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La Cumbre de Los Ángeles, ¿problemas de quórum? Opinión

La Cumbre de Los Ángeles, ¿problemas de quórum?

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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La presencia del Presidente chileno es vista con interés por múltiples razones. Desde los aires de renovación generacional que expresa, en un continente donde abundan las viejas guardias, hasta el carácter progresista de su propuesta programática. En un contexto donde hasta hace poco las opciones polares eran los nacionalismos extremos (estilo Bolsonaro) versus el hiperideologismo de los países del ALBA, la emergencia de un liderazgo propio de una generación “post Guerra Fría” convoca innegable interés. Si bien no es esperable un rotundo anuncio hemisférico, sí será un espacio para múltiples contactos bilaterales y acuerdos subregionales. En ese mar, Chile y su flamante Mandatario se pueden mover sin mochilas.


Entre el 6 y el 10 de junio próximo el gobierno de los EE.UU. ha convocado a la IX Cumbre de las Américas, esta vez a efectuarse en la ciudad de Los Ángeles, California. Recordemos que este es un mecanismo que reúne a los mandatarios del hemisferio e inaugurado en 1994 por la administración de Bill Clinton. Desde entonces se han desarrollado varias reuniones con diferentes resultados.

En 1998 esta Cumbre se realizó en Santiago, oportunidad en que se aprobó la llamada Carta Democrática. La más reciente fue en Lima, el 2018, oportunidad en que no asistió el presidente Trump y Perú acababa de sufrir la destitución del presidente Kuczynski.

El propósito original era construir un espacio de diálogo político continental al más alto nivel. De alguna manera también ha sido escenario de las diversas vicisitudes que han caracterizado nuestra historia reciente y, muy en especial, de las relaciones de los países de América latina y el Caribe con los EE.UU.

¿Cuál es el propósito de esta cumbre?

Buena pregunta. Generalmente es el país anfitrión el que propone la agenda de la reunión. Esta vez por título no nos quedamos, el propósito según el Departamento de Estado se resumiría en el eslogan “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. Como propósito no está mal, cabría preguntarse cómo se logra este noble objetivo en las condiciones actuales. Desgraciadamente, a pocas semanas de efectuarse la cumbre, no se vislumbran anuncios concretos ni propuestas prácticas a los principales desafíos del hemisferio.

Los trabajos preparatorios de la cumbre permiten avizorar muchos arrecifes. El más notorio es si participarán todos los países del continente y del Caribe, o solo algunos. A la fecha los anfitriones han declarado que no invitarán a Cuba, Nicaragua y Venezuela. El argumento es que allí no impera la democracia. Pero en el continente algunos no piensan igual. En su reciente gira el presidente mexicano ha reiterado que Cuba debe ser invitada, que no debe haber exclusiones y que, si se mantienen las marginaciones, él no asistiría. Los países caribeños han dicho lo mismo. Al igual que el presidente de Bolivia. Agreguemos que, por una historia previa de desencuentros, el presidente Bolsonaro no comulga con la administración Biden y ha anunciado que tampoco asistirá.

En resumen, cerca de la mitad de los mandatarios estarían ausentes. No es todo, Radio Rumor trasmite que el Departamento de Estado invitaría a Juan Guaidó en representación de Venezuela, lo que podría aumentar el descontento, dado que muchos países no lo reconocen como mandatario. En el caso chileno, la administración Piñera, más allá de sus proclamas mediáticas, mantuvo relaciones formales con el gobierno venezolano y mantiene un nncargado de Negocios en Caracas. Para la Casa Blanca no todo es diplomacia, ya que Guaidó tiene el apoyo de Florida, cuyos votos son estratégicos en la interna estadounidense.

Para aumentar el suspenso, a la fecha de esta columna, el anfitrión aún no ha cursado las invitaciones oficiales.

El Presidente debutante: Gabriel Boric

Pese a este contexto, Chile ha confirmado su asistencia, con una robusta delegación encabezada por el Presidente Boric. Será la segunda gira internacional del actual Mandatario, luego de la visita a Argentina semanas atrás.

La presencia del Presidente chileno es vista con interés por múltiples razones. Desde los aires de renovación generacional que expresa, en un continente donde abundan las viejas guardias, hasta el carácter progresista de su propuesta programática. En un contexto donde hasta poco las opciones polares eran los nacionalismos extremos (estilo Bolsonaro) versus el hiperideologismo de los países del ALBA, la emergencia de un liderazgo propio de una generación “post Guerra Fría” convoca innegable interés. Si bien no es esperable un rotundo anuncio hemisférico, sí será un espacio para múltiples contactos bilaterales y acuerdos subregionales. En ese mar, Chile y su flamante Mandatario se pueden mover sin mochilas.

¿Todo es política interna?

Una tendencia de las relaciones internacionales reza que lo que explica la política exterior de un Estado es su política interna. Si aplicáramos este precepto a esta cumbre, y en particular a por qué la administración Biden asumió esta iniciativa en este momento, tendríamos algunas pistas.

En primer lugar la sede elegida. Los Ángeles es la segunda ciudad mexicana del mundo. Después de la capital. En LA viven más mexicanos que en Guadalajara. O sea, es un reducto latino en los EE.UU. Además de mexicanos, en California reside una buena cuota de la migración centroamericana. Realizar una reunión presidencial en LA es una señal inequívoca de cercanía con el mundo hispano, que ya supera en población a la comunidad de origen afro. En segundo término, la posibilidad de plasmar en el hemisferio el retorno a lo multilateral tan dañado por el aislacionismo de la era Trump.  En tercer término, el momento pospandemia que vive esta parte del planeta. En tiempos de fin de cuarentenas, mascarillas y encierros masivos, la primavera se tornaba promisoria.

Todo lo anterior en medio de un desempeño a lo menos opaco de la administración Biden en materia internacional. Después de un regreso sin gloria en Afganistán e Iraq y un reordenamiento sin frutos aún ante el desafío chino, es poco lo que la Casa Blanca puede mostrar como logro internacional.

El panorama global se descompuso más con ocasión de la guerra en Ucrania. La economía planetaria cruje al calor de la inflación del combustible y de los alimentos, sumemos el desorden logístico de una globalización atascada por el rezago de la pandemia y los bloqueos de las sanciones y sus represalias. La inflación pega fuerte en el hemisferio y EE.UU. no escapa a ello.

La guerra acarreó necesidades: como asegurar petróleo, gas y alimentos. Estados Unidos abrió conversaciones con Caracas para ello. El realismo explica pero la diplomacia cruje, y todo ello en vísperas de la cumbre. En suma, la guerra ucraniana descompuso más el orden global, continente americano incluido, y reforzó las urgencias que creó la pandemia. En ese contexto la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, amenaza con ser una foto desenfocada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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