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Servicio militar: un rediseño urgente Opinión

Servicio militar: un rediseño urgente

Actualmente a los postulantes al servicio se les ofrece el “programa apoyo al contingente” (completar estudios, alfabetización digital, capacitación y reinserción laboral y certificación de competencias laborales). También, si son destinados a zonas extremas, se les da la opción de visitar, por una sola vez, a sus familiares, y estos pueden a su vez visitarlos –previa selección– para la ceremonia de juramento a la bandera. También se les da la posibilidad de postular a ser parte del personal de soldados profesionales o de las escuelas matrices de las FF.AA., y se les asigna un sueldo mensual de entre $40.000 y $80.000. ¿Para quién podrían estas condiciones ser un incentivo? La respuesta honesta es, para nadie.


El sistema de servicio militar voluntario que se instauró en Chile desde 2007, redujo a casi la mitad los inscritos en seis años (llegando de 32 mil en 2007 a 17 mil en 2013), y luego tuvo una caída drástica en relación con el 2007, llegando a un 13% en 2020, cuando apenas hubo 3.969 inscripciones. Incluso más recientemente, el año 2021, fue necesario sortear 8.484 plazas de manera obligatoria para completar el contingente necesario por el Ejército y la Armada de Chile, usando el mecanismo “de emergencia” que se había dejado en el sistema para complementar las vacantes mínimas en caso de que no se llenaran.

Todo esto afecta especialmente al Ejército, pues podríamos encontrarnos con un destacamento que ni siquiera tenga soldados suficientes para utilizar todos los cañones disponibles en su unidad de artillería. ¿Cómo podremos pensar, entonces, en Estados de Excepción Constitucional de más amplio alcance o que requieran de mayores capacidades logísticas? Y qué decir de los requerimientos humanos que tendrá una ley de protección de la infraestructura crítica o la exigencia de redoblar las tareas en la frontera norte del país.

Es urgente repoblar nuestras Fuerzas Armadas, pero ¿qué estamos ofreciendo a los jóvenes para tratar de motivarlos a enrolarse? Poco.

Actualmente a los postulantes al servicio se les ofrece el programa apoyo al contingente” (completar estudios, alfabetización digital, capacitación y reinserción laboral y certificación de competencias laborales). También, si son destinados a zonas extremas, se les da la opción de visitar, por una sola vez, a sus familiares, y estos pueden a su vez visitarlos –previa selección– para la ceremonia de juramento a la bandera. También se les da la posibilidad de postular a ser parte del personal de soldados profesionales o de las escuelas matrices de las FF.AA., y se les asigna un sueldo mensual de entre $40.000 y $80.000.

¿Para quién podrían estas condiciones ser un incentivo? La respuesta honesta es, para nadie. Quizás hace algunos años pudieron generar algo de interés en sectores muy vulnerables, pero en el mundo actual ni siquiera eso.

Es urgente repensar y mejorar estos beneficios, y no solo a nivel económico sino también en el ámbito educativo, de manera que los jóvenes puedan acceder a estudiar o avanzar en el estudio de determinadas carreras técnicas mientras desarrollan su servicio militar.

Nuestra red de Centros de Formación Técnica (CFT) estatales tiene la capacidad necesaria para ofertar grados de técnico en construcción, automatización industrial, mecánica automotriz, prevención de riesgos, construcción sostenible, desarrollo de energías limpias, entre otras especialidades, y sería una oportunidad virtuosa estrechar los vínculos entre dicha red y las ramas castrenses, cuyos incentivos no pueden limitarse a la formación militar, por relevante y necesaria que esta sea.

Al darles la oportunidad de estudiar en paralelo en esta red de CFT, les brindaremos las capacidades para desenvolverse en el servicio social en áreas como la protección civil y el manejo de emergencias, el apoyo al adulto mayor, las personas en situación de discapacidad, la infancia vulnerada y labores de cuidado. Asimismo, podría potenciarse la Defensa Civil, indispensable en un país expuesto a tantas catástrofes como el nuestro, las cuales se están intensificando producto del cambio climático a nivel global e, incluso, se podría ampliar su radio de competencia para comenzar a formar a los futuros guardaparques, brigadistas de Conaf, los cuerpos de guías y rescatistas de alta montaña.

No sería un modelo ajeno al resto del mundo, y recomiendo examinar particularmente las experiencias de Israel, Suiza y Alemania, sobre todo en cuanto a los beneficios e incentivos que estos países contemplan para quienes realicen el servicio militar, en los cuales los conscriptos alcanzan un alto grado de conocimiento científico-tecnológico que les permite desarrollar especialidades de vanguardia para sus ejércitos y para el mundo.

Es momento de que el Gobierno, el Congreso y los altos mandos de las FF.AA. nos sentemos a conversar y hagamos frente a esta verdadera crisis que, como toda crisis, es a la vez una oportunidad para abrir el camino a nuevas generaciones que quieran adquirir un compromiso con el país y la cohesión social desde las Fuerzas Armadas y la red educacional del Estado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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