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Los chilenos y Argentina Opinión

Los chilenos y Argentina

Jorge G. Guzmán
Por : Jorge G. Guzmán Profesor-investigador, U. Autónoma.
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Es de esperar que, con el cuidado que amerita, la diplomacia del próximo gobierno no solo priorice, sino que aproveche el marco jurídico bilateral vigente para sincerar ambos problemas. Esto puede hacerse separando ambos asuntos de la contingencia bilateral a través del método coloquialmente llamado de «cuerdas separadas». Esto, porque la solución de todos los asuntos limítrofes con Argentina debe redundar no solo en la eliminación de cualquier desconfianza remanente, sino que apuntalar al fortalecimiento de una comunidad de intereses que, especialmente en la región austral, promete grandes beneficios para ambas partes.


Se equivoca el embajador argentino en Santiago en tildar «anti-argentino» a José Antonio Kast, argumentando que tal condición deriva de la opinión de dicho candidato presidencial respecto de que Chile debe, primero, revisar su posición en el asunto del Campo de Hielo Sur y, segundo, que la cuestión de la plataforma continental magallánico-antártica debe ser prioridad de nuestra política exterior. También porque, al igual que otros líderes políticos de distinto signo, el señor Kast se ha referido al impacto que la pretensión de plataforma continental argentina más allá de lo pactado en 1984 puede tener sobre la futura aplicabilidad del Tratado de Paz y Amistad. Un asunto verdaderamente complejo.

Si desde la perspectiva argentina la cuestión del Campo de Hielo Sur y de la plataforma continental en el Océano Austral y la Antártica están «resueltos», desde la perspectiva chileno no lo están. En ese contexto, la defensa que el señor Kast ha hecho del interés chileno no implica -de ninguna manera- que ello resulte de una animadversión hacia Argentina y/o hacia los argentinos. Es el resultado de su preocupación (compartida por ciudadanos de la más diversa sensibilidad política).

Ocurre que más allá de las diferencias políticas, en Chile existe un extendido consenso respecto de que en ambos temas de límites están en juego cientos de miles de Kms2 de territorios que merecen nuestra preocupación y prioridad. Así quedó en evidencia a comienzos de septiembre pasado, cuando líderes y parlamentarios de todos los Partidos coincidieron en valorar la actualización de la proyección de la plataforma continental de la Zona Austral, incluida aquella de las Islas Diego Ramírez hacia el Este del meridiano del Cabo de Hornos.

Lo mismo ocurrió en octubre, cuando el Consejo Regional de Magallanes y Antártica Chilena encabezado por su gobernador, con el apoyo de todos miembros -que representan desde el Partido Comunista a la UDI- emitió una declaración que exteriorizó el «absoluto apoyo» de ese cuerpo colegiado a la actualización de la plataforma continental de Diego Ramírez. Esto, una vez que el Senado argentino había -en la versión de la prensa de Buenos Aires- «repudiado» la actualización de los límites de la plataforma chilena (inspirada en el Derecho Internacional del Mar), y acusado a nuestro país de «expansionismo».

De importancia es que, en la circunstancia, el Consejo Regional en Punta Arenas también expresó su deseo de que «por la vía del diálogo, la diplomacia y el Derecho, la diferencia internacional generada por la reacción argentina ante el ejercicio de nuestros derechos internacionales será total y convenientemente resuelta».

Independiente del resultado de las elecciones del próximo 19 de diciembre, a estas alturas es evidente que, para los chilenos, la
cuestión del Campo de Hielo Sur y de la plataforma continental en el Océano Austral y la Antártica son asuntos que deben ser priorizados. Esto, no obstante, no significa que el objetivo sea aquel de -a propósito- dañar la relación bilateral con Argentina, solamente porque los chilenos somos «anti-argentinos». No es así.

Es de esperar que, con el cuidado que amerita, la diplomacia del próximo gobierno no solo priorice, sino que aproveche el marco jurídico bilateral vigente para sincerar ambos problemas. Esto puede hacerse separando ambos asuntos de la contingencia bilateral a través del método coloquialmente llamado de «cuerdas separadas». Esto, porque la solución de todos los asuntos limítrofes con Argentina debe redundar no solo en la eliminación de cualquier desconfianza remanente, sino que apuntalar al fortalecimiento de una comunidad de intereses que, especialmente en la región austral, promete grandes beneficios para ambas partes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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