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Repensar la formación de los futuros servidores públicos en tiempos de crisis Opinión

Repensar la formación de los futuros servidores públicos en tiempos de crisis

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Rodrigo Espinoza Troncoso
Por : Rodrigo Espinoza Troncoso Doctor en Ciencia Política PUC. Director Escuela de Administración Pública Universidad Diego Portales.
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La buena gestión pública será hoy y mañana un elemento determinante para sortear los tiempos que se avecinan. Por lo mismo, las demandas por más Estado no deben quedarse exclusivamente en lo político, ya que la calidad de los bienes públicos depende también del desempeño y la formación que poseen las personas que trabajan al interior del Estado. Por ello, debemos repensar la Administración Pública, sobre todo volver a pensar en la caja de herramientas que necesitarán los futuros servidores públicos, especialmente en tiempos de crisis.


La derrota del Apruebo en el pasado plebiscito de septiembre sin duda alguna fue un duro golpe para aquellos sectores que buscaban transformar el rol del Estado Subsidiario a uno Social y Democrático de Derecho. La derrota no implica una demanda por menos Estado por parte de la ciudadanía. Si observamos las encuestas de opinión pública, las principales menciones en cuanto a las necesidades de corto plazo están enfocadas en mayor seguridad en las calles, mejores pensiones, junto a mejor salud y educación (sin dejar de lado el empleo y los salarios). Esto último implica que la ciudadanía comprende la importancia del Estado en sus vidas, a pesar de la poca confianza que existe actualmente en la política como forma de solución a sus problemas y preocupaciones.

Las cifras del empleo público acompañan esta realidad. De acuerdo al último balance de la Dirección de Presupuestos, entre los años 2012 al 2021 pasamos de 268.201 empleados públicos (a nivel de gobierno central) a 453.154. En otras palabras, el empleo público ha crecido a un ritmo vertiginoso en la última década.

El escenario político actual ha dado claras señales del estado de hibernación en el que se encuentra el proceso constituyente, por lo que la posibilidad de contar con un nuevo marco institucional en el corto plazo se ve como poco probable, por lo que el Estado Subsidiario seguirá rigiendo al menos durante un buen periodo. Independientemente del marco regulatorio y el rol del Estado que consagre la Constitución, el 2023 se asoma como un año de mucha incertidumbre, especialmente por las bajas expectativas de crecimiento y por la eventual recesión económica global junto a una pandemia que todavía no hemos superado, a pesar de las menores restricciones sanitarias. Asimismo, otros desafíos asoman en el horizonte como el encarecimiento del costo de la vida, el crecimiento del flujo migratorio, el asentamiento del crimen organizado, la crisis climática y energética.

Todo el contexto antes mencionado lleva ineludiblemente a la clásica pregunta “¿Qué hacer entonces?”. Bajo dicha interrogante es sustancial traer de regreso a un actor que se ha dejado de lado en los principales debates de los últimos años: la Administración Pública.

El país, sobre todo en los difíciles tiempos que se avecinan, necesitará de una Administración Pública eficiente y que esté a la altura de los desafíos presentes y futuros, por lo que la calidad de los bienes públicos exigidos y el buen funcionamiento de las instituciones estatales no dependerá únicamente de sus normas y presupuesto, sino también de las personas. Por ello es importante contar con gestores altamente preparados.

Cuando subrayo la preparación, no hago referencia únicamente a la clásica formación académica en las escuelas de Administración Pública en materias tales como gestión, Derecho, gobierno, políticas públicas y estadística elemental. La formación de los futuros servidores públicos deberá enfocarse en las oportunidades que brinda la era de la información, especialmente en destrezas asociadas a la ciencia de datos e innovación pública mediante el aprovechamiento de herramientas digitales.

Hoy en día las encuestas de opinión pública no son suficiente insumo para conocer la orientación que deben tomar las políticas públicas. En la actualidad es posible tomar decisiones sobre la base de cientos de miles de observaciones. Por otra parte, los profesionales formados en Administración Pública no solamente deben ser parte de los mandos medios, sino que también deben ocupar de manera creciente puestos clave en la Alta Dirección Pública, dada su formación multidisciplinaria que les permite comprender los problemas públicos con una amplia mirada.

La buena gestión pública será hoy y mañana un elemento determinante para sortear los tiempos que se avecinan. Por lo mismo, las demandas por más Estado no deben quedarse exclusivamente en lo político, ya que la calidad de los bienes públicos depende también del desempeño y la formación que poseen las personas que trabajan al interior del Estado. Por ello, debemos repensar la Administración Pública, sobre todo volver a pensar en la caja de herramientas que necesitarán los futuros servidores públicos, especialmente en tiempos de crisis.     

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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