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Paridad con todes Opinión

Paridad con todes

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Bessy Gallardo Prado y Felipe Allende Muñoz
Por : Bessy Gallardo Prado y Felipe Allende Muñoz Convencional Constituyente distrito 8. Encargade de comunicaciones de la Comunidad por la Dignidad e integrante de D.U.R.A.S. y del Núcleo de Investigación en Género y Sociedad Julieta Kirkwood de la Universidad de Chile, respectivamente.
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No cabe duda que vivimos un momento histórico, que no se puede desaprovechar. Es imperativo que la Convención Constitucional apruebe la paridad transinclusiva sin techo por un tema de pluralismo, democracia, justicia y dignidad, porque no da lo mismo que un grupo históricamente excluido, siga en la misma situación, sin tener voz ni representación en los espacios de poder, porque eso le hace mal a la democracia y a la convivencia social, porque el nuevo Chile debe ser con todas, con todes y con todos.


Uno de los valores de la democracia moderna es el pluralismo, que permite que la heterogeneidad de nuestras sociedades se convierta en riqueza al reconocer la legitimidad de la otredad, lo cual permite una mejor convivencia social. Lamentablemente, nuestro sistema democrático actual ha sido incapaz de gestionar dicho pluralismo, sobre todo respecto de los grupos históricamente excluidos, los cuales, al ser discriminados, se encuentran en desventaja social respecto a otros grupos. Dicha desventaja es estructural, histórica y es medible cuantitativa y cualitativamente, además es la base jerárquica donde grupos no discriminados tienen privilegios en desmedro de los grupos discriminados.

Las personas, en tanto sujetos, ocupan distintas posiciones en el entramado social, a veces podemos estar en una posición de privilegio y otras no, por ejemplo, en la estructura patriarcal que vivimos, los hombres se encuentran en situación de privilegio respecto a las mujeres, pero la experiencia de esa desventaja social no es homogénea, la experiencia vital de dicha desventaja de una mujer blanca de clase alta cisheterosexual no será la misma de una mujer trans lesbiana precarizada y racializada. En este sentido, las mujeres trans viven una doble discriminación por el hecho de ser mujeres y por ser trans. La perspectiva teórica, metodológica y política que da cuenta de estos cruces de las relaciones de poder se ha denominado interseccionalidad, perspectiva que se ha incluido en la nueva Constitución, por ejemplo, respecto a los sistemas de justicia.

El 13 de abril la norma sobre «Democracia Paritaria», lamentablemente, no alcanzó los 103 votos necesarios para que pasara al borrador de la nueva Constitución, debido a la abstención, y un par de votos en contra, de convencionales de centro izquierda debido a una interpretación de la norma que consideramos errada, ya que la norma, en ningún modo es transexcluyente, es absurdo suponer que agrupaciones de personas trans y no binarias estén promoviendo una norma que las excluya. Muy por el contrario, que la norma establezca una «representación de identidades trans y no binarias», primero, permite no reproducir el binarismo de género al reconocer identidades no binarias las cuales, gracias a las iniciativas populares de norma impulsadas por la Convención Constitucional, por primera vez en nuestra historia tienen una visibilidad institucional a través del registro de 20.800 patrocinantes que se declararon no binaries. Que la norma sobre paridad mencione las identidades trans, desde una perspectiva interseccional, se hace cargo de la doble desventaja que viven las mujeres trans y la desventaja que presentan los hombres trans debido a su identidad de género. Entre algunas de las desventajas que se pueden mencionar, las mujeres trans latinoamericanas tienen una esperanza de vida de 35 años, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En cuanto a empleos, durante el trimestre móvil marzo-mayo de 2020, cuando la desocupación en el país era de un 11,2%, el 75,4% de las personas trans, que participaron en la “Encuesta 2020: Población trans de Chile ante la crisis provocada por el Covid-19” levantada por la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD), se encontraban cesantes. Respecto a tasas de intentos de suicidios, previo a la pandemia, en la población general era de 4,6%, en la población LGB era de entre un 10 a 20% y en la población trans y no binaria era de un 41%, según The Williams Institute.

Por otra parte, si se excluye de la norma la «representación de identidades trans y no binarias» podemos volver a repetir elecciones donde dicha población quede sin representación, como lo que sucedió en la elección de convencionales donde personas trans que, teniendo los votos, por la corrección de una paridad cisbinaria, quedaron fuera.

No cabe duda que vivimos un momento histórico, que no se puede desaprovechar. Es imperativo que la Convención Constitucional apruebe la paridad transinclusiva sin techo por un tema de pluralismo, democracia, justicia y dignidad, porque no da lo mismo que un grupo históricamente excluido, siga en la misma situación, sin tener voz ni representación en los espacios de poder, porque eso le hace mal a la democracia y a la convivencia social, porque el nuevo Chile debe ser con todas, con todes y con todos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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