acuerdos comerciales con los países latinoamericanos, trayectoria que luego evoluciona con socios de todas las regiones del mundo y acuerdos cada vez sofisticados que han puesto al país en una posición de liderazgo mundial en materia de negociaciones comerciales con una red de 28 acuerdos comerciales, con 64 países, que nos vincula con el 85% del PIB mundial

En el año 1990, Chile exportó US$ 4.000 millones de productos no-cobre, ese valor hoy es cerca de US$ 40.000, es decir, 10 veces mayor. De hecho, el sector más dinámico en este período corresponde a los productos industriales, que crecieron 9% en promedio versus los mineros y agrícolas, que crecieron en un 8% y 7% anual, respectivamente. Nuestro país es líder en nuestra región si se considera el valor de exportación per cápita (US$3.472), seguido por México y Uruguay 

El mismo año 1990, existían algo más que 4.000 empresas exportadoras en el país que exportaron 2.700 productos con destino a 122 países. Hoy son más 8.000 las empresas (3.717 pymes ), que exportan más de 5.000 productos a cerca de 200 mercados. El sector exportador explica en el país más de un millón 200 mil puestos de trabajo, es decir, esta actividad impacta en forma directa en, al menos, el 13% de la fuerza laboral. 

Chile se ubica hoy dentro de los primeros tres exportadores mundiales en más de 20 rubros importantes, entre ellos: uvas, cerezas, nueces, celulosas, bolas de acero, yodo y litio.

En relación con las exportaciones de servicios no tradicionales, el año 2020,fueron US$ 1.075 millones y, desde el año 2003, su valor se ha casi sextuplicado con un crecimiento promedio anual de 10,5%. 

Por su parte, el número de empresas exportadoras de servicios creció desde 202 en el año 2003 a 677 el 2020, las que, en su conjunto, generan más de 150 mil puestos de trabajo. Su presencia en los mercados internacionales ha crecido notablemente, pues desde 65 mercados el año 2003, han pasado a exportar a 137 el año 2020. Algunos sectores muy dinámicos han sido: las industrias creativas, animación, filmación de comerciales, educación, servicios de ingeniería, servicios de arquitectura.

Si Chile no contara con esta red comercial, el arancel promedio que pagaría en el mundo es un 9% y, en muchos casos, simplemente sería imposible mantenerse en mercados en que nuestros competidores tienen hoy condiciones preferentes, como consecuencia de múltiples acuerdos comerciales negociados en el mundo los últimos años. Cada año las exportaciones chilenas evitan pagar impuestos en el mundo por alrededor de US$ 6.700 millones, gracias a las concesiones arancelarias otorgadas a nuestros productos en los TLC. 

Por otra parte, la apertura comercial producto de los acuerdos comerciales ha sido también un factor de mayor bienestar y acceso al consumo en el país. Hoy en nuestro mercado compiten un gran número de marcas extranjeras en todos los productos de uso masivo, como los automóviles, celulares, computadores o electrodomésticos, con mejores condiciones de precio que si no existieran estos acuerdos comerciales.

De hecho, esta red de Tratados de Libre Comercio ha significado que consumidores y productores en el país se ahorren al año alrededor de US$ 4.000 millones por la rebaja de impuestos a las importaciones. Esta rebaja impositiva ha implicado un acceso a bienes y tecnología a menores precios, lo que ha beneficiado a millones de consumidores en el país, que han visto incrementado su ingreso disponible por esta vía y, por cierto, al aparato productivo y sector exportador que ha accedido a insumos, bienes intermedios y tecnología en mejores condiciones.

Otro beneficio crucial para la expansión de nuestras exportaciones, particularmente en el rubro alimentos, han sido las autorizaciones fito y zoosanitarias que nuestros productos han logrado en los mercados internacionales. La red de Tratados de Libre Comercio ha sido fundamental en este proceso y, gracias a sus normas e institucionalidad, se ha logrado abrir mercados para cientos de productos que, aunque gozan de rebajas arancelarias, de facto simplemente estaban impedidos de exportar hasta tanto se resolvieran estos temas regulatorios.

Un reciente estudio de la UNCTAD, muestra que los acuerdos comerciales han demostrado ser un aporte a la resiliencia. Si bien durante 2020 la crisis sanitaria llevó a caídas en el comercio global, fue el comercio entre países socios, es decir, que cuentan con un acuerdo comercial, aquel que menos disminuyó (un 11% de caída frente a un 14%), siendo los acuerdos más profundos los que tuvieron la menor caída (8,5%)

Por cierto, en ocasiones es posible que sea pertinente y se estime necesario modificar algún aspecto en los TLC, en cuyo caso habrá que invitar a renegociar a nuestros socios, pero teniendo en cuenta que aquello supone alterar el balance de cada negociación. En este punto, hay que recordar que el acceso preferencial del que Chile goza en los mercados mundiales y que ha permitido que nuestras exportaciones no-cobre se hayan multiplicado por casi 10 veces desde el año 1990 a la fecha, es el resultado de acuerdos que reflejan intereses mutuos y diversos de los socios. Fueron nuestras contrapartes las que, en algunos casos, solicitaron incluir ciertos ámbitos de negociación. Nuestro objetivo siempre ha tenido como principio no lesionar nuestros intereses, respetar el estándar regulatorio doméstico y, sobre todo, mantener nuestra libertar para implementar las políticas públicas de acuerdo a nuestros intereses nacionales. No es casualidad que la negociación del TPP demorase una década, pues no fue sino hasta que salvaguardamos todos nuestros intereses, que accedimos al cierre de ese proceso.

El desafío futuro es definir una política comercial que responda a la realidad económica y política del presente, que incorpore un mayor número de actores y se vincule al nuevo modelo de desarrollo que procure diversificar la matriz productiva y ,con ello, nuestras exportaciones. 

Hoy enfrentamos asuntos globales cruciales que deben orientar la acción y objetivos de nuestra política comercial en los que es importante tomar en consideración temas como: el desafío medioambiental, el combate contra el cambio climático, la irrupción definitiva de la economía digital, y las brechas de inclusión.

La política comercial para las próximas décadas debe elaborarse sobre la base de lo construido durante los últimos años, pero complejizarse e integrar nuevas miradas, énfasis, actores e instrumentos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias