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Boric Superstar Opinión

Boric Superstar

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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El Presidente electo ya está marcando un giro abismal de estilo respecto de Piñera. Y la gente lo está evidenciando. Tanto es así, que Piñera ha vuelto a hacer un intento de capitalizar desde la imagen de Boric, invitándolo a su última gira a Colombia. Esta será la primera decisión política trascendente –después de definir su gabinete, por cierto– del Mandatario elegido con el 55% de los votos, antes de asumir en La Moneda, y que tendrá repercusiones entre sus adherentes y detractores. Y la señal será importante. Podrá argumentar razones de Estado para asistir –Piñera invitó a Bachelet a Cuba en 2014– o rechazarla para evitar que lo instrumentalicen, más aún en Colombia, un terreno que Piñera sabe que es un bastión de la derecha. Por supuesto que estos dos meses previos, antes de asumir, constituyen la mejor etapa que tiene un gobernante electo, sin embargo, el estilo de Gabriel Boric y la forma en que la gente lo está recibiendo auguran un buen pronóstico. Veremos cómo evolucionan las cosas, pero, por ahora, el país parece estar contento con Boric Superstar. 


Es difícil describir la conexión emocional que el Presidente electo ha logrado con la gente en apenas una semana. Es como si hubiera ocurrido una especie de desahogo, luego de un período de contención. Porque la verdad es que Gabriel Boric no solo logró movilizar a un número significativo de nuevos electores, sino que también permitió que mucha gente venciera el miedo –ese impulsado desde la candidatura de Kast– que les provocaba la posición de la derecha más dura y el temor a un giro involutivo, en un país que ya parecía haber realizado los cambios sociales y culturales acordes a los tiempos. 

Pero el fenómeno que hemos observado en estos pocos días pareciera ser profundo. Boric seguido por mujeres y jóvenes ansiosos de sacarse una selfie o recibir una simple sonrisa del Mandatario electo. Boric abrazando gente, Boric causando furor con su perro Brownie, Boric conversando con un niño de 11 años. Boric recibido como rockstar en La Moneda, por un Mandatario que pasó a ser totalmente irrelevante. Es como si el país hubiera estado necesitando, no solo de un recambio generacional, sino también de recuperar los afectos perdidos, la cercanía y la emocionalidad, esa que tenían con Bachelet y que nunca pudo lograr Piñera, pese a esa obsesión con que volvió a presentarse como candidato: que la gente lo quisiera, lo admirara, como a su antecesora. Pero no, la conexión con la ciudadanía no se actúa, se siente. 

Desde el punto de vista emocional, si Bachelet representó a la mamá cariñosa y comprensiva, y Piñera al papá exitoso pero ausente y frío, Gabriel Boric puede simbolizar para los chilenos el hermano mayor bonachón, cercano y cómplice. Para los tiempos difíciles que vienen para Chile, un estilo más empático de quien liderará una segunda transición y tendrá que firmar la nueva Constitución –algo extremadamente simbólico, luego del rol del diputado en el estallido social y el 15N–, puede hacer la diferencia para sobrellevar estos cuatro años. 

Desde un punto de vista comunicacional, la segunda vuelta tuvo el acierto de proyectar a un Boric simple, auténtico, humano. Un millennial que usó las redes sociales para mostrarnos su vida, su cotidianidad, de manera transparente. Una campaña que mezclaba humor, música, baile con contenidos políticos, y un aire a publicidad de Wom. Fue una estrategia que capturó a nuevos targets jóvenes, pero también a la prensa y usuarios de Twitter, Facebook, TikTok o Instagram. Si algo marcó una diferencia con José Antonio Kast –más allá de las posturas ideológicas obvias entre ellos–, fue la cercanía. Mientras Kast reforzaba su relato anticomunista –fue un recurso desesperado en la última semana–, el candidato de Apruebo Dignidad aparecía realizando las mismas cosas que la gente común y corriente hace a diario, versus un Kast que cantaba junto a sus nueve hijos –qué familia más típica chilena…– como en una especie de parodia de la Novicia Rebelde. Simple, la gente se identificó con Gabriel Boric.

Y desde la perspectiva política, estos pocos días han marcado un cambio de clima y las señales del futuro Mandatario han sido importantes. En primer lugar, ha dejado abierta la opción de ampliar su Gobierno, planteando que incorporará a personas que pudieran estar fuera de Apruebo Dignidad, partiendo por el Partido Socialista, cuyos dirigentes han planteado que su apoyo en el balotaje fue “desinteresado”. Pero, sin duda, la clave más potente ha estado en proyectar que quien toma las decisiones políticas es él y nadie más. Quitarle el piso, de inmediato, a su asesor y amigo más cercano, Giorgio Jackson, en el tema de los indultos, debe haber sido leído con preocupación por el PC, al mismo tiempo que aplaudido por los sectores ligados a la ex Nueva Mayoría e incluso por la derecha más cercana al centro.

Por otra parte, el propio José Antonio Kast ofreció su “colaboración constructiva” con el nuevo Gobierno, además de pedirle la renuncia a De la Carrera al Partido Republicano. No sabemos si este es un cambio genuino de Kast o un simple juego para intentar conducir a la futura oposición, aprovechando la crisis en que quedó sumida la derecha luego de la derrota. Pero da igual, el gesto es importante. Las recriminaciones mutuas llegaron a tal nivel en lo que quedó de la derecha, que Desbordes le exigió a Sichel no participar más en Chile Vamos, Marcela Cubillos las emprendió contra el propio Desbordes, en Evópoli –salvo Felipe Kast, el sobrino– hicieron el mea culpa por haber apoyado a la derecha extrema, incluyendo a un Briones que confesó no haber votado por JAK.  Y en La Moneda, Jaime Bellolio planteó que Piñera podía ser el líder de la futura oposición, algo que raya en el delirio.

Pero lo concreto es que el ambiente político-empresarial –salvo por la breve caída de la bolsa y al alza del dólar hace una semana– ha sido positivo, bastante mejor que la tragedia griega que la derecha presagiaba a partir del 20 de diciembre. 

Sin duda, el Presidente electo ya está marcando un giro abismal de estilo respecto de Piñera. Y la gente lo está evidenciando. Tanto es así, que Piñera ha vuelto a hacer un intento de capitalizar desde la imagen de Boric, invitándolo a su última gira a Colombia. Esta será la primera decisión política trascendente –después de definir su gabinete, por cierto– del Mandatario elegido con el 55% de los votos, antes de asumir en La Moneda, y que tendrá repercusiones entre sus adherentes y detractores. Y la señal será importante. Podrá argumentar razones de Estado para asistir –Piñera invitó a Bachelet a Cuba en 2014– o rechazarla para evitar que lo instrumentalicen, más aún en Colombia, un terreno que Piñera sabe que es un bastión de la derecha. 

Por supuesto que estos dos meses previos, antes de asumir, constituyen la mejor etapa que tiene un gobernante electo, sin embargo, el estilo de Gabriel Boric y la forma en que la gente lo está recibiendo auguran un buen pronóstico. Veremos cómo evolucionan las cosas, pero, por ahora, el país parece estar contento con Boric Superstar

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