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Parisi, el PDG y su intención política de posicionarse a sí mismo Opinión

Parisi, el PDG y su intención política de posicionarse a sí mismo

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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La astucia de Parisi en la previa del 21-D reside precisamente en asumir una posición equidistante entre los proyectos que se disputan el balotaje. Parisi reconoce en José Antonio Kast buenas ideas en el plano económico, pero una deficiente capacidad política. Mientras observa en Gabriel Boric una valorable tonelaje político, pero una paupérrima propuesta económica. La ecuación de Parisi resulta tan simple como perfecta. Para Parisi, ambos caminos –aunque diferenciados– conducen a un mismo destino: la ingobernabilidad. En lo inmediato, el juego ha sido tan bien planteado por Parisi y sus Bad Boys que incluso hoy domingo recibirán en su programa a José Antonio Kast y la próxima semana continuarán con Gabriel Boric. Mientras el primero necesita imperiosamente asistir al programa a fin de contrarrestar los resultados arrojados por algunos estudios que establecerían que el votante de Parisi estaría inclinándose a votar mayoritariamente por Boric, este último ha asumido quizás una innecesaria posición de riesgo al decidir participar en el programa, en momentos que su candidatura pareciera llevar la delantera desde el día inmediatamente posterior a las elecciones.


A dos semanas del balotaje, la disputa presidencial concentra la discusión política. En la vorágine de los desempeños tácticos y comunicacionales, los focos se desplazaron esta semana hacia Franco Parisi y sus Bad Boys.

El tercer lugar obtenido por Franco Parisi en la primera vuelta presidencial y los 6 escaños alcanzados por el Partido de la Gente produjo la consolidación de un proyecto político que se nutre de la primera incursión de Parisi como candidato presidencial el 2013 (donde finalizó cuarto con un 10% y más de 650 mil votos), así como también, del discurso anti-política que provee la atmósfera del Estallido de Octubre.

En este último sentido, es posible entender al Partido de la Gente como una especie de primo-hermano de la Lista del Pueblo. Ambos basan su crecimiento en el sentimiento anti-elite y en contra de los políticos corruptos.

Recordemos que la Lista del Pueblo se desintegró fulminantemente cuando se instaló en la Convención Constitucional, dando cuenta que su proyecto había sido extraordinariamente eficiente en el terreno electoral, pero sin consistencia orgánica para procesar el conflicto interno desatado por sus facciones.

Franco Parisi y el Partido de la Gente tomaron nota de este proyecto fallido. Primero, entendieron que no necesitaban disputar la elección de constituyentes. Debían ir por la presidencial y parlamentaria. Así, decidieron formar una estructura partidaria que hoy es la segunda en términos de afiliados (44.054), siendo superada solo por Partido Comunista en poco más de 2 mil militantes (46.584). Esto quiere decir que en poco más de un año el PDG casi igual el número de militantes del centenario PC. A este crecimiento cuantitativo y territorial, sumaron una extraordinaria digitalización del proyecto político, que también sirvió al candidato para llevar a cabo una inédita campaña presidencial desde Estados Unidos sin necesidad de enfrentar, ni al escenario judicial, ni a la opinión pública en general.

Si se comienza a hilar más fino sobre estos antecedentes, la victoria electoral de Parisi y su Partido de la Gente el pasado 19-N no resulta tan extraña. El bolsón de casi 900 mil votos y 6 escaños alcanzados transformaron a Parisi en un actor con capacidad de incidencia en el balotaje, mientras que la proporción del PDG en la Cámara de Diputados, si bien no muy amplia en el global de 155 escaños, puede resultar no obstante decisiva en un Congreso que presenta cierto equilibrio entre fuerzas oficialistas y opositoras.

Así, la irrupción de Parisi y su Partido de la Gente puede ser también explicada como un nuevo síntoma del proceso de desintegración del sistema de partidos. Antes de las elecciones del 19-N era relativamente claro que tanto José Antonio Kast como Gabriel Boric ratificarían el sorpasso (adelantamiento) de sus aliados estratégicos, Chile Podemos Más y la ex Concertación, respectivamente. 

La astucia de Parisi en la previa del 21-D reside precisamente en asumir una posición equidistante entre los proyectos que se disputan el balotaje. Parisi reconoce en José Antonio Kast buenas ideas en el plano económico, pero una deficiente capacidad política. Mientras observa en Gabriel Boric una valorable tonelaje político, pero una paupérrima propuesta económica. La ecuación de Parisi resulta tan simple como perfecta. Para Parisi, ambos caminos –aunque diferenciados– conducen a un mismo destino: la ingobernabilidad. 

Este discurso permite proyectar su figura política pensando en el ciclo electoral que se configurará tras el plebiscito de salida el próximo año, y donde Parisi y su Partido de la Gente pueden cosechar un buen resultado electoral si es que aprovechan el incierto terreno político que predominará durante los próximos años.

En lo inmediato, el juego ha sido tan bien planteado por Parisi y sus Bad Boys que incluso hoy domingo recibirán en su programa a José Antonio Kast y la próxima semana continuarán con Gabriel Boric. Mientras el primero necesita imperiosamente asistir al programa a fin de contrarrestar los resultados arrojados por algunos estudios que establecerían que el votante de Parisi estaría inclinándose a votar mayoritariamente por Boric, este último ha asumido quizás una innecesaria posición de riesgo al decidir participar en el programa, en momentos que su candidatura pareciera llevar la delantera desde el día inmediatamente posterior a las elecciones.

A escasos 14 días del 21-D, los focos estarán puestos en Franco y sus Bad Boys. Las repercusiones que electoralmente puedan surgir de ahí son aún desconocidas e impredecibles.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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