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Entre ataques mutuos y guerra sucia, Bolsonaro y Lula entran en su semana clave a días del balotaje MUNDO

Entre ataques mutuos y guerra sucia, Bolsonaro y Lula entran en su semana clave a días del balotaje

Aunque los sondeos dan por ganador al candidato de izquierda, no se descarta que el actual mandatario de ultraderecha pueda dar una sorpresa. Para Adrián Albala, profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, una victoria ajustada u holgada de Lula impulsará a Bolsonaro a no reconocer la derrota, y vislumbra un panorama caótico. “Desde hace un año está culpando al sistema de votación de las urnas electrónicas. Un triunfo de Lula abre la caja de Pandora de la violencia política. Es muy probable que el bolsonarismo salga a las calles, probablemente con armas, y que haya disturbios graves. Sin contar que, hasta que asuma Lula, el 1 de enero, Bolsonaro contará con toda la máquina del Estado para alentar movimientos violentos y de rechazo a la elección. Por ello, se viene un período muy sombrío”, señala.


Más de 156 millones de brasileños están convocados el próximo domingo 30 de octubre a una segunda vuelta electoral para elegir presidente, en medio de un clima de polarización política pocas veces visto en dicho país, con virulentos ataques y guerra sucia entre los dos candidatos, con una opinión pública dividida y en un ambiente de máxima incertidumbre. 

La incógnita ha aumentado respecto de si será el ex jefe de Estado y actual líder del Partido de los Trabajadores (PT), el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (76 años), o el actual mandatario que aspira a la reelección, el ultraderechista y exmilitar Jair Bolsonaro (67), del Partido Liberal, quien asuma en el Palacio de Planalto. Y esto porque, pese a que algunas encuestas dan por ganador a Lula por 4 puntos porcentuales, los expertos advierten que la elección no está decidida y habrá una definición “estrecha”, debido a que los sondeos no estuvieron acertados en la primera vuelta. 

Un reciente estudio de Datafolha señala que Lula (quien gobernó en dos períodos, entre el 1 de enero de 2003 y el 1 de enero de 2011) lograría un 49% de los sufragios contra 45% de Bolsonaro, y un sondeo de Paraná Polls disminuye la distancia, dando un 51,9% para el abanderado de izquierda y 48,1% para el representante de la extrema derecha. Mientras que la firma Modalmais Futura da un “empate técnico”, con 46,9% para el líder del PT y 46,5% para el político del Partido Liberal. Es decir, se nota un avance del presidente. 

El complejo panorama actual quedó conformado el pasado domingo 2 de octubre, cuando ninguno de los aspirantes logró superar el 50% de los votos. Lula da Silva obtuvo el 48,4% de los sufragios válidos, frente al 43,2% de Bolsonaro. Sin embargo, la mayoría de los sondeos pronosticaban una diferencia de unos 15 puntos porcentuales a favor del dirigente del PT y que el mandatario de extrema derecha no sobrepasaría el 36% de los votos. 

Pero el bolsonarismo y sus aliados lograron una mayoría en el Congreso y triunfaron en varias e importantes gobernaciones regionales, como Río de Janeiro, Brasilia y Paraná, mientras que en Sao Paulo –el mayor colegio electoral del país– habrá una segunda vuelta para elegir gobernador. 

Durante esta campaña, los candidatos han apuntado sus esfuerzos para ganar el máximo apoyo posible en los estados del norte y nordeste, y de los grandes estados de Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais, además de convencer a sectores abstencionistas (20,9% en la primera vuelta), indecisos, evangélicos y mujeres.

Apoyos

Lula logró el apoyo de la senadora Simone Tebet, de la coalición de centroderecha liderada por el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que quedó en tercer lugar con el 4,1% de los sufragios, y el Partido Democrático Laborista (PDT), que había postulado a Ciro Gomes, quien se ubicó cuarto con el 3,4%. Pese a todo, el desenlace de las elecciones continúa abierto y no es descartable que Bolsonaro dé una nueva sorpresa, sostienen politólogos brasileños. “Las encuestas posteriores a la primera vuelta muestran que la distancia entre Bolsonaro y Lula se ha acortado. Será una segunda vuelta muy competitiva y muy difícil”, explica Edson Nunes, profesor y cientista político en Río de Janeiro.  

Para los expertos, los comicios del próximo 30 de octubre son los más trascendentes de las últimas décadas para el gigante sudamericano y determinarán el rumbo a seguir. 

Adrián Albala, profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, enfatiza que esta es más que una simple elección presidencial. “Son dos proyectos y visiones de Brasil antagónicas. El que gane, particularmente si es Bolsonaro, implicaría una profundización de las tensiones con un desenlace muy imprevisible. Al mismo tiempo, una victoria de Lula significaría, al menos a nivel de las instituciones, una normalización de las relaciones”, indica. 

Sin embargo, también hay quienes piensan que una perspectiva catastrofista no corresponde al Brasil actual. “Hay un visión según la cual si gana un bando se destruirá la democracia en el país, y si gana el otro, vendrá el advenimiento de un régimen al estilo de la Venezuela chavista. Es un diagnóstico muy primitivo que resta solidez a la vida de la sociedad brasileña, sus instituciones, hábitos, costumbres, economía e historia”, recalca Nunes. 

De todas formas, sí hay polarización, puesto que los candidatos en disputa están en las antípodas políticas y eso se refleja en sus programas de gobierno. Así, por ejemplo, mientras la Coalición Brasil Esperanza de Lula apuesta por la reconstrucción del Estado, una reforma laboral, el rechazo a las privatizaciones de las empresas estatales y una reforma agraria, la coalición Por el Bien de Brasil quiere profundizar su línea política conservadora, la libertad económica, la propiedad y las privatizaciones. 

Además, ambos postulantes tienen méritos y puntos débiles, que dividen a la sociedad. En el caso de Lula, su mayor fortaleza es que su gobierno está en la memoria de la población más desfavorecida gracias a sus políticas sociales. Pero su “talón de Aquiles” es el caso de tráfico de influencias, el Lava Jato, por el que fue condenado a 12 años de cárcel e incluso alcanzó a estar en prisión 18 meses antes de que su pena fuera anulada en 2021 por la justicia. 

Bolsonaro tiene en contra su retórica agresiva y radical, y una mala gestión en la pandemia del COVID-19. Pero, como contrapartida, su gobierno exhibe una recuperación económica, con una actividad que creció un 2,24% el primer semestre de este año. 

Difícil escenario

Con todo, sostienen los analistas, el escenario para Brasil se ve revuelto y confuso. «Uno de los temores es que el actual jefe de Estado se niegue a reconocer el resultado si pierde de forma estrecha. Es un discurso que ha venido repitiendo desde hace tiempo, parecido al que tuvo Donald Trump», manifiesta Geraldo Monteiro, investigador y politólogo en Río de Janeiro.

Albala cree que ya sea con una victoria ajustada u holgada de Lula, Bolsonaro no reconocerá la derrota, y vislumbra un panorama caótico. “Desde hace un año está culpando al sistema de votación de las urnas electrónicas. Un triunfo de Lula abre la caja de Pandora de la violencia política. Es muy probable que el bolsonarismo salga a las calles, probablemente con armas, y que haya disturbios graves. Sin contar que, hasta que asuma Lula, el 1 de enero, Bolsonaro contará con toda la máquina del Estado para alentar movimientos violentos y de rechazo a la elección. Por ello, se viene un período muy sombrío”. 

El otro tema sensible es el Congreso, que será controlado por los partidos conservadores y de centroderecha. De tal forma, si Lula gana el balotaje, tendrá que gobernar con un Legislativo en contra y enfrentará una difícil tarea para construir mayorías y concretar su programa de gobierno.  

“Lula debe tener en claro que no existe la menor posibilidad de gobernar sin un amplio consenso. Si gana Bolsonaro, no puedo decir que tendrá el poder absoluto, pero habrá un marcado deterioro de la institucionalidad con un posible irrespeto flagrante a la Constitución”, sostiene Rui Tavares Maluf, cientista político de la Universidad de Sao Paulo. 

Pero sea quien sea el mandatario, tendrá importantes desafíos que asumir, como impulsar el crecimiento económico, aminorar la inequidad, tender puentes para disminuir la polarización política, y aumentar la lucha contra la criminalidad, el narcotráfico y la corrupción, entre otros retos. 

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