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El Club de la Pelea: parlamentarios afirman que el Congreso no está a la altura de lo que el país necesita PAÍS

El Club de la Pelea: parlamentarios afirman que el Congreso no está a la altura de lo que el país necesita

Roberto Bruna
Por : Roberto Bruna Periodista de El Mostrador
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Nunca el clima de convivencia había sido tan malo, reconocen diputados de los más diversos sectores sobre la relación al interior del Parlamento. El problema se agudiza en la Cámara Baja, donde sus miembros han dejado de lado cualquier intento por moderar tanto sus intervenciones como las pasiones que ellas generan. Una causa del clima enrarecido radicaría en el enojo y el resentimiento que cargarían muchos parlamentarios de derecha frente a sus colegas del PC y el Frente Amplio, quienes le habrían negado la sal y el agua al Gobierno de Sebastián Piñera. Para colmo de males, avanza la creencia en ese sector de que hubo algunas fuerzas de Apruebo Dignidad que estuvieron detrás de un intento de golpe, como le llaman al estallido social. En tanto, el discurso belicoso de la derecha extrema –representada por la bancada republicana–, los exabruptos, las provocaciones, así como la visión conservadora contra la paridad o las disidencias, hacen que el clima se torne cada vez más problemático, según sostienen congresistas de las izquierdas. El diagnóstico para algunos, como el diputado Carlos Bianchi, es demoledor, pensando sobre todo en un escenario posterior al 4 de septiembre, cuando el poder constituyente regrese al Legislativo: «La administración posplebiscito será muy compleja, e insisto en una cosa: una gran mayoría de los que tomamos decisiones no estamos a la altura de lo que necesita el país, entre ellos, los que integramos el Congreso”. Esta es la preocupante cartografía de un espacio que será clave a partir del 5 de septiembre, uno donde abundan las rencillas y las provocaciones, incluso entre diputados de un mismo sector.


Los parlamentarios dicen que están los votos para proceder con los acuerdos tendientes a realizar las reformas que hagan posible la estabilidad y la gobernabilidad de Chile después del plebiscito del 4 de septiembre. Pero hay una condición previa de la que hasta aquí poco se habla: cuál es la verdadera voluntad de diálogo y el estado de la convivencia actual entre las distintas fuerzas representadas en un Congreso fragmentado, polarizado y, para colmo, con menor capacidad de disciplinar a sus huestes, vicios de los que tampoco se ha hablado mucho, debido a la pérdida de protagonismo que sufrió frente a la Convención Constitucional.

La Cámara de Diputadas y Diputados, el lugar donde la pugna es permanente.

Pero la Convención fue disuelta y los focos nuevamente se posan en el Poder Legislativo. Y aunque en primera instancia las palabras de buena crianza y los buenos oficios nunca faltan en aras del buen entendimiento, algo sí está más o menos claro: el clima interno está cruzado por tensiones e inquinas que se manifiestan a cada tanto, en cada sesión que hay en Sala, en cada reunión que tiene lugar en las comisiones, a través de gestos o discursos que solo tienen por objetivo agraviar al adversario, atacar al Gobierno y profundizar esa grieta que se observa en las élites. El escenario es más complejo todavía en la Cámara de Diputadas y Diputados, un espacio donde estas rencillas no se ocultan ni se mantienen de bajo perfil, cosa que sí ocurre en el Senado, donde existe más discreción y mayor capacidad para ordenar la conversación.

Ana María Gazmuri, diputada pro Frente Amplio, cree que el clima al interior del Congreso nunca fue peor. “Se ha sumado la odiosidad que antes no estaba presente. Insultante, parece no respetar ninguna opción de vida, incluso diría que es persecutorio”, declara. “Es preocupante ver ese clima de descalificación permanente, que nos ha chocado. Yo venía antes al Congreso como invitada para hablar sobre temas de drogas, pero nunca había visto ni escuchado las brutalidades que ahora se dicen acá”, agrega. Cada materia que se discute se ha convertido en campo de batalla ideológico y valórico, y en el espacio para sacar a relucir –señala– los peores prejuicios. Tal cosa se ha visto, por ejemplo, cuando se discutía el proyecto conocido como “Ley José Matías”, iniciativa tendiente a reforzar la convivencia escolar, la prevención y sanción de actos discriminatorios contra la diversidad sexual en los establecimientos educacionales o, bien, cuando se discutía la derogación del artículo 365 del Código Penal, que sanciona a quien mantenga una relación sexual con una persona del mismo sexo menor de 18 años.

“Si hasta un parlamentario incluso habló de reponer el delito de sodomía e impedir el ingreso de personas trans al Congreso”, recuerda Gazmuri, en referencia al diputado Cristóbal Urruticoechea, del Partido Republicano, una colectividad que ha resultado ser clave en el empeoramiento del clima interno, según los parlamentarios que integran las distintas izquierdas del Congreso.

Para la izquierda, el problema reposa en su hipótesis: hay una derecha rabiosa y ávida de tomarse una revancha frente a una izquierda que le habría hecho la vida imposible al Gobierno de Sebastián Piñera. Envalentonada por las encuestas que dan ventaja al Rechazo, renacida de sus cenizas tras la buena votación conseguida por José Antonio Kast en la elección presidencial, la derecha completa, según importantes referentes de la izquierda parlamentaria, se halla en una postura cerril, implacable y belicosa. “Entendiendo que en las coaliciones hay distintos tipos de liderazgos, los liderazgos de la derecha cuando eran gobierno son muy distintos a los que vemos ahora”, señala el diputado Jorge Brito, de Revolución Democrática. “Hoy se impone quién habla más fuerte y quién es más duro con el Gobierno”, agrega.

He ahí una clave: las derechas en el Congreso parecen competir por cuál es más inquisitiva y mordaz, y eso se denota en una excesiva sensibilidad ante cualquier cosa que hagan o digan personeros de La Moneda, ya que cualquier señal es leída como una ofensa a los parlamentarios.

Pasó con la ministra del Interior, Izkia Siches, cuando dijo que, al parecer, algunos diputados de derecha “se pegaron en la cabeza” por haber olvidado que los graves problemas de seguridad venían del anterior Gobierno.

Así pasó también con la vocera Camila Vallejo, quien estuvo ante la Comisión de Educación y Cultura del Senado, oportunidad en la que los senadores pidieron saber más del “caso Matías del Río” en TVN. “Es importante que se dé el espacio necesario para esa conversación, y no así a la rápida, entendiendo que los senadores estén apurados porque tienen otros compromisos”, señaló Vallejo, quien realizó esta observación solo para constatar el hecho objetivo de que la sesión llegaba a su término. No obstante, los senadores de oposición leyeron la frase como una ofensa.

“Hoy la derecha está cooptada por los liderazgos más autoritarios, que buscan socavar las condiciones de estabilidad y gobernabilidad en el proceso que estamos viviendo”, apunta Brito, quien agrega que falta conciencia respecto de las consecuencias que puede generar esa actitud siempre hostil y vengativa, “sin entender que el daño no se les está haciendo a sus adversarios políticos, sino que se lo están haciendo a un proceso de adecuación constitucional que es la oportunidad que tiene el país de sentar las bases de un desarrollo sostenible en el tiempo”.

Diputado Jorge Brito.

La diputada del PC Carmen Hertz acusa que hasta la derecha más tradicional padece de una extraña obsesión con algunos integrantes del gabinete del Presidente Gabriel Boric, lo que se traduce en “una campaña desatada contra la canciller (Antonia Urrejola), contra la ministra del Interior (Izkia Siches)”, indica. El problema es que esa potencia belicosa del Partido Republicano y de buena parte de la UDI contagia a la derecha en su conjunto, también a Renovación Nacional y Evópoli, cuyos diputados tienen en comisiones y en Sala “intervenciones desatadas contra el Partido Comunista, y en algunas ocasiones lindan con el delirio. Las imputaciones que hacen son insólitas”, sostiene Hertz, quien ha visto cómo “ese sector se apropia del concepto de democracia, los derechos humanos, la sensatez, la gobernabilidad… una cosa insólita”.

El diputado de Renovación Nacional, Andrés Longton, cree que la izquierda de Apruebo Dignidad también debería hacer una autocrítica, pues, cuando era oposición, “generó un clima político de mucha hostilidad, donde predominaron las acusaciones constitucionales y las recriminaciones a toda la clase política, bajo una suerte de superioridad moral que, hoy vemos, se mantiene”.

“Este tipo de actitudes ha hecho difícil el diálogo con los sectores más extremos, pero quienes somos más moderados hemos hecho enormes esfuerzos para llegar a acuerdos transversales, como los 4/7, un acuerdo histórico que deja en evidencia que aún existen diputados que, aunque tengamos distintas visiones, ponemos el futuro del país y de las personas adelante”, añade. Su compañero de bancada, Eduardo Durán, afirma que “toda conversación se dará después del plebiscito, porque todo lo que se diga antes serán declaraciones de buenas intenciones, avisos y anuncios que no se cumplirán, dependiendo del resultado del plebiscito”.

Gloria Naveillán, quien se declara una díscola entre los republicanos, reconoce que “hay algunas personas que tienen claro que hay que dialogar, pero hay otros que no. Hablo de personas de lado y lado, personas cerradas y muy ideologizadas”, puntualiza. Esa conversación será –sostiene– aún más necesaria si se impone el Apruebo en el referéndum, “ya que en la realidad no va a haber cambios (a la nueva Constitución), porque, si se llegan a proponer, va a ser tan difícil lograrlo porque no es solamente los 4/7, o los 2/3, es que, si es con 2/3, es además con una consulta ciudadana. ¿Qué vamos a pretender? ¿Que la población esté yendo todos los meses nuevamente a votar algo? Es como una locura, no tiene como mucha lógica”, declara Naveillán.

No obstante, voces de las izquierdas aclaran que lo afirmado por la parlamentaria es inexacto, ya que alcanzar el quórum de 2/3 que se exige para reformar cuestiones importantes del nuevo texto les libera de convocar a un plebiscito, y que tal acto eleccionario ha de realizarse sobre un paquete completo de reformas, en ningún caso de manera parcelada o diferida, como parece sugerir la diputada.

Los provocadores

Nadie se siente muy sorprendido del desempeño de los congresistas que militan en el Partido Republicano o que pertenecen a su esfera de influencia. Este partido, situado a la derecha de la UDI, que cuenta con 15 diputados militantes o cercanos a su ideología y doctrina, es capaz de generar un enorme efecto gravitatorio en el resto del sector, merced a un discurso que no escatima en adjetivos ni provocaciones. Los republicanos se asumen como una derecha sin complejos, una derecha no domeñada por la cobardía ni limitada por la tiranía de lo políticamente correcto, que es lo que más le afean los republicanos a quienes militan en los partidos de Chile Vamos, a los que culpan de no haber defendido la institucionalidad que ha generado la mayor prosperidad en la historia del país. En otras palabras, los republicanos creen que esa derecha baila al son de los temas que impone la izquierda.

Pero no es solo una cuestión de cobardía o de falta de convicción a la hora de defender el ideario del sector, sino que hay algo más, un fenómeno que se encarga de precisar el diputado Johannes Kaiser Barents-von Hohenhagen, uno de los referentes del mundo más extremo de la derecha, ese que integran otros como el mismo Urruticoechea y Gonzalo de la Carrera.

15 DE MARZO DE 2022/VALPARAISO
El diputado Johannes Kaiser en la Cámara de Diputados.
FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO

“Nuestra gente no tiene la preparación intelectual para ser defensores de las ideas de derecha”, señala, enfático, el diputado Kaiser. “La centroderecha, con excepciones, lee su tarjeta de crédito y cree que con eso son liberales, pero no tienen una comprensión profunda de lo que es el sistema que defendemos (el capitalismo), el sistema más revolucionario de la historia, que creó la democracia, la república, que reemplazó a las monarquías, que les dio los derechos a los individuos respecto del Estado, porque tú sabes que antes siempre era el Estado el que tenía los derechos”, argumenta Kaiser, quien no esconde sus problemas con los partidos de Chile Vamos.

“Porque este fenómeno político, con todos sus bemoles, ha sido el más exitoso en la historia del mundo”, agrega, con un tono de voz cada vez más golpeado y resoluto. “Muchos (en la derecha) no lo entienden, porque no conocen su historia, su génesis, entonces no saben por qué lo defienden. Son mucho más dados a aceptar cosas de moda que aquellos que tenemos una formación un poco más profunda en la materia”, sostiene. 

-Perdón, pero… ¿la derecha se rindió ante modas? ¿Cuáles son esas modas?
-Son modas políticas, pero muy peligrosas. Es muy peligroso decirles a los ciudadanos “sabe qué más, nosotros vamos a decidir por usted quién va a ser su representante”.  Es muy peligroso decir “oiga, usted va a ser representado solo por gente de su colectivo”.

-¿Se refiere a acciones afirmativas como fijar cuotas por colectivos o etnias?
-Fijar cuotas… es un peligro porque distorsiona la representación popular, le quita al soberano, que es el pueblo, la libertad de elegir.

-¿Entonces la izquierda les anduvo pasando un gol? Porque veo a la derecha abriéndose a esas acciones.
-Pero absolutamente. Ahora yo, personalmente, si me dicen “tenemos un Congreso 100% de mujeres y todas ellas son como Margaret Thatcher”, yo feliz. A mí me representa una persona por sus ideas, no por el sexo que tenga. Simplemente no comprendo esa necesidad de ir entrando en dinámicas que son reaccionarias. La revolución ya la hicimos, lo que estamos viviendo es una reacción hacia formas de representación y formas de sistema político que van en dirección contraria a lo que fue nuestra revolución liberal.

Ciertamente que estas declaraciones no hablan de una convivencia armónica o, al menos, libre de sobresaltos de cara a una negociación futura, mucho menos con los que están en la otra orilla. “Que la corte con menospreciar intelectualmente a las demás personas”, dice un diputado UDI, quien prefiere mantener en secreto su identidad “para no pelear con Johannes (Kaiser)”. Pero, cansado de ese trato despectivo, no guarda su munición para responder: “Anda todo el tiempo con eso y él no ha sido capaz de sacar una carrera (de estudios superiores) en toda su vida. Ya es tiempo de cambiar el tono y propender a una mejor relación. Que deje de pedirle certificado de derecha a todo el mundo”, subraya, haciendo una referencia a las tres carreras que, según el mismo Kaiser, dejó inconclusas.

De todos modos, la mirada de Kaiser no es mejor en cuanto a los integrantes del Frente Amplio y el Partido Comunista. “Ahí hay mucho eslogan, y hay otros que tienen su preparación, especialmente en la centroizquierda. Es intelectualmente más preparada, y es más interesante conversar con ella. En el Frente Amplio también hay gente interesante, pero ahí a veces el panfleto se come el análisis racional”, agrega.

Diputada Ana María Gazmuri.

Johannes Kaiser afirma que la bancada republicana estará dispuesta a conversar con quienes sea necesario para corregir una Constitución que, de imponerse en el plebiscito del 4 de septiembre, le “hará mucho daño al país (…), el daño que le puede hacer a la economía chilena, a la paz social, a la convivencia entre las distintas etnias que hay en Chile”. Cree que la clave es acercarse a la centroizquierda, incluso al Partido Socialista, donde “hay demócratas, y esta Constitución (la nueva) no es muy democrática, así que hay cosas que les molestan a los socialistas, entonces podrían generarse espacios de diálogo”.

Si políticamente el diálogo con las fuerzas contrarias tiene sus ripios, más compleja es, a estas alturas, la relación personal que se genera en medio de este escenario que muchos califican de difícil y caótico. Aún hoy se recuerda el incidente que protagonizaron la diputada Maite Orsini y su colega Gonzalo de la Carrera, quien tuvo la mala idea de pedirle una orientación para llegar a las oficinas. “¿Por qué crees que me puedes llamar públicamente escort y después pedirme favores, saco de…?, Ándate de acá y no me vuelvas a dirigir la palabra”, le espetó la parlamentaria. “Fueron días difíciles”, reconoce Kaiser. “Se da esto como en el colegio, con personas nuevas… Pero aquí hay un clima civilizado, aunque con ciertas personas la cosa se hace más compleja. No voy a poder fácilmente tomarme un cafecito con Carmen Hertz para discutir de estas cosas. No digo que es imposible, sino que no es fácil”, sostiene el diputado. 

-¿Ha sido muy agresiva ella con usted?
-Ella no conmigo especialmente. Ella tiene su ideología y es muy intensa para defenderla. Pero hay otras personas con las que perfectamente me puedo sentar a conversar, en lo posible con una botella de vino, porque no hay nada más interesante que una discusión filosófica con alguien que piensa distinto de uno.

Carmen Hertz dice que se relaciona bien con algunas personas de esa bancada, “especialmente con el presidente Cristóbal Urruticoechea. Los cafés son para dialogar cuando se tienen temas afines. Yo con Kaiser no tengo ninguna posibilidad de dialogar, no tengo ningún tema afín con él, tenemos perspectivas y miradas del mundo bastante distintas”, sostiene, aunque prefiere centrar su análisis en “el ánimo de mucha odiosidad” que irradia la ultraderecha, “que se manifiesta permanentemente hacia los comunistas y el Frente Amplio, y eso se ve además en las comisiones donde constantemente hay interpelaciones por situaciones puntuales: lo que dijo o no dijo la ministra, los asesores de tal o cual subsecretario según un medio de comunicación… hay mucho de eso en las comisiones, más que hablar de las cosas que deberían discutirse en las comisiones”.

La crisis que se ve venir

Pero no solo la derecha está encolerizada por la actitud obstruccionista que mostró la oposición al Presidente Sebastián Piñera. Ahora ha ganado terreno la idea de que el PC y el Frente Amplio digitaron una intentona golpista, que es lo que sucedió, para muchos en ese sector, a partir del 18 de octubre de 2019.

Afirma Johannes Kaiser que “en esta Cámara hay algunos bolcheviques”, y que no cree que ellos se sentarán a dialogar en un escenario posplebiscitario en caso de que gane el Rechazo. “Si no quieren participar en conversaciones, allá ellos. Mi problema es que recurran una vez más a la violencia en caso de perder para imponer su opción por la vía no democrática. (Sebastián) Piñera, con todas las críticas que se le pueden hacer, había sido elegido de manera democrática, pero lo que se le hizo el 18 de octubre fue un golpe de Estado de acuerdo con el propio Sergio Micco, incluso con el intento de llegar a La Moneda”, afirma el diputado.

Para las izquierdas, este “ejercicio de autoengaño” es peligroso, porque torna más tentadora la posibilidad de que, efectivamente, hagan una lectura ideológica del eventual triunfo del Rechazo y nieguen los dolores que genera el “modelo” en la sociedad chilena, esos que, a la larga, hicieron posible la revuelta social. La diputada Ana María Gazmuri ve un escenario muy complicado, a juzgar por las cosas que escucha en la Cámara Baja, donde se observa una cerrazón ideológica que resta probabilidades de construir la denominada “casa de todos”, es decir, una Constitución de consenso.

Nada raro, entonces, que la derecha proponga redactar una Constitución muy parecida a la de 1980, solo que endulzada, creen en Apruebo Dignidad y buena parte de Socialismo Democrático, con algunas bellas declaraciones en materia social y medioambiental, por ejemplo.

“Es evidente que a ellos, que han hecho de Chile el país del abuso, no podemos creerles que ahora sí van a cambiar. Es una ingenuidad. Lo digo con todo respeto”, agrega, señalando que la derecha está muy interesada en radicar la discusión constituyente “en los expertos, valorando la tecnocracia como siempre (…). Es cosa de verlos mentir, repartir textos falsos”, añade.

Diputado RN Andrés Longton.

El diputado RN Andrés Longton descarta este retorno a la ortodoxia neoliberal. “Eso no va a ocurrir. Somos una nueva generación de parlamentarios distinta, que quiere cambios profundos y está trabajando profundamente por ellos. Queremos mayor justicia social, pero con responsabilidad. No vamos a hacernos cargo de malas decisiones que se tomaron en el pasado. Las lamentamos, pero ya es hora de avanzar y, en este sentido, hemos dado garantías para generar acuerdos transversales y avanzar en reformas que décadas atrás quizás fueron impensadas”, indica. Eduardo Durán suscribe la afirmación de Longton: “Espero que de mi sector haya una real intención de hacer cambios, porque las injusticias sociales que hay en Chile tienen que cambiar. Eso yo lo veo en mi propio distrito. El modelo tiene que cambiar, tenemos que abrirnos”.

El presidente de La Cámara de Diputadas y Diputados, el PPD Raúl Soto, sostiene que “hay un buen clima de conversación en gran parte del mundo político”, aunque recuerda que él hizo un llamado a la “reunificación de Chile en su cuenta pública”, lo que en sí mismo habla de una fractura. “Hay conciencia y responsabilidad del momento que se viene después del plebiscito para generar el diálogo que no solo dé certeza constitucional, sino que dar certeza de estabilidad y gobernabilidad para Chile. Tendremos un país dividido y más polarizado que antes”, sostiene.

Un observador más neutral y ponderado, el independiente de centroizquierda Carlos Bianchi, asegura que “estamos atravesando y observando quiebres en la sociedad por lo que puede resultar del plebiscito. El 5 de septiembre tendremos un escenario muy distinto, independiente de cuál alternativa gane, y esto va a traer consecuencias de todo orden: en el comportamiento social, económico y político”.

“Imagínate este escenario del 5 de septiembre si gana el Rechazo. ¿El Presidente de la República va a poder gobernar? ¿Se le va a permitir gobernar? Necesitamos una tregua, necesitamos parar con este canibalismo político. Nos estamos comiendo entre nosotros”, afirma el diputado y exsenador por la Región de Magallanes.

Diputado Carlos Bianchi.

“Me complica este Chile, me da rabia, a ratos me asusta porque no tenemos la capacidad de reaccionar ante la polarización que vivimos. ¿Sabes? Yo he tenido muchas pesadillas políticas en mi vida, cosas barbáricas que uno proyecta, pero nunca había visto lo que veo hoy día”, y eso, según Bianchi, “es la absoluta incapacidad de este Congreso y de todos quienes toman decisiones de estar a la altura de las circunstancias para dar respuestas a los desafíos que tiene el país”. Y agrega que “hay individualidades que no están viendo el problema global y que se la pasan viendo su propia y mezquina conveniencia. A veces actúan por inexperiencia o hambre de poder”.

¿Llegarán a un acuerdo las fuerzas representadas en el Congreso para darle gobernabilidad y estabilidad a Chile? “Se va a lograr ese acuerdo, pero ese acuerdo es engañoso, ya que no será real, sino que será forzado, y es muy difícil en el tiempo que le sigue lograr que se llegue a algo concreto a partir de un acuerdo forzado”, sostiene Bianchi, lo que –a su juicio– agravará los problemas sociales que se desataron con la pandemia. “Inflación, cero crecimiento para el próximo año, problemas de seguridad… Va a haber un porcentaje importante de la población que va a tener problemas de alimentación. La administración posplebiscito será muy compleja, e insisto en una cosa: una gran mayoría de los que tomamos decisiones no estamos a la altura de lo que necesita el país, entre ellos, los que integramos el Congreso”.

Naveillán cree que el diálogo debe construirse sobre cuestiones concretas, esas “cosas que les importan a las personas”, y todas ellas empatan con los asuntos que más preocupan a su partido: la violencia, el “terrorismo”, la delincuencia y la inflación. Por ello es que le pide al Gobierno allanar ese escenario adoptando medidas en estas materias, las que difieren de aquellas que – según la diputada Naveillán– seducen a “la izquierda extrema”, una “izquierda muy de nicho”, esa que “tiene la particularidad de colgarse de temas y elevarlos a causas, como la causa LGTB no sé cuánto más, o la causa feminista, y en eso pierden el foco de lo importante”.

Kaiser es más escéptico en cuanto a las reformas, pues cree que, más allá de algunas que son necesarias a efectos de mejorar el control de la violencia y la falta de probidad, nada va a cambiar si no se restaura el imperio del derecho. “¿Las colusiones? No se hizo cumplir la ley. ¿La corrupción? No se fiscalizó como correspondía. No es que no estén las leyes, es que no se hacen cumplir”, concluye.

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