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Estrecho de Ormuz: qué fue la «guerra de los petroleros», la crisis que hace 3 décadas casi llevó a una guerra entre EE.UU. e Irán MUNDO

Estrecho de Ormuz: qué fue la «guerra de los petroleros», la crisis que hace 3 décadas casi llevó a una guerra entre EE.UU. e Irán

La «guerra de los petroleros» fue un momento de alta tensión internacional que se produjo al final del conflicto bélico entre el Irán revolucionario y el Irak de Saddam Hussein.


Barcos petroleros que se incendian cerca del estrecho de Ormuz. Buques de guerra de Estados Unidos que responden a llamadas de emergencia. Un discurso belicoso que enciende los temores de un conflicto amplio.

Ya hemos estado aquí antes: hace 28 años, Estados Unidos e Irán tuvieron un grave enfrentamiento en estas mismas aguas. Hubo barcos que fueron atacados y tripulantes que resultaron muertos y heridos.

Antes de que todo acabara, un avión de pasajeros de Irán había sido derribado en pleno vuelo por error.

¿Podría ocurrir de nuevo?

La «guerra de los petroleros» fue un momento de alta tensión internacional que se produjo al final del conflicto bélico entre el Irán revolucionario y el Irak de Saddam Hussein.

Ambas partes habían intercambiado ataques contra sus instalaciones petroleras respectivas desde mediados de la década de 1980.

Pronto, barcos neutrales también empezaron a ser atacados, mientras los países en conflicto intentaban ejercer presión económica sobre el otro lado. Los petroleros de Kuwait, que transportaban crudo iraquí, eran especialmente vulnerables.

Estados Unidos, bajo el mandato de Ronald Reagan, era reacio a participar. Pero la situación en el Golfo se volvía cada vez más peligrosa, algo que se hizo evidente cuando un buque de guerra de Estados Unidos, el USS Stark, fue golpeado por misiles Exocet disparados de un jet iraquí.

Funcionarios iraquíes luego dijeron que el suceso había sido un accidente.

Para julio de 1987, barcos petroleros kuwaitíes que habían sido matriculados de nuevo y entonces ondeaban la bandera de Estados Unidos, eran escoltados a través del Golfo por buques de guerra estadounidenses.

A la larga, se convirtió en la operación de convoy naval más grande desde la II Guerra Mundial.

Una larga enemistad

Entonces, igual que ahora, Estados Unidos e Irán estaban enfrentados.

En 1987, Estados Unidos optó por enviar escoltas para proteger a los barcos petroleros que salían del golfo Pérsico y cruzaban el estrecho de Ormuz.

El líder supremo de Irán, ayatolá Jomeini, había estado llamando a Estados Unidos «el Gran Satán» desde la Revolución Islámica de 1979.

Washington aún estaba resentido por la humillación de ver cómo 52 de sus diplomáticos estuvieron atrapados como rehenes en Teherán durante 444 días, entre 1979 y 1981.

Entonces, aunque Irán e Irak eran ambos responsables de la crisis, la guerra de los petroleros pronto se convirtió en parte de la enemistad que se venía cocinando a fuego lento entre Teherán y Washington.

Se trata de un pleito que nunca ha desaparecido y que ha resurgido una vez más con la decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de aplicar la «máxima presión» después de haberse retirado del acuerdo nuclear con Irán de 2015.

Capacidades ampliadas

Una vez más, las aguas a ambos lados del estrecho de Ormuz se han convertido en el campo en el que este enfrentamiento casi patológico se desarrolla.

La fuerzas militares estadounidenses identificaron el dron derribado por Irán como un RQ-4A Global Hawk.

Pero ¿ha cambiado alguna cosa desde entonces?

«Ambas partes han expandido sus capacidades», apunta Martin Navias, autor de un libro sobre la «guerra de los petroleros».

El experto afirma que Irán tiene más capacidad que nunca de usar minas, submarinos y lanchas rápidas para atacar y dañar barcos comerciales y militares.

Y no es solamente una confrontación en el mar: el hecho de que Irán haya derribado un sofisticado dron de vigilancia de Estados Unidos apunta hacia otra batalla, arriba en el cielo.

Si los ataques sobre los buques petroleros escalan, podríamos ver otra operación en la que haya tanqueros cambiando de bandera y siendo escoltados por naves de Estados Unidos.

El 24 de julio de 1987, un barco kuwaití que había sido vuelto a matricular como estadounidense chocó contra una mina iraní durante la primera misión de convoy.

Estados Unidos desplegó más fuerzas y barcos. Ambas partes se encontraban en rumbo de colisión.

En septiembre, helicópteros estadounidenses atacaron un barco iraní luego de verlo colocando minas durante la noche.

En los meses siguientes, más petroleros y una fragata estadounidenses sufrieron daños. Las fuerzas de Estados Unidos respondieron con aún más poder de fuego, destruyendo bases de la Guardia Revolucionaria y atacando barcos de guerra iraníes.

Al final todo acabó, pero no antes de que el crucero lanzamisiles USS Vincennes confundiera un Airbus A300 iraní con un avión de ataque y lo derribara, causando la muerte de los 290 pasajeros y de la tripulación a bordo.

El informe oficial sobre el incidente decía que el «estrés, la fijación con las tareas y una distorsión inconsciente de los datos podía haber tenido un papel central» en lo ocurrido.

La Armada estadounidense invirtió grandes cantidades en tecnología y formación para evitar este tipo de errores catastróficos en el futuro.

Campaña de señales

Pero Nick Childs, un analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), señala que el ambiente actual, con rivales que además intercambian disparos de salva en redes sociales, genera una atmósfera febril.

Mapa

«El espacio informativo ha cambiado. La gente se pone nerviosa. El peligro es que cada lado esté interpretando equivocadamente al otro», señala.

Tanto Donald Trump y Hassan Rohani dicen que no quieren una guerra. Los «halcones», en ambos lados, son un poco más ambiguos.

Navias considera que aún no estamos encaminados hacia otra guerra de los petroleros.

«No estamos viendo una campaña contra barcos, sino una campaña de señales», dice. «Los iraníes le están indicando a Estados Unidos que ellos podrían escalar».

Pese a todo el drama de esos meses entre 1987 y 1988, en realidad muy pocos petroleros fueron hundidos y el transporte a través del estrecho de Ormuz nunca estuvo afectado de forma importante.

Ahora, 30 años más tarde, Estados Unidos es mucho menos dependiente del petróleo de Medio Oriente. Irán tiene mucho más que perder, en términos de importaciones y exportaciones, si se cierra el estrecho de Ormuz.

Por lo pronto, otra guerra de los petroleros parece improbable. Pero el hecho de que ninguna de las partes realmente quiera una confrontación abierta no significa que no vaya a ocurrir.

Navias afirma que los peligros son reales.

«Este tipo de ambiente está cargado de posibilidades», advierte.

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