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La necesaria amistad cívica y unidad de los chilenos Opinión

La necesaria amistad cívica y unidad de los chilenos

Los chilenos y chilenas, tenemos vocación de entendimiento y necesitamos una Constitución consensuada, legitimada y adecuada  a los tiempos, que permita el crecimiento con sostenibilidad y en armonía con nuestra historia institucional, que nos permita una construcción sólida de sueños comunes. La Constitución que nos ha propuesto la Convención Constitucional no parece lograr estos objetivos y es bien evidente que ha generado mayor polarización en el país. Por esto, tenemos la convicción de que es el Rechazo la única alternativa que nos puede llevar a lograr este período virtuoso que buscamos.


La historia de nuestro país ha estado marcada por periodos excepcionales y hoy queremos poner en valor la necesidad que tenemos de buscar los puntos de encuentro, que nos permitan unirnos para confluir nuevamente en un Chile para todos, posterior al plebiscito del 4 de septiembre.

No obstante, parte del actual escenario resulta preocupante por la marcada polarización, la carencia de acuerdos que proyecten al país a los próximos 30 años y los altos niveles de intolerancia en el debate público.

En este sentido, la autora Bárbara Tuchman, en su libro La marcha de la locura, indicaba: “A veces los países entran en ciclos de irracionalidad que los llevan al abismo y en ese proceso, las culpas son compartidas”.

Por lo anterior, cabe preguntarnos: ¿Cómo nos unimos, cuando las conversaciones son parciales y unívocas y disonantes? y ¿cómo recomponemos nuestra amistad cívica en el futuro?

En tal sentido, el mayor desafío que nos demanda la ciudadanía es la anhelada unidad y que podría estar presente, si existe una causa donde busquemos reconocernos como miembros de una sola sociedad, que no condiciona y que no discrimina. Ese objetivo podemos lograrlo si buscamos en nuestras propias conciencias esos valores tan intrínsecos de la democracia, como son la Amistad Cívica y la confianza en nuestras instituciones, para tener un proyecto de desarrollo en el largo plazo que nos permita la reconstrucción del tejido social, entendido como la configuración de vínculos sociales e institucionales, que favorezcan la cohesión.

Entonces, la pregunta central es: ¿Cómo conjugar este imperativo ético de reencontrarnos con la Amistad Cívica y con los acuerdos transversales, que permita una Constitución que sea la casa de todos? La respuesta, hoy, no es fácil y está siendo esquiva en nuestro presente, con el daño consecuente para todos.

Este barco navega en un mar inestable y tormentoso, donde aún no divisamos el puerto que nos permita proyectarnos con esperanza hacia los próximos 30 años, con unidad de propósitos, cierto orden, acuerdos amplios y transversales bajo una dirección: que es la paz social y en la cual nos reconozcamos, como hijos e hijas de un mismo territorio.

Los chilenos y chilenas tenemos vocación de entendimiento y necesitamos una Constitución consensuada, legitimada y adecuada a los tiempos, que permita el crecimiento con sostenibilidad y en armonía con nuestra historia institucional, que nos permita una construcción sólida de sueños comunes.

La Constitución que nos ha propuesto la Convención Constitucional no parece lograr estos objetivos y es bien evidente que ha generado mayor polarización en el país. Por esto, tenemos la convicción de que es el Rechazo la única alternativa que nos puede llevar a lograr este período virtuoso que buscamos.

En los últimos días, hemos visto intentos serios de recuperar el camino, primero a través de la reducción de los quórums a 4/7 para modificar la Carta Fundamental y, luego, con la propuesta de modificación del artículo 142 de la Constitución, presentada por la senadora Ximena Rincón (autora), junto con los senadores Matías Walker, Iván Flores y Fidel Espinoza, para que, en caso de ganar el Rechazo, se abra desde la institucionalidad un nuevo proceso constituyente, que nos lleve por fin a la casa de todos.

Ojalá el Congreso esté a la altura del desafío y estas reformas, tan necesarias y apoyadas por amplias mayorías, se aprueben con prontitud, antes del plebiscito de salida, de manera de darle certeza a la ciudadanía del camino a seguir y así lograr esa anhelada Constitución, que nos entregue la tan deseada Amistad Cívica que buscamos todos los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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